martes, 23 de diciembre de 2008

Sambil B.B.C.

Aura M. Rodríguez

A la orden que el presidente Chávez le dio al alcalde Rodríguez (no somos familia, porsia) para detener el Sambil a punto de terminarse en La Candelaria le cabe el refrán "Más vale tarde que nunca". Ese mamotreto partiría la ciudad en dos, inutilizaría la Avenida Urdaneta, en la que siempre hay centenares de minibuses de decenas de líneas y conduce a Miraflores, nada menos. Aumentaría la contaminación, destruiría lo que queda de tradicional y de disfrute para el ciudadano de a pie en La Candelaria, y sería un obstáculo para acceder a los numerosos centros de servicios médicos en San Bernardino o a las áreas de cultura, religión y oficinas (Parque Central) que bordean Los Caobos.
Además, ¿para qué? ¿Para replicar las mismas tiendas Zara, Graffiti, Beco etc y las distribuidoras de las mismas marcas Nike, Converse, Movistar, que ya existen en otros puntos de la ciudad? ¿Para que se instalen más ferias de franquicias de comida rápida? Es decir, serviría para ampliar y reproducir el negocio de los comerciantes ya muy establecidos sin darle oportunidades a los nuevos, originales, los que pueden desarrollar pequeños centros comerciales y de servicios esparcidos por las áreas metropolitanas de nuestras ciudades, que son los que más necesitamos para descongestionar el centro y realzar la identificación de los ciudadanos con sus parroquias y comunas. El presidente Chávez nos salva, in extremis, de un problema, sin dejar de reconocer derechos de quienes invirtieron allí y sin que podamos cerrar los ojos ante el tema de que esa inversión podría producir cientos, quizá miles de nuevos empleos.
Ahora bien, como decimos una cosa decimos la otra, y por eso titulamos esta nota "Sambil B.B.C.". Las iniciales no son de un club de beisbol, sino de quienes primero deben dar respuestas por lo ocurrido: Barreto, Bernal y Clodosvaldo. Porque ese Sambil no se levantó en tres días, sino en tres años, y toda la permisología, los estudios, los diseños de vías, de pisos (tendría más metros cuadrados que el Sambil de Chacao), el urbanismo pues, la utilidad, el uso previsible etcétera etcétera, tuvo necesariamente que pasar por los despachos del alcalde mayor Juan Barreto y del alcalde de Libertador, Freddy Bernal. Y los papeles sobre costos, inversiones, pagos por derechos, planos, permisos y comprobantes de obras realizadas más impuestos cobrados, retenidos o pagados tienen que ser de conocimiento de la Contraloría, que para colmo queda ahí mismito, donde comienza la avenida Andrés Bello.
¿O es que quieren seguir agarrándonos por pendejos? Pasaron tres años y no hubo un alcalde o un ministro de Infraestructura o un Defensor del Pueblo de Caracas con guáramo para decirle al presidente: "Mire, están haciendo esto y esto, que va contra nociones básicas de urbanismo, de planificación, de transporte, de economía solidaria, de desarrollo endógeno, de ambiente, de una mejor calidad de vida". O bien hubieran convocado a las comunidades, a los transportistas, a los responsables de instituciones públicas y privadas que operan en el sector, o realizado un referendo en las parroquias concernidas o en todo el municipio para que la gente por lo menos opinase acerca de lo que se debió hacer en ese espacio. ¿Tenían qué esperar que viniera Chávez a decírselo o es que hubo manos engrasadas en esto? ¿Qué dice Russián?
Por último, comandante Chávez, el modo como usted hizo el anuncio quizá no sea el mejor, porque nuestros adversarios explotarán algo obvio: es muy difícil de creer que usted no se hubiera dado de cuenta en estos tres años de la construcción de semejante monstruo a un kilómetro de Miraflores, o tiene aliento la conseja de que muchos de quienes le rodean le informan poco, tarde y mal. Si este es el caso, entonces la coherencia sugiere que no siga rodeándose de los mismos, con enroques, sino que se abra a caras nuevas y voces capaces de disentir de la suya. Y a tiempo, no cuando sea tarde. AMRO.
auramarod@yahoo.com

No hay comentarios: