Caracas,30 Mar. ABN (Aurelio Gil Beroes).-
Con la expectativa del mundo entero y la exigencia de encontrar paliativos a los efectos de la crisis del sistema capitalista, los representantes de las veinte naciones más industrializadas, agrupadas en el llamado G-20, inician su reunión anual este jueves 2 de abril, en Londres. Se trata de una reunión ordinaria, la reunión anual, sólo que, en esta oportunidad, ocurre en medio de la más aguda crisis del sistema capitalista, cuyos devastadores efectos resquebrajan la economía planetaria, y que han llevado a hablar, incluso, de la necesidad de “refundar el capitalismo”. El encuentro ha estado precedido de consultas y encuentros bilaterales entre mandatarios como el celebrado este lunes, en Berlín, entre el presidente ruso, Dimitry Medvedev, y la canciller alemana, Angela Merkel. Origen El G-20 es el resultado de la sumatoria de varios factores y tiene su origen en el llamado Grupo de los 8, que integran las naciones industrializadas más poderosas: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia. El G-8 nació en 1973, en una reunión celebrada en San Juan de Puerto Rico, promovida por el entonces Secretario del Tesoro estadounidense, George Shultz. Inicialmente no figuraba Rusia, país que se suma en la reunión de Denver, Colorado, en 1997. Después, en 1998 se agregan 10 países de los considerados economías emergentes, que son: Brasil, India, Suráfrica, México, Argentina,China, Indonesia, Arabia Saudita, Kenia, Nueva Zelandia, y el bloque de la Unión Europea como un solo miembro. Nace así el G-20. Con el encuentro de este jueves en Londres, los integrantes del grupo habrán celebrado 10 reuniones. En estos encuentros y, en forma general, pasan revista a la situación política del mundo y al orden de la economía. La situación de hoy Los representantes de las principales economías del mundo tienen, como tema central ineludible, la crisis que presenta el capitalismo a nivel mundial, iniciada como una debacle financiera, pero que hoy afecta sensiblemente a la llamada economía real, la economía productiva, la producción industrial. Tanto en los Estados Unidos, donde se inició la crisis, como en otras economías, gobiernos y empresarios han demandado la intervención del Estado, para detener la debacle generada por el desenfreno económico neoliberal y poner orden. El neoliberalismo sin defensores Entre los hechos más relevantes de esta cumbre del G-20, seguramente destacará la posición de la mayoría de los presidentes y jefes de gobierno, presentes, de rescatar el papel regulador del Estado en el desenvolvimiento de las actividades económicas. Este parece ser el cambio de perspectiva a seguir, luego de que a lo largo de los últimos años reafirmaron invariablemente los beneficios de la globalización neoliberal, y un estímulo sostenido a los mecanismos que lo posibilitan. Entre estos figuran: liberalización comercial y financiera, libertad del mercado laboral,y políticas económicas deflacionarias, es decir, de bajos precios en los bienes y servicios. Los preceptos del John Maynard Keynes para atajar la crisis de la gran depresión (crisis capitalista de 1930) y que tuvieron vigencia hasta los primeros años de la década de 1970, parecen estar de regreso. El neoliberalismo, que ya ha dejado una secuela de pobreza y miseria en América Latina parece que, definitivamente, tendrá que arriar velas, en medio de las turbulencias de esta gran tormenta que ya ha provocado el naufragio de buena parte de los gigantes financieros capitalistas y que amenaza con hundir también a grandes industrias de la llamada “ economía real”, en los cinco continentes, arrastrando consigo el presente y el futuro de millones de seres humanos. En lo concreto deberán surgir medidas para combatir y desmantelar los llamados paraísos fiscales, donde se asienta el producto de la especulación financiera improductiva, es decir al margen de la economía real. El desafío ético Uno de los asuntos que deberán atender los jefes de las principales economías del mundo es el relativo a los afectados por la crisis. Hasta ahora, las soluciones esgrimidas tanto en Estados Unidos como en Europa, se orientan a apuntalar a bancos e industrias en problemas, dejando por fuera a los afectados, a los ciudadanos de carne y hueso. Esto es lo que ha dado vigencia a la odiosa fórmula de bancos e industrias quebradas, pero banqueros e industriales prósperos. El presidente brasileño Lula da Silva ha dicho que en la cumbre reivindicará el papel tutor del Estado sobre la economía y la perspectiva de que las soluciones a los problemas generados sea favorecer a los afectados y no a los banqueros e industriales causantes de la debacle. El curso de las soluciones El G-20 no tiene capacidad para poner en práctica las políticas que logre definir. Estas son debatidas y aprobadas, pero, en su implementación, el grupo, institucionalmente, no tiene forma de concretarlas. Estas políticas se materializan sólo a través del poder que estos países tienen en instancias internacionales de decisión política, como los son: el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial de Comercio. En esos organismos tienen capacidad de presión o de imposición y actúan siempre en forma coaligada. La expectativa está latente. El mundo espera resultados concretos. El neoliberalismo parece quedarse huérfano.
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