Hay que tratar de comprender los problemas Yukpa, e indígenas en general, desde adentro y en su propio contexto.
Un importante, si no el más importante, motivo subyacente, sigue siendo el terrible racismo y endorracismo antiindígena heredados de la Colonia y recrudecidos por la República hasta el día de hoy, pese al inmenso avance normativo gracias a la Constitución bolivariana de 1999 y numerosos instrumentos jurídicos de allí derivados.
Muchos de nosotros hemos podido escuchar la diafanidad del discurso Yukpa en apoyo y defensa de sus reclamos, valores y principios, aun con todas las limitaciones de un español imperfecto y no escolarizado.
Si auscultamos un poco lo realmente dicho por estos hombres y mujeres, su deseo profundo es vivir en paz en su tierra, practicar la agricultura y otras actividades, algunas hasta vinculadas con el mercado externo; no ser molestados por hacendados, mineros, combatientes irregulares, narcotraficantes y otros criminales, ni siquiera intervenidos por nuestras tropas regulares; porque la misma Constitución les permite, y hasta propicia, proseguir su vida colectiva y bajo la égida de su identidad histórica.
Ello implica la posesión y ejercitación de sus normas sociales, el desenvolvimiento autónomo de su lengua y cultura milenaria, y el respeto a sus patrones de asentamiento que -por un privilegio especial en esta época de genocidio e intereses corporativos de toda laya- responden ampliamente a la necesidad de conservar el ambiente, la biodiversidad; y la explotación y uso extremadamente cuidadosos de nuestros recursos energéticos.
Además, los indígenas -mejor que nadie- le han garantizado al Estado venezolano hasta la fecha la integridad del territorio nacional, ya que no hay comparación posible entre un poblador o colono migrante-golondrina, quien hoy se asienta en un sitio y mañana se marcha al confín opuesto del mundo; y una comunidad indígena milenaria resuelta a permanecer en su lugar de asentamiento tradicional, hasta el límite de sus posibilidades y aun frente a innegables peligros etnogenocidas en su contra
Los indígenas, en este caso los Yukpa, actúan con criterio autónomo, de algún modo auto-empoderados como lo quiere el mismísimo Estado venezolano con su omnipresente Poder Popular y la creación, un tanto improvisada y apresurada, de una red de comunas en el país.
Ahora bien, los Yukpa ya tienen ese socialismo comunal hace bastante tiempo y lo ejercen de la manera más contundente, si observamos sus protestas colectivas incluso en la ciudad de Caracas y ante las máximas instituciones de la República!
Finalmente, por ahora, quisiera dejar sentado que mi toma de posición no propende a idealizar y magnificar las sociedades indígenas, además de estar claro en el peso de la aculturación compulsiva y la presión etnocida que han distorsionado muchas de sus pautas originarias. Más que diálogo de sordos, simplemente no hay diálogo para nada, ya que los propios sordos -con el perdón de nuestros dignos compatriotas no oyentes- brillan por su ausencia. Los científicos sociales comprometidos también nos creemos con derecho a intervenir en la problemática, sin pretender poseer la verdad revelada.
NO A LA PALESTINIZACIÓN DE LA SIERRA DE PERIJÁ.
Yo, a título personal e interpretando otras opiniones suficientemente consultadas y conocidas, mantengo inalterable mi optimismo de que habrá una solución y esta podrá darle un gran ejemplo a Venezuela y al mundo, tal como Nicaragua en su momento resolvió magistralmente, y con efectos hasta hoy y a futuro, el secular problema de los pueblos de la Costa Atlántica.
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