Alba Trejo
"Violaban a las mujeres, las ponían a cuatro patas, luego les disparaban metiendo el arma en el recto o en la vagina. También mandaban hacer 'percha' con las mujeres: por una sola pasaban 20 ó 30 soldados. Si caía bien la mujer, la dejaban ir, a otras las mataba el último que pasaba de ellos".
"Enseguida los soldados empezaron a separar a la población por sexo, encerraron a los hombres en el juzgado auxiliar y a las mujeres en la escuela. Entre las mujeres, seleccionaron a 14 adolescentes, las trasladaron a la iglesia donde las violaron entre varios soldados durante más de una hora".
Los anteriores son testimonios de la violencia sexual vivida durante el conflicto armado interno en Guatemala, consignados en el documento Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI).
Veinticinco años después, junto a cientos de mujeres más, las víctimas de esta violencia buscan visibilizar los delitos sexuales considerados "crímenes" y que permanecieron en el silencio, como algo que ocurrió en la guerra y que el Estado no consideró atender como una prioridad.
Las sobrevivientes de los delitos sexuales cometidos por miembros del ejército y de las Patrullas de Auto Defensa Civil (PAC) encontraron apoyo en Actoras de Cambio, una organización que ha investigado durante cuatro años la situación de las mujeres víctimas del conflicto armado.
Son mujeres mayas que rompieron el silencio para que se sepa la verdad y de esa forma la población a la que pertenecen las deje de criticar y culpabilizar, señala Liduvina Méndez, miembro de Actoras de Cambio.
Es romper el silencio y devolver el alma a las mujeres que la habían perdido. Para comprender por qué sucedió, para transformar la realidad y sentar las bases para que los crímenes sexuales no vuelvan a suceder, explica.
Ruth del Valle, de la Comisión Presidencial para los Derechos Humanos (COPREDE), indica que en las agresiones se utilizó la tortura vinculada a la sexualidad, no sólo con el riesgo de que las mujeres resultaran embarazadas o contagiadas de alguna infección, sino porque eso las "manchaba" frente a sus compañeros o comunidad.
"En varios de los testimonios que recibí, las mujeres fueron rechazadas después por sus compañeros, familiares y vecinos, porque estaban 'sucias' y llevaban la semilla del opresor", destacó a SEMlac Del Valle.
Detalla además la selectividad con que actuaban los agresores: escogían a jóvenes en edad reproductiva, para agredir y denigrar a la comunidad, y a las ancianas —comadronas, abuelas, madres, maestras— para dañar la cultura.
Los informes "Guatemala: Nunca más" del Proyecto REMHI, y "Memoria del Silencio" de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, reconocieron que las violaciones sexuales llegaron a constituir una verdadera arma de terror, y tuvieron su extrema gravedad entre 1980 y 1983.
Pero ninguno de los dos informes investigó los hechos de violencia sexual con la misma profundidad que los otros crímenes.
Tampoco se hicieron recomendaciones al respecto para que el Estado asumiera su obligación de garantizar el derecho a la verdad, la reparación y la justicia para las víctimas.
La violación sexual ha sido considerada un botín en las guerras, indica Orlando Blanco, Secretario de la Paz (SEPAZ).
Este país centroamericano vivió un conflicto armado que duró 32 años y finalizó con la firma de la paz en 1996. Dejó al menos 45.000 fallecidos y medio millón de refugiados, viudas y huérfanos.
El funcionario de SEPAZ afirma que las violaciones sexuales revistieron modalidades crueles y dijo a SEMlac que el objetivo de los militares era el castigo ejemplar: sembrar el terror.
El Ejército cometió graves violaciones. Una muestra fue encontrar los cadáveres de las mujeres desnudas, mutiladas y con hemorragias vaginales, destaca Blanco.
A eso se suma la desvalorización y degradación. A las indígenas, en medio del enfrentamiento armado, las llamaban "carne". Decenas de testimonios dan cuenta de un léxico discriminatorio contra las mujeres, a quienes la guerra golpeó con más fuerza.
"Los soldados decían: 'carne nueva nos vamos a echar'. Lo cierto es que toda mujer capturada, de cualquier edad, era violada. A cualquier hora. Después las ejecutaban y se reían de la forma en que fallecían", se relata en otro de los testimonios recogidos.
Por estas razones, la lucha en Guatemala por conocer la verdad, la dignificación de las víctimas, el resarcimiento y la justicia son un baluarte para la construcción de una sociedad democrática, un objetivo permanente de las organizaciones de las víctimas y de los derechos humanos, destaca Blanco.
Las sobrevivientes, sus familiares y comunidades, así como las organizaciones sociales, plantearon diferentes iniciativas para que el Estado asumiera su responsabilidad de resarcir el daño causado durante el enfrentamiento armado interno.
Mediante el primer Festival regional por la memoria "Mujeres y Guerra", las organizaciones convocaron a toda la sociedad guatemalteca a dialogar y conocer esta parte silenciada de la historia, "nuestra historia como mujeres mayas y mestizas de este país", se subraya en la convocatoria.
La iniciativa es una forma de romper el tabú, reconocer todo lo que enfrentaron ?en particular las mayas? y romper la estigmatización que vivieron en sus familias, comunidades y pueblos. Ellas sobrevivieron a "los atentados más profundos contra su cuerpo, su alma y su dignidad", se subraya en el comunicado de Actoras de Cambio.
También, la necesidad de "reconocer la responsabilidad del Estado en estos crímenes sexuales, y denunciarlos como crímenes de lesa humanidad.
Actoras de Cambio busca dignificar a las víctimas no solo económica, sino social y moralmente. De ahí que el tema será discutido en la segunda semana de agosto, durante el encuentro denominado "Del dicho al hecho: políticas públicas en violencia sexual contra las mujeres en contexto de conflicto armado interno: promesas y realidades", en el que participarán representantes de Colombia, Perú y Guatemala.
El encuentro busca conocer la propuesta de cada uno de los países para garantizar los derechos a la verdad y justicia de la población afectada.
De igual forma, que se le provea de una restitución, indemnización, rehabilitación y se garantice que no se repetirán esos hechos. Se evaluarán de igual forma cuán viables resultan las políticas públicas para las víctimas propuestas por parte del Estado.
"Violaban a las mujeres, las ponían a cuatro patas, luego les disparaban metiendo el arma en el recto o en la vagina. También mandaban hacer 'percha' con las mujeres: por una sola pasaban 20 ó 30 soldados. Si caía bien la mujer, la dejaban ir, a otras las mataba el último que pasaba de ellos".
"Enseguida los soldados empezaron a separar a la población por sexo, encerraron a los hombres en el juzgado auxiliar y a las mujeres en la escuela. Entre las mujeres, seleccionaron a 14 adolescentes, las trasladaron a la iglesia donde las violaron entre varios soldados durante más de una hora".
Los anteriores son testimonios de la violencia sexual vivida durante el conflicto armado interno en Guatemala, consignados en el documento Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI).
Veinticinco años después, junto a cientos de mujeres más, las víctimas de esta violencia buscan visibilizar los delitos sexuales considerados "crímenes" y que permanecieron en el silencio, como algo que ocurrió en la guerra y que el Estado no consideró atender como una prioridad.
Las sobrevivientes de los delitos sexuales cometidos por miembros del ejército y de las Patrullas de Auto Defensa Civil (PAC) encontraron apoyo en Actoras de Cambio, una organización que ha investigado durante cuatro años la situación de las mujeres víctimas del conflicto armado.
Son mujeres mayas que rompieron el silencio para que se sepa la verdad y de esa forma la población a la que pertenecen las deje de criticar y culpabilizar, señala Liduvina Méndez, miembro de Actoras de Cambio.
Es romper el silencio y devolver el alma a las mujeres que la habían perdido. Para comprender por qué sucedió, para transformar la realidad y sentar las bases para que los crímenes sexuales no vuelvan a suceder, explica.
Ruth del Valle, de la Comisión Presidencial para los Derechos Humanos (COPREDE), indica que en las agresiones se utilizó la tortura vinculada a la sexualidad, no sólo con el riesgo de que las mujeres resultaran embarazadas o contagiadas de alguna infección, sino porque eso las "manchaba" frente a sus compañeros o comunidad.
