domingo, 8 de febrero de 2009

Prisionero que volvió de la selva para denunciar los crímenes de Uribe.

Hernán Mena Cifuentes

Alan Jara, el quinto prisionero liberado esta semana por las FARC, tras pasar 2760 días cautivo, arrostrando los peligros de la selva, enfermedades y la pesadilla de morir, no víctima de las balas de la guerrilla, sino de las bombas que lanzaba el ejército colombiano, destapó ante del mundo, “la olla podrida”, donde Álvaro Uribe Vélez, jefe del Estado terrorista y forajido colombiano cocina el caldo de una guerra cuyo fuego atiza con chantajes, intrigas y mentiras. Jara logró penetrar a lo largo de las declaraciones que hizo el martes a pocas horas de ganar la libertad, hasta lo profundo de las raíces del trágico drama que vive el pueblo neogranadino y analizar con la sinceridad y espontaneidad del hombre del Llano, el desempeño de sus actores principales, desnudando las miserias de un régimen que entregó la soberanía y dignidad del país a un Imperio, y la lucha desplegada por una organización guerrillera para recuperarlas. Sus revelaciones sobre lo que vivió y evidenció durante su permanencia en jungla, como el trato y protección recibidos por sus captores, la inacción y renuencia del gobierno para acordar un acuerdo humanitario y la existencia de las Fuerzas Revolucionarias de Colombia, Ejército Popular, que se nutre cada día de nuevos combatientes y está muy lejos de ser derrotada, derribaron el andamiaje de mentiras, calumnias y chantaje levantado por el gobierno de Uribe durante años, y pusieron al descubierto sus crímenes. El ex gobernador del Meta denunció todo eso, con la valentía que no tuvieron otros hombres y mujeres que regresaron a la libertad gracias al proceso unilateral y voluntario que las FARC-EP viene adelantando con miras a lograr el canje humanitario de miles de prisioneros de ambos bandos, poniendo así al desnudo la perversidad del mandatario neogranadino que se opone al mismo, ajeno al sufrimiento de los cautivos, de sus madres, padres, esposas, esposos e hijos que claman por su libertad. Ha sido un proceso accidentado, caracterizado por la intransigencia de Uribe y, que sólo gracias a la paciencia, perseverancia y firmeza de quienes lo auspician desde su principio, desde las FARC-EP, Chávez y Córdoba hasta las organizaciones Pro DDHH como Colombianos y Colombianas por la Paz, ha podido cosechar tanto éxito y hasta podría conducir, una vez superada la intolerancia que lo pretende frenarlo, a la liberación de todos los cautivos y a la definitiva paz de Colombia. A la decisión de la guerrilla se adhirió la senadora colombiana Piedad Córdova quien junto con las FARC-EP invitaron al presidente venezolano, Hugo Chávez Frías, a sumarse a sus esfuerzos, y previa autorización de Uribe, dada por la presión de la opinión pública, se realizaron las primeras liberaciones en las que actuaron como garantes un grupo de gobernantes latinoamericanos, hasta que Chávez y Córdova fueron retirados abruptamente del proceso por el mandatario neogranadino. La decisión de Uribe generó una reacción de repudio y rechazo en todo el mundo y un sentimiento de tristeza, dolor y angustia entre los miles de familiares de los prisioneros, quienes vieron frustrados el sueño de ver en libertad a los cautivos, lo que no impidió que insistieran en solicitar la reincorporación de Chávez y Córdoba pero, temeroso y envidioso, el neogranadino insistió en mantener alejado a su homólogo venezolano, permitiendo reasumir la misión mediadora únicamente a la senadora. Y es que Uribe, como vasallo del Imperio no tolera la presencia de Chávez en cualquier escenario donde se aspire alcanzar espacios de justicia y equidad para el pueblo colombiano que desde hace medio siglo vive los horrores de una guerra fraticida cuyo fuego él atiza, apoyado por su ejército de asesinos, la oligarquía, los paramilitares, los barones de la droga, los políticos corruptos y la prensa mercenaria, que han sumido al país en un infierno de violencia, destrucción y muerte. El mérito Jara, alcanza mayor brillo por el hecho de haber tenido el coraje de denunciar sin ningún temor a un poderoso gobernante, responsable de tanto horror, como la perversidad de impedir que los miles de prisioneros que aún permanecen cautivos en la selva y en las cárceles de Colombia conquisten su libertad, hombres y mujeres y que hoy ya serían libres, de no ser por la irracionalidad de ese hombre que se niega a abrir las puertas de su cautiverio rechazando la humanitaria oferta de un canje humanitario. “Siento de todo corazón, que Uribe no hizo nada por la libertad de nosotros”, -expresó el ex gobernador del Meta, durante la entrevista ofrecida a los medios nacionales e internacionales escuchada y observada por millones de colombianos a través de la televisión en sus hogares y en las plazas donde se colocaron pantallas para seguir su desarrollo y transmitida también por TELESUR, un “!Yo Acuso!” desgarrador contra Uribe y su entorno de asesinos, indiferentes al dolor humano. Jara, se preguntó con ironía que, “Si la política de Seguridad Democrática (que adelanta el gobierno de Uribe Vélez) es tan fuerte y exitosa, ¿Será que la pone a tambalear un acuerdo humanitario?, criticando de esa forma la criminal estrategia de tierra arrasada que desde hace mas de 5 años viene desatando Uribe bajo ese eufemismo para cometer cuanto crimen se le antoje contra los derechos humanos en Colombia y más allá de sus fronteras, como lo hizo hace meses al violar el territorio ecuatoriano. A través de ella, Uribe pretendió regionalizar el conflicto interno, como lo intentó en marzo de 2008 al violar la integridad territorial de Ecuador para asesinar, con apoyo logístico de EEUU al comandante de la Raúl Reyes, una veintena de otros combatientes de las FARC-EP y a varios estudiantes mexicanos, maniobra que fracasó gracias a la intervención de los presidentes Chávez, Correa, Ortega y Cristina Fernández en la cumbre del Grupo de Río que condenó unánimemente al agresor. “La Seguridad Democrática” viola principios y valores de la sociedad civilizada, al premiar mediante el pago de recompensas, la delación y la traición, convirtiendo a sus miembros mas vulnerables en modernos Judas, unos, acuciados por la necesidad de superar la pobreza extrema en que viven y otros que, cegados por la codicia y la ambición, matan o entregan al amigo para ganarse un puñado de dólares bañados en sangre. Pero lo más ignominioso y perverso de la Política de Seguridad Democrática, consiste en los “Falsos Positivos”, denunciados igualmente por Jara, responsables de la muerte de miles de inocentes por parte de efectivos del ejército colombiano que, tras arrestarlos en redadas o retenes, son asesinados y luego presentados como insurgentes “dados de baja”, para demostrar la supuesta eficacia de la lucha contra insurgente, muchos de ellos sepultados en fosas colectivas. Y, es ese cliché “dado de baja”, aberrante expresión que la prensa mercenaria, negación de los principios y valores de una noble profesión, apostolado entre cuyas causas, además de la búsqueda y divulgación de la verdad figura el respeto a la dignidad de la criatura humana, utiliza cada vez que informa sobre el asesinato de un insurgente, aunque, como en la mayoría de los casos sucede, no se trate de un guerrillero, sino de un humilde campesino o el habitante de una barriada. Uno de esos espantosos crímenes ocurrió recientemente al descubrirse los cadáveres de una decena de jóvenes, moradores de un barrio pobre de Bogotá, secuestrados y luego ultimados por los militares, cuyos cadáveres aparecieron ocho meses después a cientos de kilómetros en Santander del Norte, en una fosa común, generando un escándalo que no pudo acallar Uribe, quien enfrentado a la denuncia de la Relatora para los DDHH de la ONU, se vio obligado a destituir a mas de una veintena de oficiales. Jara confirmó lo dicho por otros liberados, quienes como él, denunciaron haber sido atacados por aviones y soldados mientras se dirigían al punto señalado para su entrega a las misiones encargadas de llevarlos finalmente a la libertad, acción cobarde que atenta contra la integridad física de los miembros de las misiones encargadas de recibir a los prisioneros, de estos, y de los propios guerrilleros y que de la forma más cínica siempre ha sido desmentida por Uribe y su ministro de Defensa. Esta vez, la desfachatez del presidente y el ministro Santos al negar tales hechos, los hizo quedar en ridículo, cuando el periodista Jorge Enrique Botero, quien viajaba en uno de los helicópteros que sacaron a los cuatro primeros liberados en la primera fase del operativo realizado esta semana, denunció que había sido atacados por los militares, mostrando como prueba el grabador y la videocámara que registraron el suceso y cuyo contenido, prometió divulgar a través de un reportaje que publicará próximamente. Pero, lo que más preocupa a Uribe de todas las verdades dichas por Jara, es lo dicho al referirse a las condicione de las FARC-EP, tras décadas de enfrentamiento en desigual lucha contra el ejército colombiano, el más poderoso de América Latina con casi medio millón de efectivos (incluyendo la militarizada Policía Nacional) y dotado de las más sofisticadas armas y equipos, suministrados por EEUU que aún así, ha sido incapaz de vencer a la guerrilla. “Las FARC no están para nada derrotadas”, fue la expresión lapidaria que el ex gobernador del Meta, testigo excepcional de las condiciones que presenta actualmente la organización guerrillera, utilizó para derribar ese otro andamiaje de falacias y mentiras levantado por Uribe y su ejército de asesinos, desde el cual vienen anunciando al mundo y especialmente a su amo imperial, la falsa tesis de que la organización guerrillera ha sido virtualmente aniquilada y estaría al borde de la derrota. Nada mas lejos de la realidad, pues según Jara, la organización fundada por el mítico guerrillero Manuel Marulanda, “Tiro fijo”, está viva, cada vez mas fuerte y con la férrea voluntad para seguir luchando, en virtud de la savia juvenil que día tras día nutre sus filas, constituida cientos de hombres y mujeres que abandonan sus hogares y se internan en la selva para engrosar las filas guerrilleras para apoyar o sustituir a los veteranos caídos en combate. “En la guerrilla, -dijo- rara vez se ve gente mayor, hay mucha gente joven, la mayoría son de 18, 20 y 21 años. Ingresan a la guerrilla por diversos motivos, y mientras esas causas existan, la guerrilla no muere,” y al citar algunas de ellas, mencionó “la fumigación de las áreas de cultivos de coca y la falta de oportunidades laborales”, fumigaciones aéreas ordenadas por Uribe que lanzan químicos prohibidos y envenenan plantas que alimentan a los campesinos y también a estos, obligándolos a abandonar sus tierras. Es un éxodo doloroso y trágico el que protagonizan esos más de millones de desplazados, hombres, niños, jóvenes, ancianos y mujeres que huyen del hambre y de la muerte, deambulando sin rumbo alguno por la geografía colombiana, hasta que los más afortunados encuentran refugio en países hermanos como Ecuador y Venezuela, donde rehacen sus vidas mientras sueñan con volver un día a la patria, una vez que cese la guerra. Porque, las verdades dichas por Jara, además de destapar la “olla podrida” donde el régimen de Uribe, cocina el caldo sangriento de una guerra imposible de ganar, han abierto al pueblo colombiano un camino de esperanza al exponer una realidad que deja como único recurso para alcanzar la paz, la opción del diálogo incondicional entre las dos partes. Un diálogo de igual a igual, que otorgue a las FARC-EP, el estatus de fuerza beligerante, retirándole las falsas etiquetas de “Terrorista” y “Narcoguerrilla”, que Uribe les colocó por órdenes de su amo imperial, avaladas únicamente por sus socios europeos y la jerarquía de la Iglesia católica, ya que el resto del mundo, no apoya ni acepta esa calumnia contra miles de hombres y mujeres que arrostran los peligros de la selva, llevados por el ideal de ver libre y viviendo en paz al pueblo colombiano. Y el requisito impostergable, primer paso a dar para poner fin a la guerra fraticida que desde hace medio siglo desangra a Colombia, es el canje humanitario, propuesto por las FARC-EP, apoyado por Chávez, Córdoba, Jara y todos los hombres y mujeres justos del mundo, que libere, no solo a un reducido grupo de afortunados prisioneros, sino a todos y cada uno de los miles de hombres y mujeres cautivos de ambos bandos, cuyo regreso aguardan entre lágrimas y oraciones sus madres, hijos, esposas y esposos.

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