Antonio Aponte
A nadie se le ocurre mandar a confeccionar un traje con quién no posea conocimientos de sastrería, o intentar operar la apéndice, sin haber estudiado. A nadie se le ocurre resolver un problema de matemática superior sin ninguna preparación, sólo con la intuición. O pilotear un avión con el mero conocimiento que da la vida, que aprendió en la calle.
Sin embargo, no es la misma actitud hacia algo vital como la política, o la filosofía. En estas ramas del conocimiento todos nos sentimos sabedores, opinamos y actuamos sin ninguna exigencia previa, sin ninguna herramienta de análisis, desprovistos de instrumentos conceptuales. A los requerimientos políticos respondemos desde la espontaneidad.
¿Por qué ocurre esto?
La cuestión no es trivial, esta situación es pilar fundamental de la dominación, porque condena al dominado a la ignorancia en áreas indispensables para la lucha emancipadora.
El artilugio es muy eficaz y difícil de rebatir, se basa en el siguiente principio: el pueblo, el soberano, lo sabe todo, nunca se equivoca, él sabrá resolver todos los asuntos que la vida le plantee. Esto es válido sólo para la política, la filosofía, etc. Para otras ramas se exigen conocimientos profundos.
Toda la trama perversa intenta apartar al pueblo del conocimiento revolucionario universal, privarlo de esta experiencia indispensable para la emancipación, condenarlo a un “inventar o errar” en el aire, inoperante.
Quién diga que el pueblo necesita estudiar con rigor para salir de la ignorancia, que debe aprender el conocimiento acumulado, que existen personas que saben y que pueden ayudar a que otros sepan, será calificado de elitesco, e inmediatamente condenado al desprecio.
Una Revolución debe romper este cepo, ir a sus orígenes y allí derrotarlo. Veamos.
En Venezuela, después de la derrota del sesenta prosperó una especie de anarquismo dañino, el fundamento de ese anarquismo es: “el no reconocimiento de los diferentes niveles de conciencia emancipadora en los dominados, y el desconocimiento de los mecanismos de esa dominación.”
De este error se deriva la inutilidad de organizarse y de estudiar. Si todos sabemos todo, en el momento necesario sabremos que hacer: ¿Para qué organizarse? Si todos sabemos todo ¿Para qué estudiar? con extraer del conocimiento que está en nuestro interior es suficiente.
Estudiar indica aprender, con humildad, de otros que ya aprendieron. Esta humildad, que permite aprender cosas nuevas, es la base de la herencia cultural, el pasado maestro del futuro es la base de la humanidad. Despreciar, no estudiar el conocimiento acumulado en toda la historia humana, es una soberbia tonta.
Es oportuno recordar un fragmento de uno de los que antes supo, nos dice Martí:
“Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive, es ponerlo a nivel de su tiempo para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote, es preparar al hombre para la vida.”
Añadimos nosotros: prepararlo para el Socialismo.
¡Chávez es Socialismo!
A nadie se le ocurre mandar a confeccionar un traje con quién no posea conocimientos de sastrería, o intentar operar la apéndice, sin haber estudiado. A nadie se le ocurre resolver un problema de matemática superior sin ninguna preparación, sólo con la intuición. O pilotear un avión con el mero conocimiento que da la vida, que aprendió en la calle.
Sin embargo, no es la misma actitud hacia algo vital como la política, o la filosofía. En estas ramas del conocimiento todos nos sentimos sabedores, opinamos y actuamos sin ninguna exigencia previa, sin ninguna herramienta de análisis, desprovistos de instrumentos conceptuales. A los requerimientos políticos respondemos desde la espontaneidad.
¿Por qué ocurre esto?
La cuestión no es trivial, esta situación es pilar fundamental de la dominación, porque condena al dominado a la ignorancia en áreas indispensables para la lucha emancipadora.
El artilugio es muy eficaz y difícil de rebatir, se basa en el siguiente principio: el pueblo, el soberano, lo sabe todo, nunca se equivoca, él sabrá resolver todos los asuntos que la vida le plantee. Esto es válido sólo para la política, la filosofía, etc. Para otras ramas se exigen conocimientos profundos.
Toda la trama perversa intenta apartar al pueblo del conocimiento revolucionario universal, privarlo de esta experiencia indispensable para la emancipación, condenarlo a un “inventar o errar” en el aire, inoperante.
Quién diga que el pueblo necesita estudiar con rigor para salir de la ignorancia, que debe aprender el conocimiento acumulado, que existen personas que saben y que pueden ayudar a que otros sepan, será calificado de elitesco, e inmediatamente condenado al desprecio.
Una Revolución debe romper este cepo, ir a sus orígenes y allí derrotarlo. Veamos.
En Venezuela, después de la derrota del sesenta prosperó una especie de anarquismo dañino, el fundamento de ese anarquismo es: “el no reconocimiento de los diferentes niveles de conciencia emancipadora en los dominados, y el desconocimiento de los mecanismos de esa dominación.”
De este error se deriva la inutilidad de organizarse y de estudiar. Si todos sabemos todo, en el momento necesario sabremos que hacer: ¿Para qué organizarse? Si todos sabemos todo ¿Para qué estudiar? con extraer del conocimiento que está en nuestro interior es suficiente.
Estudiar indica aprender, con humildad, de otros que ya aprendieron. Esta humildad, que permite aprender cosas nuevas, es la base de la herencia cultural, el pasado maestro del futuro es la base de la humanidad. Despreciar, no estudiar el conocimiento acumulado en toda la historia humana, es una soberbia tonta.
Es oportuno recordar un fragmento de uno de los que antes supo, nos dice Martí:
“Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive, es ponerlo a nivel de su tiempo para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote, es preparar al hombre para la vida.”
Añadimos nosotros: prepararlo para el Socialismo.
¡Chávez es Socialismo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario