Emiladys Meneses
Ha sido largo y, en muchos casos, doloroso el transitar de aquellos que han entregado su vida por la dignidad humana. En el mundo, existen casos emblemáticos que, sin duda alguna, constituyen una muestra fehaciente de lo lejos que han podido llegar los hombres y mujeres convencidos por los ideales de justicia, equidad, tolerancia, solidaridad e igualdad. Gandhi, Mandela, Luther King, entre otros, son líderes emblemáticos de esa lucha.
América Latina y sus tantas cicatrices dejadas por la opresión y el capitalismo imperialista, emerge esperanzada por el sacrificio de Atahualpa, Sor Juana Inés de la Cruz, Bartolomé De Las Casas, Eva Perón, Ernesto Guevara, Salvador Allende, Rutilio Grande, Oscar Romero y demás mártires e la liberación pero mantiene esa esperanza en el activismo de Rigoberta Menchú, de Adolfo Pérez Esquivel , entre otros. Este continente, “plagado de injusticias y miserias” en el que retumba la voz profética de Monseñor Romero diciendo: “cese la represión”, entró al Siglo XXI acompañado de un fuerte viento de cambio, un terremoto transformador cuyo epicentro se haya en nuestra heroica Venezuela.
Sí, Venezuela, la cuna de la libertad americana es también hoy el origen de una revolución cuyo centro indiscutible es la justicia social y la dignidad del ser humano.
El Socialismo del Siglo XXI se presenta como una herramienta profundizadora de los derechos humanos; la universalización del acceso a la educación, la extensión de los servicios de salud hacia los lugares más recónditos, la protección de nuestra identidad cultural, la dignificación de la calidad de vida del venezolano, la participación protagónica del pueblo en la gestión pública, la protección a la mujer, a la infancia y a la adolescencia, son prueba irrefutable, entre otras cosas, de un estricto apego a la convicción de que solo sobre la base de los derechos humanos podrá edificarse esa patria nueva cuyos ciudadanos gocen de la “mayor suma de felicidad posible”.
Estos derechos humanos son constantemente invocados por líderes opositores que se resisten a una realidad perturbadora en la cual se acorta la brecha entre ricos y pobres. Habría que preguntarse dónde estaban esos líderes cuando en la “democracia” de Betancourt y Leoni se apresaron, torturaron y se hicieron desaparecer a tantos líderes populares. Dónde, cuando en la “democracia” de Rafael Caldera se cerraba la Universidad Central de Venezuela. Dónde estaban, cuando en la “democracia” de Carlos Andrés se asesinaron inocentes en “el porteñazo” y en el posterior “Caracaso”. Dónde estaban cuando en la “democracia” de Luis Herrera se mataron estudiantes en la bajada de tazón. Dónde estaban cuando en la “democracia” de Lusinchi asesinaron campesinos en El Amparo. Esa doble moral, retórica servil de los idólatras del imperio, no tiene ya cabida en un pueblo que ama la libertad en toda su expresión y que ha madurado en la convicción de que es el protagonista de su propia historia.
Venezuela, la misma tierra que vio nacer al “Gran Genio Americano”, es hoy también testigo del nacimiento de una llama liberadora que se propaga indetenible por el resto del continente americano, cuyo fuego arde vigoroso, animado por la lucha hacia la dignificación del ser humano.
Más vigentes que nunca están los Derechos Humanos en Venezuela, pero la deuda aún no esta saldada, hay mucho camino que recorrer. Nuestro querido estado Guárico no escapa de esa realidad.
Esta tierra llanera también tiene cicatrices. La huella de un gobierno regional narcisista, intolerante e intransigente, quedó estampada en nuestras pampas. No obstante, nos permitimos también esperanzarnos en un liderazgo nuevo que hace notar los valores de un auténtico revolucionario. Alguien que, en su discurso de posesión como gobernador de este estado, hace efusiva mención a la “teología de la liberación” no puede ser sino esperanza para el pueblo guariqueño, pueblo que identifica en su nuevo líder regional los elementos de una lucha revolucionaria que también dignificará nuestra condición humana.
emiladys@cantv.net
martes, 9 de diciembre de 2008
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