Hernán Mena Cifuentes
Los demoledores vientos y lluvias que acompañaron al huracán Katrina, cuando hace dos años destrozó la ciudad de Nueva Orleans, serían poco más que una leve brisa y una suave llovizna, si se les compara con la brutalidad del racismo y la carga de odio con que el gobierno estadounidense y la inversión privada, expresión del capitalismo salvaje y su modelo neoliberal, están desatando sobre la población negra y la cultura de esa histórica ciudad, cuyo romántico rostro está siendo borrado para no dejar huella de su existencia. Fue por Telesur, agencia noticiosa creada por iniciativa del presidente venezolano Hugo Chávez Frías para derribar la dictadura mediática impuesta al Tercer Mundo por el Imperio, que el mundo se enteró del crimen de lesa humanidad que se está cometiendo contra los habitantes y la tradicional fisonomía de esa urbe que aún muestra las huellas de un desastre natural que dejó miles de muertos, heridos, damnificados y desplazados, tragedia cuya magnitud pudo haber sido atenuada, de no ser por la negligencia, incompetencia e irresponsabilidad de George W. Bush y sus cercanos colaboradores. Porque nadie olvida, y mucho menos los sobrevivientes, el criminal comportamiento del presidente, del vicepresidente y la secretaria de Estado estadounidenses, pues mientras Katrina se abatía sobre Nueva Orleans sumergiéndola bajo las aguas, Bush tocaba alegremente la guitarra en una fiesta privada; Cheney, jugaba golf en un exclusivo club y Condoleezza Rice, compraba finos zapatos en la Quinta avenida de Nueva York. A esa actitud de desprecio por la seguridad y las vidas de los habitantes de Nueva Orleans, se sumó la incapacidad de la Agencia oficial responsable de las medidas de prevención y posterior rescate y salvación de los miles de personas atrapadas en las viviendas convertidas en mini islas rodeadas de las aguas en las que flotaban cadáveres y escombros, cuyos funcionarios ignoraron las advertencias delos expertos sobre el mal estado de los diques que represaban las crecidas aguas del lago Portchartrain, y que al ceder, socavados por las olas inundaron la ciudad. Tampoco lo hizo mejor la Guardia Nacional, institución entre cuyasfunciones figura la de actuar en situaciones de emergencia y desastre interno, debido a que, para el momento de la tragedia cientos de sus efectivos habían sido enviados a Irak y participaban en el genocidio que el Imperio y sus aliados cometían y aún siguen perpetrando en esa nación del Medio Oriente, por lo que un contingente de ellos debieron regresar intempestivamente al país para actuar en unas labores de rescate y salvamento que no cumplieron a cabalidad. El falso orgullo del “Nerón del siglo XXI”, también contribuyó a que el saldo de víctimas aumentara, al rechazar la generosa oferta de ayuda del gobierno revolucionario de Cuba, para enviar, como siempre lo hace cuando se produce una catástrofe en cualquier parte del mundo, un contingente de mas de mil médicos y apoyo material consistente en hospitales de campaña, carpas y medicamentos, que fueron concentrados en el aeropuerto de La Habana junto a los aviones que deberían trasladarlos a Nueva Orleans, a espera de que el prepotente Bush desistiera de su posición. Tardía fue por otra parte, la reacción del mandatario quien, para neutralizar la avalancha de críticas surgidas en el mundo en respuesta a su criminal negligencia y caprichosa actuación frente a la tragedia, viajó a la destruida ciudad para ofrecer un multimillonario proyecto de ayuda humanitaria y un vasto plan de reconstrucción que hasta ahora no se han concretado, engañosa y falsa oferta que puso una vez más en evidencia la innata capacidad que para mentir posee George W. Bush , como lo hizo cuando, para invadir a Irak, aseguró que Bagdad poseía armas de destrucción masiva En la víspera del segundo aniversario de la tragedia, fue puesta al descubierto la conspiración que contra Nueva Orleans y sus habitantes negros, adelantan el gobierno y la empresa privada, cuando, a través de varios reportajes de Reed Lindsay, enviado especial de Telesur a esa ciudad, se destapó la “olla podrida” de la conjura organizada para expulsar de la ciudad a los afroamericanos y borrar su folclórica y tradicional fisonomía