José Claudio Laya Mimó
Ahora vamos hacia una nueva reelección del Presidente Chávez, gracias, en buena parte, al esfuerzo de la oposición por hacer ver al líder de la Revolución Bolivariana, como un dictador con hambre de poder y una megalomanía terminal, mientras arrasan todo lo que haya a favor del pueblo, especialmente en salud y educación, en los cuatro pequeños territorios donde una lamentable clase llena de odio parece haberles dado Patente de Corso.
Los manipuladores de la derecha fascista del imperio, sesudos científicos sociales al servicio de los propietarios del capital multinacional, han inculcado en la mentalidad de los pueblos subyugados, que uno de los factores que garantiza la democracia es la alternabilidad en el mando del Estado. Lo justifican mediante la premisa de que el hombre en el poder, indefectiblemente se corrompe; sin embargo, muchos de los que se tragan esa píldora sin digerir no ponen en consideración que quienes lo proponen e imponen no creen en la democracia, mas allá de la sumisión que ella muestre a sus intereses. Si bien manipulan contra un dictador que se les salga del carril, haciendo alarde de demócratas, como cuando apoyaban a Betancourt contra Pérez Jiménez; también imponen descaradamente un dictador contra una democracia como en el caso de Pinochet contra Allende. En cuanto a “garantizar la democracia”, sería a ellos a los últimos que habría que preguntarles.
Otro aspecto que habría que considerar para tomar consejo de esos cacuminosos es el funcionamiento del ámbito capitalista. Un Gerente de una empresa cualquiera, grande o pequeña, no es retirado del cargo por quienes tengan esa responsabilidad, mientras produzca beneficios a la empresa. A nadie se le ocurre despedirlo por cuestiones de “alternabilidad”; y no necesariamente se enferma de poder ni empieza a pervertir la empresa para su beneficio personal, en cuanto pasas cuatro o cinco años. Hay quienes se pervierten y salen, pero hay quienes siguen trabajando para la empresa… y se quedan. Los llaman con orgullo “hombre-empresa”.
Venezuela está cambiando con grandes fuerzas a favor y en contra, de ser un país por siempre subdesarrollado, del tercer mundo, súbdito y deudor eterno del FMI, proveedor de materia prima y mercado deficitario de la industria y la economía del primer mundo, a un país que dignamente empieza a subir la cuesta de la dignidad; que martillo y clavo en mano toma su empresa petrolera para producir no solo gasolina, sino petrocasas, trenes, universidades y centros de salud. Compra tractores y satélites con fábrica, tecnología y formación de personal y se alía con los países que son comunes en problemática social para diseñar estrategias de liberación. Allí está el hambre de poder y la megalomanía: el Presidente cree en Venezuela, en América del Sur, en todos los países explotados y subyugados del mundo, y pretende liderar al mundo sometido contra el hambre de poder y megalomanía de los propietarios del capital internacional, porque alguien tiene que hacerlo.
El trabajo es difícil y sus resultados relativamente lentos, pero la dirección, a todas luces, correcta.
La guerra que muchos creen contra Estados Unidos no es contra su pueblo, que en todo caso es usurpado en la elección de un presidente, cuando este se convierte en el jefe del brazo armado del fascismo, protector de los intereses mas mezquinos sobre La Tierra y es capaz de llevar a la quiebra a su país, destinando los dineros del pueblo a la guerra contra todo lo que se mueva en el planeta sin su consentimiento.
Así que tendremos más y más elecciones, primero para modificar la Constitución y luego para reelegir al Presidente Chávez; siendo siempre, el resultado, dependiente de lo que la mayoría de los venezolanos consideremos mejor. Si los resultados siguen señalando esa dirección habrá que entender que el soberano pueblo de Venezuela lo considera un buen gerente, es decir: el “hombre-país” no corrompido que deberá seguir dirigiendo la marcha de la dignidad y el engrandecimiento de nuestra patria.
joseclaudiolaya@hotmail.com
lunes, 1 de diciembre de 2008
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