Durante la década de 1970, el cambio en el patrón tecnológico relativizó de tal manera la obtención de plusvalía que nació un marco geopolítico y geoeconómico que aún busca acomodo. La década de los años 80 se denominó perdida por la preeminencia de las inversiones indirectas sobre las directas forjando enfrentamientos interimperialistas que dominaron los años 90 hasta la actualidad.
Justamente, el imperialismo yanqui aupó la fuga masiva de capitales y la deslocalización de sus unidades de producción a otras zonas geoeconómicas, lo cual dejó hondas repercusiones sociales y económicas tanto en su suelo nacional como en el caso de América Latina.
Hoy en día Trump busca revertir, por la vía de la relocalización de capitales, el mal causado por las forma de acumulación y explotación de capitales legitimado por las distintas administraciones que lo precedieron desde Nixon hasta Biden.
Si bien su ultranacionalismo aspira defender de igual manera el “capital” y no el “trabajo” porque, según las declaraciones de Musk, las inversiones de capital se harán en economías limpias que generan poco empleo en vista del proceso de robotización en marcha y hacia su perfección.
En consecuencia, la guerra comercial llevada adelante por Trump crea una ilusión óptica a sus connacionales que aspiran el pleno empleo. La verdad, la Reserva Federal requiere una contabilidad hemisférica que pueda controlar por la vía del quiebre del mundo multipolar.
La lucha de clases se recrudece, la guerra financiera y comercial interimperialista se profundiza. Mientras Trump acusa a China de todos sus males, Musk legitima la guerra de quinta generación con un componente ideológico antimarxista.
¿Qué aspiran? La vuelta del pensamiento único, una geopolítica bajo la “bota” gringa, es decir, “patios traseros” sin Estado interventor, el supremacismo anglosajón, el dualismo raza inferior/raza superior y calificar de “marxista” a toda disidencia.
Llegó la hora de retomar con fuerza las organizaciones sindicales y la grandeza del partido comunista, sin la presencia de oportunistas. Reordenar a los trabajadores y campesinos y el estudio militante del marxismo endógeno nuestroamericano trata de un mandato moral y político. ¡La lucha de clases es el motor de la historia! ¡Por eso temen!
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