lunes, 1 de diciembre de 2008

El conspirador José Obdulio .

Gloria Gaitán


Sabemos de los problemas psicológicos, de origen familiar, que sufre el Presidente Álvaro Uribe, quien por esa razón siempre ha requerido de una figura paterna a la cual confiarse íntegramente, dejándole la responsabilidad de sus más bajas acciones.
Sobre esto no hay ni siquiera que culparlo, hace parte de su constitución psicológica, que anida a nivel de su subconsciente y cuya razón es el tratamiento despótico a que se vió sometido por su padre en la infancia y en la adolescencia.
De tiempo atrás Uribe ha tenido que recurrir a un apoyo psicológico profesional y ese es el origen de su relación con el actual Alto Comisionado de Paz, el psiquiatra Luis Carlos Restrepo, quien se desempeñó como médico suyo antes de que Uribe asumiera como Presidente de la República.
Esa figura protectora, que no sólo la ha buscado conscientemente en la psiquiatría sino en la sucesión de amigos confidentes y cómplices, tuvo su concreción inicial en Pedro Juan Moreno, quien rompió con Uribe a poco tiempo de su mandato presidencial, muriendo misteriosamente en un accidente de helicóptero, llevándose al sepulcro multitud de secretos, como la participación de la Gobernación de Antioquia en la masacre de El Aro, cuando Uribe fungía como gobernador.
Desaparecido Pedro Juan Moreno, tomó su puesto José Obdulio Gaviria, quien ha asumido el papel de responsable del manejo subterráneo de la política, que es parte del manejo que Uribe le da al ejercicio del poder.
No es raro, entonces, que el ex alcalde de Colombia en Maracaibo, el señor Carlos Galvis Fajardo, se reportara directamente a José Obdulio para darle cuenta festiva del triunfo de la oposición en lugares tan importantes para la conflagración del gobierno colombiano contra Venezuela, como es el Zulia y su capital, Maracaibo.
Uribe y su cortesano, José Obdulio, están en lo que están y son coherentes con todo el manejo soterrado del ejercicio político que sistemáticamente practican. Lo que es inadmisible es la reacción mayoritaria de la prensa ante la conversación entre el Fouché de Uribe y su vasallo, el señor Galvis Fajardo. La consideran “normal” y critican a Chávez por haber formado una tormenta en un vaso de agua.
En otras épocas de menos inmoralidad que la forjada y establecida por el gobierno Uribe Vélez, ese intercambio de dicientes expresiones subversivas de ambos funcionarios habría causado verdadero escándalo en el país. Pero es tal la degradación moral en que hemos caído que, expresar claramente acciones de confabulación contra el gobierno del país vecino, parece juego de niños y hasta normal gestión administrativa por parte de las autoridades colombianas.
Es inaudito que el cónsul colombiano, con desfachatez inaudita, le diga al más cercano asesor del Presidente Uribe, con quien se regocija por el triunfo de la oposición y la derrota de “unos personajes muy estratégicos del otro lado (el chavismo) que perdieron”, que : “… entonces aquí nosotros tenemos un potencial, ya esta mañana hablé con ellos y nos vamos a reunir para mirar a tomar unas acciones (???) y a nivel de gobierno, porque yo estoy pensando en lo que estamos haciendo allá”. ¿Qué están “haciendo allá” o sea en la Presidencia de Colombia? Y añade el funcionario de marras: “Yo solamente necesito es luces suyas (sic) para cuando usted me diga empiece yo a arrancar”. ¿Arrancar hacia qué?
Al hablar del alcalde triunfante en Maracaibo, Manuel Rosales y el gobernador del Zulia, Pablo Pérez, el enlace de José Obdulio en Venezuela dirá: “Las dos personas son dos muy buenos amigos y pienso que para el trabajo nuestro allá, debe ser maravilloso”. ¿Cuál es el trabajo “nuestro” allá? Y un último detalle: la conversación demuestra que el cónsul llamó directamente al consejero presidencial, sin que mediara secretaria de por medio, de modo que la relación es estrecha y directa para complotar contra el gobierno venezolano. Le "aceptaron" la renuncia al cónsul, pero quien debería haber renunciado era José Obdulio, pues el cónsul no hacía otra cosa que reportarse a su jefe. Es bueno que Chávez no crea en la hipócrita amistad de Uribe. Es una celada que, de no develarla, le puede costar muy caro.
glorigaitan@yahoo.es

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