viernes, 28 de agosto de 2009

En Bariloche se libra otra batalla por la paz y libertad sudamericana.


Hernán Mena Cifuentes


El destino parece haber escogido las llanuras y cumbres de los Andes como lugares de triunfo de la libertad y dignidad del pueblo sudamericano, y así como Bolívar y Sucre vencieron ayer al imperio español en Boyacá, Carabobo, Bomboná, Pichincha y Ayacucho, será en Bariloche donde las armas de la paz están llamadas a alcanzar una victoria moral sobre el espíritu de guerra del imperio y su más servil lacayo.

Es en ese enclave turístico de los Andes Patagónicos, donde tendrá lugar mañana la Cumbre Extraordinaria de Unasur convocada por la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner ante el llamado hecho por su homólogo venezolano Hugo Chávez Frías, quien en la III Cumbre de la organización realizada en Quito, dijo: “cumplo con el deber moral de alertar que vientos de guerra comienzan a soplar.”

Se refería el jefe del Estado venezolano, a las siete bases militares yanquis en Colombia, cuya inminente instalación ha activado las alarmas en pueblos y gobiernos de la región generando en algunos preocupación, y en otros, como Chávez, Correa y Evo, el más firme rechazo, convencidos como están de que, más que una amenaza, se trata de una fase más del proyecto hegemónico de dominación diseñado por el Imperio para conquistar al mundo.

Pero los gobernantes progresistas y revolucionarios que asisten a la Cumbre de Bariloche, no buscan una victoria por la fuerza de las armas, sino la victoria de la paz a través del Derecho y la razón con el fin de frenar los vientos de guerra que soplan peligrosamente desde Colombia, amenazando con incendiar toda la región, en virtud de la amenaza que representan para sus pueblos, la presencia allí, de esos enclaves militares con su letal arsenal bélico.

Y es que, algunos de mandatarios como el presidente venezolano Hugo Chávez Frías, estadista y militar estudioso del arte de la guerra, están conscientes de que las bases yanquis a ser asentadas en territorio del país neogranadino bajo el subterfugio de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico tienen como único objetivo su utilización como punta de lanza para adueñarse, no sólo de América del Sur sino también de África.

Se trata de las bases de Malambo, Apiay, Larandia, Tolemaida, Bahía Málaga, Palanquero y Cartagena, cadena de fortificaciones ubicadas en las costas del Pacífico y el Caribe; en los llanos orientales y en el sur y centro del país, a ser reforzadas con 800 militares y 400 “contratistas” –léase mercenarios- yanquis, helicópteros, cazabombarderos aviones de transporte y dotadas de radares, vigilancia satelital y otros sofisticados sistemas y equipos de guerra.

Tan poderosos dispositivos bélicos, le garantizan a EEUU la capacidad de lanzar una ofensiva devastadora contra la región y África, como lo advirtió ayer Chávez durante el acto de instalación de una Base de Paz en Paraguaipoa, Guajira venezolana, programa que ejecutan gobierno y pueblo bolivariano, junto con la organización Colombianos por la Paz, como respuesta al Plan de Guerra que adelanta Washington y Bogotá a través de las bases militares.

Ese enclave pacifista, como otros instalados en varias partes del país y eventualmente en algunos puntos de Colombia, se inscriben en el marco del proyecto que por iniciativa del mandatario y la senadora Piedad Córdova, fue diseñado para promover la paz y evitar un conflicto entre dos pueblos hermanos, como la guerra civil que desde hace más de medio siglo desangra al país vecino, instigada y propagada por el Imperio y la oligarquía colombiana.

Y es en esa trinchera de paz y dignidad que representa la Cumbre de Bariloche, que la paz buscará la victoria a través de una condena al imperio más poderoso de la historia y al más abyecto y ruin de sus vasallos por haber sembrado vientos de guerra en la región con su proyecto de instalar esas bases, puntas lanza de una invasión dirigida a adueñarse del petróleo y el gas de la Franja petrolífera del Orinoco, del agua y la biodiversidad de la Amazonía.

La batalla se vislumbra como ardua por la resistencia que opondrá el enemigo, ya que Obama, el mandatario yanqui, en un acto de descortesía hacia su homológo brasileño Lula da Silva, quien le invitó para que asistiera a la Cumbre, se negó a hacerlo, aduciendo, a través de un vocero, que EEUU no es miembro de Unasur, cosa que no sería un impedimento, ya que lo haría en calidad de “invitado”, y además, anunció que no enviaría ningún representante a la cita.

Por su parte, el astuto y ladino Uribe, después de eludir el bulto al no asistir a la III Cumbre celebrada en Quito, anunció que iría a Bariloche, no sin antes intentar una serie de elementos de distracción con el fin de agregar a la agenda de la reunión nuevos puntos para impedir no haya tiempo suficiente de llegar a una toma de decisión de condena a la presencia de las bases militares.

Entre las maniobras que Uribe intentará en Bariloche, figura la de exigir explicaciones a Brasil por la compra de armas que ese país hizo a Francia, por un monto de 9 mil millones de euros, y que incluye la adquisición de 5 submarinos, reclamo al que el presidente Lula ya ha respondido a través del canciller Celso Amorín, quien declaró que “Brasil no tiene nada que esconder y está dispuesto a dar todas las explicaciones que sean necesarias.”

Pero el ministro no dijo solo eso sino, que el resto de su respuesta cayó como una bofetada sobre el rostro del lacayo, al decir que “no es lo mismo hacer un acuerdo de compra para la FFAA que aumentar la presencia de tropas extranjeras en territorio de Colombia.”

Otra maniobra de distracción tan cursi y ridícula realizada por Uribe, fue la adelantada a través de su representante ante la OEA acusando al presidente Chávez de intervenir en los asuntos internos de Colombia denuncia que fue inmediatamente rechazada por Roy Chaderton, embajador venezolano ante el organismo hemisférico.

El veterano diplomático calificó como elemento de distracción la denuncia de su colega, y manifestó en una breve pero dura crítica dirigida al Estado colombiano, que “hay países que por infortunio parecen adictos a la guerra, naciones incapaces de resolver sus problemas, que no hacen sino desarrollar una permanente política de conflicto internacional.”

En Centroamérica, -dijo Chaderton- se llegó a una paz difícil y hasta polémica pero que ha probado ser duradera, en cambio, después de sesenta años, Colombia no avizora la paz sino que es un escenario de extensión de la guerra y la violencia”, y agregó, coincidiendo con el presidente Chávez que, “por donde quiera que se establezcan las bases militares, los vientos que las acompañan son de guerra.”

En este sentido, el diplomático, recordó lo acaecido en Vietnam, donde EEUU, comenzó enviando un pequeño grupo de asesores a unas bases militares instaladas en ese país del Sudeste asiático, “y miren lo que pasó”, dijo al referirse a la sangrienta y prolongada guerra, en la que perecieron mas de tres millones de vietnamitas y 58 mil soldados yanquis, conflicto que culminó con la humillante derrota del Imperio, cuyo síndrome aun sufre el pueblo estadounidense.

Es la soberbia y prepotencia de quienes desde Washington con la ayuda de sus lacayos, lo que les induce a proseguir obstinadamente en su proyecto de dominación mundial, con 865 bases militares instaladas alrededor del planeta, pero es América Latina, por ser la región más rica de la tierra, donde EEUU, ha puesto su mirada codiciosa desde hace más de un siglo.

Confirma esa amenaza que siempre deben tener presente y jamás olvidar nuestros pueblos, la visión de uno de sus gobernantes, William H. Taff, quien en 1912 dio a conocer, un diabólico proyecto expansionista, el cual citó Eduardo Galeano en Las venas abiertas de America Latina y que sintetiza los planes de conquista y dominación que el Imperio ha diseñado para la región.

“No está lejano el día, -predijo hace 87 años Taff- que tres banderas de barras y estrellas señalen en sitios equidistantes la extensión de nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemisferio será nuestro de hecho, como en virtud de nuestra superioridad racial ya es nuestro moralmente.”

Cumpliendo con ese principio del “Destino Manifiesto” que señala el camino a seguir por todo gobernante yanqui, Obama está obligado a seguir los dictados que emanan del Pentágono, como lo es la decisión de los “Think tanks”, las mentes tenebrosas que desde las sombras manejan los hilos del poder en Washington, de instalar siete bases militares en Colombia, es una orden que no puede desobedecer, y mucho menos el títere de Uribe.

Chávez, lo sabe muy bien, pues horas antes de partir hacia Bariloche, manifestó que “Venezuela no tienen ninguna expectativa de que Colombia vaya echar para atrás un acuerdo que ya a estas alturas se convirtió en una obligación imperial para el país neogranadino. Ni que el presidente Uribe, quisiera echar para atrás ese acuerdo, -agregó- creo que no lo podría hacer. Colombia está perdiendo la soberanía.”

De allí que la batalla a librarse en Bariloche, no estará dirigida impedir la instalación de esos enclaves bélicos, -lo cual es virtualmente un hecho- sino a la conquista de una victoria moral que condene a ese proyecto generador de vientos de guerra y arroje al basurero de la historia a un Judas que traicionó los anhelos de paz de su pueblo y que pretende, como lacayo del Imperio, llevar a toda la región las llamas del conflicto que hoy consumen a Colombia.

Pero, no ha de ser el único objetivo a cumplir en Bariloche, ya que allí y después de esa cumbre, deberán concertarse estrategias para enfrentar la guerra a desatar desde esas cabeceras de playa que son las siete bases militares yanquis, “siete puñaladas”, clavadas en el corazón de nuestros pueblos, que solo con la unidad y voluntad de lucha heredadas de Bolívar, podrán vencer a ese imperio en decadencia y su vasallo, si es que se atreven a invadirlos.

Y si como se teme, ello llega a suceder, ojalá no sea demasiado tarde, y el invasor no encuentre a nuestros pueblos divididos inmersos en la indecisión y duda por no haber hecho caso a la advertencia que hizo el Comandante Chávez, cuando en Quito dijo: “Cumplo con el deber moral de alertar que vientos de guerra comienzan a soplar”, palabras que, si se las lleva el viento, se cumplirá inexorablemente el siniestro vaticinio de William H. Taff.

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