Salim Lamrani
El 21 de agosto de 2007, el candidato demócrata a las elecciones presidenciales de 2008 de Estados Unidos, Barack Obama, se expresó sobre Cuba. Se pronunció a favor de la eliminación de las sanciones económicas inhumanas impuestas por la administración Bush en 2004 y 2006 que separan despiadadamente a las familias cubanas (1). Estas medidas draconianas, destinadas a ahogar económicamente a la isla con el objetivo de derrocar al gobierno cubano, limitan los viajes de los cubanos de Estados Unidos a su país de origen a 14 días como máximo cada tres años si cumplen dos requisitos: tienen que conseguir una autorización del Departamento de Estado y disponer por lo menos de un familiar directo en Cuba, según la nueva definición de Bush, o sea, abuelos, padres, hermanos, hijos, cónyuge. Así, un ciudadano estadounidense de origen cubano ya no tiene derecho a visitar a sus primos, tíos y sobrinos que se han quedado en el país (2).
Obama también denunció las restricciones sobre las remesas que los cubano-americanos pueden mandar a sus familias (100 dólares al mes como máximo). “Se trata a la vez de una cuestión estratégica y humanitaria. Esta decisión [...] ha tenido un impacto profundamente negativo sobre el bienestar del pueblo cubano”, señaló. Como presidente, “otorgaré a los cubano-americanos derechos ilimitados para visitar a sus familias y mandar dinero a la isla”, prometió (3).
El senador de Illinois también hizo partícipe de su disposición a entablar conversaciones bilaterales con el gobierno de La Habana, “normalizar las relaciones y suavizar el embargo que ha presidido las relaciones entre nuestros países durante los últimos cinco decenios”. Obama es el primer candidato a la presidencia que evoca un posible levantamiento del estado de sitio económico contra Cuba. Se trata aquí de un enfoque sumamente constructivo aunque se pueda lamentar cierto tufo colonialista que emana de sus palabras, como lo ilustra su voluntad de imponer ciertas condiciones a una nación soberana (4).
Felipe Pérez Roque, canciller cubano, saludó la iniciativa de Obama. “Estas declaraciones expresan el sentimiento mayoritario de Estados Unidos”, declaró, condenando al mismo tiempo el ensañamiento “bárbaro y anacrónico” de la administración Bush hacia su país (5). También subrayó que las medidas restrictivas violaban los derechos constitucionales de los ciudadanos estadounidenses a la libre circulación (6).
Por su parte, la candidata demócrata Hillary Clinton, echando el ojo a las subvenciones de la extrema derecha heredera del antiguo régimen de Fulgencio Batista, calificó el punto de vista racional de Obama de “irresponsable y francamente ingenuo” (7). Se pronunció a favor del mantenimiento de las sanciones económicas permaneciendo fiel a la herencia de su marido, Bill Clinton, que firmó la insensata ley Helms-Burton en 1996 con carácter retroactivo y extraterritorial destinada a dar el golpe de gracia a la revolución cubana. “Está a favor del embargo y de nuestra política actual hacia Cuba”, declaró su portavoz, Mo Elleithee (8).
La inmensa mayoría de la comunidad cubana de Estados Unidos y de la opinión pública desean ardientemente el levantamiento de las sanciones económicas que afectan gravemente al nivel de vida de la isla. El bloqueo impuesto a Cuba desde 1960 ilustra la incapacidad de Washington de reconocer la independencia de la nación caribeña. Además, ha sido totalmente ineficiente. El gobierno de Fidel Castro ha propuesto varias veces a la Casa Blanca un diálogo basado en el respeto mutuo. Pero hasta ahora, el vecino del norte, que se niega a perdonar la afrenta sufrida en 1959 cuando Cuba se liberó definitivamente del tutelaje estadounidense, siempre lo ha rechazado.
Jen Psaki, portavoz de Barack Obama, resumió el problema en estos términos: “A fin de cuentas, este sufragio es una elección entre el mantenimiento de políticas del pasado que han fracasado [...] y [la voluntad de] hacer borrón y cuenta nueva y elaborar un nuevo enfoque de la diplomacia global”. Es de esperar que la razón y el sentido común prevalezcan para que desaparezca para siempre el cruel e injusto castigo del cual es víctima la población cubana.
domingo, 26 de agosto de 2007
Barack Obama, Hillary Clinton y Cuba
Etiquetas:
Antiimperialismo,
Estados Unidos,
Mundo en Revolución
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