Hernán Mena Cifuentes
Tal como predijo el presidente venezolano, Hugo Chávez Frías, su Proyecto de Reforma Constitucional está siendo atacado con demoledor ímpetu por la oposición golpista, al satanizar las modificaciones que busca incorporar a nuestra Carta Magna con miras a consolidar el proceso revolucionario que adelanta en su país enfrentando a esos vasallos y a su amo imperial, decididos a destruirlo, a fin de impedir también que haga realidad la integración de América Latina y el Caribe, otra de las metas que persigue como heredero del ideal bolivariano. Si bien es cierto que esas críticas surgieron aún antes de que se conocieran las propuestas presidenciales, atacando como el “ciego con garrote” que lanza golpes sin la certeza de poder golpear el blanco de su ira ante su incapacidad para verlo, su irracional obstinación es tan grande que, una vez que el mandatario dio a conocer los 33 artículos sujetos a modificación, insisten en atacarlas como el pugilista al borde del nocaut, que avanza tambaleándose sobre su contrincante en busca del golpe de suerte (lucky punch) que pudiera derribarlo. Que “el Presidente pretende perpetuarse en el poder”, con la reelección continua; que “la propiedad privada será eliminada”, al surgir otras formas de pertenencia”; que “la institución del municipio desaparecerá con la creación del poder comunal”; que “las empresas irán a la ruina con la instauración de la jornada laboral de seis horas”, son sólo algunos de los argumentos esgrimidos por “las viudas de la Cuarta República”, temerosos de que se esfumen, en caso de aprobarse dicho proyecto, los obscenos privilegios que durante décadas gozaron, muchos de los cuales aún siguen disfrutando. Empresarios, dirigentes de caducos partidos políticos, sindicaleros de oficio y aventureros en busca de posiciones de liderazgo en viejas y recién creadas organizaciones políticas, económicas y gremiales del país conforman el coro de críticas que en un concierto de calumnias y mentiras es difundido a través de los medios privados, sempiternos cómplices de los oligarcas criollos, vasallos incondicionales de Washington, su amo, que no descansa en su demencial empeño de profundizar su secular dominio sobre Venezuela y el resto de América Latina y del Caribe hoy en franco retroceso. En su macabro empeño despliegan todo tipo de maniobras, como la de intentar que los artículos a ser objeto de reformas se discutan uno por uno y no en un solo bloque como se ha establecido, procedimiento que tardaría por lo menos dos años, y no el máximo de cuatro meses que se tiene previsto, en una evidente estrategia de distracción que les daría mayor tiempo para desatar otras acciones conspirativas en su empeño por destruir la revolución bolivariana y a su líder, y con ello, por supuesto, al proceso de integración regional que lidera Chávez. Desoyendo esos cantos de sirena, la Asamblea Nacional (AN) dio los primeros pasos dirigidos al estudio y consideración del Proyecto, y en democrática discusión en la que participaron además de los legisladores, representantes de los más diversos sectores, incluyendo hasta miembros de la oposición, cuyas negativas propuestas fueron rechazadas por el soberano, lo aprobó en primera discusión. Simultáneamente, a partir de septiembre y durante dos meses lo someterá a consulta pública a través del parlamentarismo social de calle, mientras 80 mil propulsores recorrerán todo el país casa por casa para informar detalladamente a los venezolanos sobre cada uno de los aspectos que abarca la propuesta, a fin de sondear su opinión, medir sus impresiones y escuchar sus planteamientos, incluyendo a los sectores de la oposición que deseen consignar sus propuestas divergentes. Una vez aprobado en segunda discusión, se procederá a la celebración de un referéndum a ser organizado por el Consejo Nacional Electoral, cuyo cronograma ya está siendo evaluado y que posiblemente tendrá lugar a principios de diciembre, otro histórico evento comicial llamado a sentar las bases de una Venezuela mejor organizada en lo territorial, administrativa y militarmente, definitivamente libre y soberana gracias a una reforma que contribuirá a perfeccionar una Carta Magna considerada como una de las mejores del planeta. Se trata de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada en 1999, la número 26 del país, (la primera, fue la de 1811, que dio origen a la Primera República) y la única entre todas las ocho constituciones nacionales que han sido objeto de modificaciones para su aprobación mediante consulta popular en toda la historia del país. En la sesión extraordinaria de la AN realizada el pasado miércoles, donde se aprobó en primera discusión, correspondió a su presidenta, la diputada Cilia Flores, citar unos hechos que pusieron al desnudo las verdaderas intenciones de quienes se oponen a las reformas propuestas al decir que “los mismos sectores que se opusieron a la Constitución de 1999, son los mismos que hoy rechazan la reforma y afirman que se trata de un golpe de Estado. Quienes atentaron contra el hilo constitucional en 2002 fueron ellos. ¿Esa es la democracia de ellos?, se preguntó, para seguidamente manifestar que “la Carta Magna de Venezuela es una de las mejores del mundo y con la reforma será mejor”. Otros parlamentarios aportaron valiosas reflexiones y conceptos que evidencian la trascendental importancia de las reformas propuestas por Chávez al focalizar sus intervenciones en determinados puntos del proyecto como lo hizo el diputado Francisco Ameliach, quien al referirse a los cambios a introducir en la Fuerza Armada Bolivariana, propuesta por el mandatario nacional, dijo que “es necesaria una nueva doctrina militar, porque la anterior fue impuesta por el enemigo: Estados Unidos.” Por su parte, el parlamentario Carlos Escarrá, abogado constitucionalista, señaló que “mienten quienes aseguran que la reforma cambia la estructura de la Constitución, quienes dicen que se está dando un golpe de Estado. Se está partiendo de la República, única e irreversible. No se eliminan gobernaciones y alcaldías, aunque se establecen territorios federales y distritos insulares. En lo político institucional, la reelección continua del Presidente no es contraria a la doctrina bolivariana, pues en la Constitución de Bolivia, El Libertador proclamó que la figura del primer mandatario debe ser perpetua…” No obstante esas y otras aclaraciones hechas sobre el verdadero propósito que persigue el jefe del Estado con su proyecto de Reforma Constitucional, cuyo único objetivo es el de garantizar la soberanía del país, su integridad política, económica y social, y el bienestar general del pueblo, los enemigos de la Revolución Bolivariana persisten en sus demenciales planes orientados a destruirla, y no satisfechos con la ofensiva desatada en el país, en su obcecado afán por frenar su desarrollo, han abierto otros frentes de batalla en el exterior, a fin de presentarla como un acto ilegítimo y antidemocrático. Como es práctica corriente de su agenda golpista, siempre sujeta a un guión repetitivo, especie de disco rayado que ya nadie escucha, el Imperio ha acudido una vez más a la prensa estadounidense para ver si así logra destruir a la Revolución Bolivariana y a su líder, convencidos como están sus dirigentes en Washington, de la incapacidad de sus vasallos criollos y el fracaso de los medios privados nacionales a su servicio para lograr ese objetivo a pesar de los millones de dólares repartidos para financiar sus campañas de desprestigio, de calumnias y mentiras contra un proceso inédito y pacífico. Esta vez ha sido The New York Times, uno de los encargados a través de un editorial publicado en su edición de este miércoles, de lanzar una carga de falacias y mentiras, acompañadas de falsos datos y errores que denotan la ignorancia del autor sobre las leyes venezolanas que en materia minera y energética rigen en el país y peor aún sobre el proceso revolucionario que se vive en Venezuela, irrespetando de esa forma tan grotesca y mercenaria los principios éticos y morales del periodismo. Es completamente falsa la afirmación que hace el NYT, al repetir lo que dicen los medios privados venezolanos, al señalar que “Chávez, “detrás de las estrategias retóricas “orwellianas”, sus esfuerzos por atesorar poder y aferrarse a éste el mayor tiempo posible, están socavando la democracia venezolana”. Todo lo contrario, el contenido de su mensaje, claro y directo, es una lección que divulga con la fe del apóstol que se dirige a su pueblo para rescatarlo de la ignorancia, de la enfermedad y la pobreza en la que vivió sumido durante siglos por obra de los imperios y la oligarquías “El designio del señor Chávez no es mas que otro paso en el avance hacia un mayor control de su gobierno sobre la política y economía de Venezuela”, destaca el diario neoyorquino, como si tal orientación fuera algo ilegal o prohibido, y no el legítimo derecho que tiene todo gobierno democrático para conducir y preservar los derechos políticos de la nación y del pueblo cuyos destinos rige y, a fijar adecuadas estrategias económicas a fin de defender y preservar los recursos del país y el bienestar económico de los gobernados. Designio perverso el de Estados Unidos (EEUU), que fue el que avanzó de la forma más brutal y salvaje no sólo sobre Venezuela, sino también sobre el resto de América Latina y el Caribe, para controlar política y económicamente a la región, a pesar de las profética sentencia de Bolívar quien, conocedor de sus apetencias imperiales, advirtió a los pueblos que “Los EEUU parecen destinados por la providencia para sembrar la América de miserias a nombre de la libertad.” “Sus propuestas constitucionales -destaca más adelanta el editorial- intensificarían el control estatal al nacionalizar el gas y el carbón, lo cual demuestra una crasa ignorancia de la legislación venezolana por parte del editorialista, ya que tanto el gas, como el carbón, el petróleo y demás recursos minerales y energéticos del país, son propiedad del Estado, y no como sucede en EEUU, que pertenecen al dueño de la propiedad bajo cuyo subsuelo se encuentren, perversa expresión del capitalismo que convierte a la propiedad privada en diabólica herramienta para promover la riqueza de unos pocos sobre la pobreza de las mayorías. En el marco de esa campaña, no podía faltar el Miami Herald, cloaca mediática que en siniestra hermandad con Radio Martí, TV Martí y La Voz de América, se han convertido en refugio y voceros de las mafias de terroristas, traficantes de drogas, de sexo y de armas que pululan en La Florida, nutriéndose del chantaje político que ejercen sobre Washington para obtener jugosos aportes económicos y hasta curules en el Congreso para lanzar el veneno de sus calumnias contra gobiernos soberanos que se oponen como Venezuela y Cuba a los designios del Imperio. Andrés Oppenheimer, uno de esos cipayos, colaborador del periódico mayamero y de otros medios impresos latinoamericanos al servicio de Washington, ofreció esta semana una serie de “sugerencias dirigidas a la oposición venezolana, a las democracias latinoamericanas y a los EEUU” que, de acuerdo con su estrecho criterio de analista mercenario, una vez puestas en práctica, serían la clave de la solución para “tratar de evitar una dictadura total en Venezuela.” Entre las recomendaciones dirigidas a la oposición venezolana por Oppenheimer, figura la de “iniciar una campaña en contra del proyecto “narcisista-leninista de Chávez, que no sólo le permitiría mantenerse viva, sino que le daría una oportunidad de oro para reagruparse y ganar fuerza”, sugerencia que, evidencia además de lo tardío y extemporáneo del consejo, la pobre capacidad de análisis del columnista, ya que es precisamente esa actividad conspirativa la que ya están desarrollando los golpistas criollos en su empeño por superar su condición de insepultos cadáveres políticos. En cuanto a las medidas que deberían adoptarse en América Latina, el analista recomienda a los congresos de Brasil y Paraguay que todavía no han ratificado el ingreso de Venezuela al Mercosur como miembro pleno, que “deberían postergar su decisión indefinidamente”, ya que en caso de aprobarlo, “significaría una luz verde para que otros países como Bolivia y Ecuador, siguieran sus pasos y se constituyeran en dictaduras constitucionales.” La sugerencia de Oppenheimer pone al descubierto las verdaderas intenciones de esa maniobra nada oculta que adelanta el Imperio al cual sirve Oppenheimer, orientada a impedir que, con la presencia de Venezuela como miembro pleno de Mercosur, se produzcan los revolucionarios cambios indispensables para convertir a ese bloque de naciones, además de una poderosa fortaleza económica regional, en una fuerza en la que el humanista principio de lo social se imponga al mezquino interés de lo estrictamente comercial. En lo concerniente al papel que debería jugar Washington, Oppenheimer cree que “EEUU podría hacer más que nadie para frenar los delirios de grandeza de Chávez, si dejara de subsidiarlo”, explicando a continuación lo que a su pobre juicio, significa un subsidio, al señalar que Estados Unidos está importando petróleo venezolano por un valor de 34 mil millones de dólares por año, y como solución, recomienda que “la Casa Blanca debería imponer un impuesto de 2 dólares por galón al consumo de gasolina, o un impuesto del 50% a las camionetas Hummer y otros vehículos innecesariamente gigantescos.” “Reducir la adicción de EEUU al petróleo importado debería ser el tema central de la campaña presidencial para 2008 -recomienda igualmente Oppenheimer- ya que, además del arma más efectiva contra los países del Medio Oriente que financian el terrorismo, debilitaría a los petro-caudillos como Chávez y ayudaría a reducir el calentamiento global” demostrando con ello su gran capacidad de plagio, al repetir lo que inútilmente viene intentando desde hace varios años Washington para poner de rodillas a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), organización de la que Venezuela es miembro fundador. Sería por lo tanto, algo espantoso, el observar el caos que se generaría con esa medida que pretende poner en práctica el gobierno de EEUU, en caso de llegar a restringirse la importación de los energéticos provenientes de los países árabes miembros de la Opep y, suprimir simultáneamente la importación de petróleo venezolano para debilitar a Chávez, pensando que bastaría recurrir al etanol, cuya producción, está comprobado, sería insuficiente para sustituir al petróleo y sus derivados. Y es que, de acuerdo con los científicos, conservacionistas, ecologistas y otros expertos, se requiere cultivar varios planetas como la tierra para producir el suficiente etanol para poder movilizar los automotores y fábricas del mundo y, lo que lo es más grave aún es que tal medida provocaría un genocidio planetario al destinar ese biocombustible derivado de productos del campo que actualmente alimentan a decenas de millones de seres en el mundo, a alimentar a los tanques de combustible de los vehículos y fábricas de las naciones industrializadas. Sería muy lamentable, ver la paralización del parque automotor y de las fábricas estadounidenses, provocada por la falta de combustibles en una sociedad consumista, cada día más sedienta de petróleo que, a pesar de constituir apenas el 5% de la población mundial, consume más de la cuarta parte de los energéticos que se producen en el planeta, situación que podría generar un caos nacional al afectar el perverso modelo del consumismo creado por la publicidad que domina a su capricho el comportamiento del consumidor estadounidense. Ese cambio no se realizará, pues proviene de la enfermiza mente de George W. Bush, su propulsor, orientada a sembrar temor entre las naciones productoras de energéticos y especialmente en el seno de la Revolución Bolivariana y su líder Hugo Chávez Frías, quien, como ha podido comprobarse no le tiene el más mínimo miedo a la conspiración que adelanta contra su Proyecto de Reforma Constitucional y prosigue en su marcha hacia la consolidación de la Revolución que lidera en su país y en la ruta hacia la meta de la integración de América Latina y el Caribe que también lidera.
domingo, 26 de agosto de 2007
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