urbana, en una nueva y macabra versión de Guernica, Lídice, May Lai y Faluya, solo que esta vez se les mata lentamente. Porque hoy, sobre la ciudad del sur estadounidense y su gente negra se ha desatado el mismo racismo que alimentó a las hordas hitlerianas que destruyeron las ciudades del país checo y de la nación vasca, y el mismo odio de la soldadesca yanqui que masacró a los niños y mujeres del pueblo vietnamita y de la ciudadela iraquí, solo que los crímenes que allí se cometieron en el siglo XX palidecen frente al horror que el Imperio y su modelo capitalista, están desatando en Nueva Orleans en pleno siglo XXI, que según se pensaba, sería una era de paz, amor y armonía. La descripción que hace Lindsay a través de un extraordinario trabajo periodístico, realizado en el propio corazón de Nueva Orleans pone al desnudo el terrible drama que vive la población negra de la ciudad, al señalar que “poco a poco, los desplazados del huracán Katrina están volviendo a Nueva Orleans, pero no todos han encontrado casas. Docenas de personas están durmiendo en el parque ubicado frente al Ayuntamiento pues no tienen casa desde que regresaron, no encuentran trabajo y n las pocas casas que han quedado en pie los alquileres se han duplicado, no tienen un lugar para vivir, y en su esfuerzo para mejorar su situación, los habitantes del parque han creado una organización denominada “Orgullo de los sin techo”, (Homeless’s Pride) para exigir al gobierno que les de un hogar donde vivir.” Resulta, según destaca el periodista, que las viviendas destinadas a la gente de escasos recursos, como lo es la mayoría de los negros de Nueva Orleans, y cuyo alquiler era subsidiado, fueron clausuradas de forma permanente ´a pesar de que muchas de ellas puedan ser ocupadas, por no haber sufrido un daño severo que restrinja su habitabilidad, pero según han denunciado “Los sin Techo“, están siendo demolidas para levantar en esos mismos espacios, cómodas y lujosas residencias para gente blanca de la clase media y alta. Y es que detrás de esa medida se oculta la figura del capitalismo salvaje y su modelo neoliberal que propician el desarrollo de la libre empresa y la privatización, que se erigen por encima de toda consideración y respeto, teniendo como único objetivo amasar riquezas a través el lucro desmedido y la usura, sostenes fundamentales de su estructura ideológica, lo cual les permite enriquecerse de manera ilegítima arrasando los recursos de los pueblos al dominar sus economías, sin importarles para nada el sufrimiento humano. Con esa acción de clausura y demolición de las viviendas subsidiadas, señala Lindsay, es dirigida, por `poderosos y ricos empresarios quienes con la anuencia cómplice del gobierno, desarrollan un macabro proyecto urbano orientado al establecimiento de una población burguesa blanca, más pequeña y más rica, que sustituya a la paupérrima y gran urbe que era Nueva Orleans antes del desastre y erradique del lugar, todo vestigio de negros pobres. La puesta en marcha del racista y demencial proyecto fue confirmada por uno de los magnates de la construcción que participan en el mismo, de apellido Konkavakov, quien le confesó con pasmoso cinismo al periodista durante la entrevista que este le hiciera ante las cámaras de Telesur que, “lo que necesitamos, al revés de Boston, Nueva York y San Francisco, es el aburguesamiento de la ciudad mediante el regreso de la población de ingresos medios, (toda blanca) de lo contrario, -agregó- la ciudad no tiene futuro.“ “El futuro de Nueva Orleans, siguió diciendo el empresario, se encuentra aquí, mientras le mostraba a Lindsay los planos que los arquitectos del grupo urbanista que preside han diseñado para la creación de “La futura Nueva Orleans”, en los que se incluía un dibujo de “Los Jardines del Río”, ubicado en un lugar llamado a ser un desarrollo urbano exclusivo, donde ya han sido arrasadas con el permiso del gobierno, decenas de viviendas que eran subsidiadas. En los “Jardines del Río”, señala Lindsay, ya se ha construido una tienda de la poderosa cadena de mercados Wallmart y eventualmente según le manifestó el magnate de la construcción, se levantará un complejo de viviendas, denominada “Comunidad de Ingresos Mixtos” de las cuales, -le dijo - un 40 por ciento serán destinadas para alojar a los antiguos habitantes de viviendas subsidiadas”, pero en la práctica, según se conoció ese porcentaje es mucho más bajo que el 40% citado por Konkavakov. Mientras el empresario conversaba al enviado especial de Telesur en suoficina, decenas de miembros de la organización de “Los sin Techo”, marchaban por la calle, portando pancartas con letreros que exigían la reapertura de las viviendas subsidiadas que aun quedan en pie mientras otros gritaban consignas de protesta contra la demolición de las mismasy acusando al gobierno de haberse aprovechado del huracán Katrina para expulsar de la ciudad a la población pobre (negros en su gran mayoría). Otros manifestantes que observaban a un grupo de empresarios y funcionarios reunidos en las proximidades del Ayuntamiento denunciaron abiertamente la comisión de un presunto acto de corrupción cometido en el marco de las negociaciones celebradas entre el gobierno y los empresarios que llevaron a la demolición las viviendas subsidiadas y a la construcción en su lugar, del complejo urbanístico, gritándoles: “Están repartiéndose entre ellos el dinero bajo la mesa” -expresó uno de ellos- mientras les dirigía una mirada que exhibía una mezcla de enojo e ira para agregar seguidamente: “pagaron más de la suma acordada para quitar las placas que identificaban a muchas de ellas como habitables, con el fin de impedir que fueran reconstruidas y reabiertas.” Aunque su denuncia fue aplaudida por sus compañeros de marcha, sus palabras fueron ignoradas por aquellos a quienes estaban dirigidas. Lindsay, reveló en ese reportaje, que “apenas la mitad de las personas que vivían en Nueva Orleans antes del huracán Katrina han regresado a la ciudad. Una cantidad desproporcionada de ellas provienen de las clases media y alta, mientras que a los pobres, en su mayoría negros, les ha costado volver y esta tendencia ha sido aplaudida por la burguesía blanca. Por otra parte, y durante un recorrido que realizó por la ciudad, el enviado de Telesur fue testigo del doloroso drama que viven los miles de pacientes negros que carecen de seguro médico, quienes antes del desastre provocado por Katrina, recibían atención medica y medicinas de forma gratuita en el viejo hospital público de Nueva Orleans, clausurado a raíz de la tragedia, alegando las autoridades que carecía de seguridad. ya que su sótano fue inundado por las aguas. Un grupo de abnegados médicos, muchos de ellos blancos, luego de limpiar el edificio, continuaron atendiendo a los enfermos que allí acudían, pero uno de ellos, entrevistado por Lindsay denunció que fueron echados por la fuerza por la policía, acusando de esa acción a las autoridades de la Universidad Estatal, institución que operaba el centro asistencial y que en el marco de la conspiración contra Nueva Orleans y su población negra, realizan, -según manifestó- un saboteo para impedir su rehabilitación y adelantan planes para construir un nuevo hospital, pero no público, sino debidamente privatizado. El facultativo que hizo la denuncia, al protestar por el cierre del hospital que recibía unas 150.000 visitas de urgencia otras 250.000 visitas de clínica al año, destacó el impacto negativo que su clausura ha tenido para la comunidad, al revelar que la tasa de mortalidad en Nueva Orleans, registra un aumento del 47 por ciento en los dos últimos años, asociando el incremento de la misma, a la falta de una institución tan vital para la protección de la salud y vida de sus moradores, como lo era el antiguo hospital público de la ciudad. El huracán Katrina pasó hace dos años por Nueva Orleans, pero, mas que el dolor que provocó esa tragedia, al corazón y a la conciencia planetaria le duele mucho más el crimen de lesa humanidad que cometen un gobierno genocida y un grupo de ambiciosos empresarios quienes, cegados por el racismo y la perversa práctica de la privatización, están desdibujando para siempre el rostro la tradicional fisonomía y la memoria cultural de la ciudad al levantar sobre sus ruinas una exclusiva urbe de blancos y expulsar de su seno al pueblo que le dio vida y alegría en las mágicas notas del blue y el jazz.
jueves, 30 de agosto de 2007
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