"En varios de los testimonios que recibí, las mujeres fueron rechazadas después por sus compañeros, familiares y vecinos, porque estaban 'sucias' y llevaban la semilla del opresor", destacó a SEMlac Del Valle.
Detalla además la selectividad con que actuaban los agresores: escogían a jóvenes en edad reproductiva, para agredir y denigrar a la comunidad, y a las ancianas —comadronas, abuelas, madres, maestras— para dañar la cultura.
Los informes "Guatemala: Nunca más" del Proyecto REMHI, y "Memoria del Silencio" de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, reconocieron que las violaciones sexuales llegaron a constituir una verdadera arma de terror, y tuvieron su extrema gravedad entre 1980 y 1983.
Pero ninguno de los dos informes investigó los hechos de violencia sexual con la misma profundidad que los otros crímenes.
Tampoco se hicieron recomendaciones al respecto para que el Estado asumiera su obligación de garantizar el derecho a la verdad, la reparación y la justicia para las víctimas.
La violación sexual ha sido considerada un botín en las guerras, indica Orlando Blanco, Secretario de la Paz (SEPAZ).
Este país centroamericano vivió un conflicto armado que duró 32 años y finalizó con la firma de la paz en 1996. Dejó al menos 45.000 fallecidos y medio millón de refugiados, viudas y huérfanos.
El funcionario de SEPAZ afirma que las violaciones sexuales revistieron modalidades crueles y dijo a SEMlac que el objetivo de los militares era el castigo ejemplar: sembrar el terror.
El Ejército cometió graves violaciones. Una muestra fue encontrar los cadáveres de las mujeres desnudas, mutiladas y con hemorragias vaginales, destaca Blanco.
A eso se suma la desvalorización y degradación. A las indígenas, en medio del enfrentamiento armado, las llamaban "carne". Decenas de testimonios dan cuenta de un léxico discriminatorio contra las mujeres, a quienes la guerra golpeó con más fuerza.
"Los soldados decían: 'carne nueva nos vamos a echar'. Lo cierto es que toda mujer capturada, de cualquier edad, era violada. A cualquier hora. Después las ejecutaban y se reían de la forma en que fallecían", se relata en otro de los testimonios recogidos.
Por estas razones, la lucha en Guatemala por conocer la verdad, la dignificación de las víctimas, el resarcimiento y la justicia son un baluarte para la construcción de una sociedad democrática, un objetivo permanente de las organizaciones de las víctimas y de los derechos humanos, destaca Blanco.
Las sobrevivientes, sus familiares y comunidades, así como las organizaciones sociales, plantearon diferentes iniciativas para que el Estado asumiera su responsabilidad de resarcir el daño causado durante el enfrentamiento armado interno.
Mediante el primer Festival regional por la memoria "Mujeres y Guerra", las organizaciones convocaron a toda la sociedad guatemalteca a dialogar y conocer esta parte silenciada de la historia, "nuestra historia como mujeres mayas y mestizas de este país", se subraya en la convocatoria.
La iniciativa es una forma de romper el tabú, reconocer todo lo que enfrentaron ?en particular las mayas? y romper la estigmatización que vivieron en sus familias, comunidades y pueblos. Ellas sobrevivieron a "los atentados más profundos contra su cuerpo, su alma y su dignidad", se subraya en el comunicado de Actoras de Cambio.
También, la necesidad de "reconocer la responsabilidad del Estado en estos crímenes sexuales, y denunciarlos como crímenes de lesa humanidad.
Actoras de Cambio busca dignificar a las víctimas no solo económica, sino social y moralmente. De ahí que el tema será discutido en la segunda semana de agosto, durante el encuentro denominado "Del dicho al hecho: políticas públicas en violencia sexual contra las mujeres en contexto de conflicto armado interno: promesas y realidades", en el que participarán representantes de Colombia, Perú y Guatemala.
El encuentro busca conocer la propuesta de cada uno de los países para garantizar los derechos a la verdad y justicia de la población afectada.
De igual forma, que se le provea de una restitución, indemnización, rehabilitación y se garantice que no se repetirán esos hechos. Se evaluarán de igual forma cuán viables resultan las políticas públicas para las víctimas propuestas por parte del Estado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario