Iván Russa
La palabra desencanto no tiene cabida en el lenguaje de la revolución y los revolucionarios. Desencantarse de algo o de alguien, supone ignorar el abanico de opciones y herramientas con la que debemos luchar para alcanzar objetivos incluso, históricos.Es inimaginable que alguien se desencante de un líder, justo en el peregrinar del combate por las reivindicaciones sociales y políticas que acompaña la lucha revolucionaria.El presidente Hugo Chávez, camarada, compañero, hermano de lucha, ha logrado remover los cimientos del mundo contemporáneo con un discurso y accionar coherente, persistente y vertical, que se traduce en el sacudimiento de todas las naciones del orbe, con logros fácticos en países de nuestra Patria Grande, que ya comienzan a deslindarse del “amo anglosajón”. Con pretensiones y propuestas sólidas que van amalgamándose en una suerte de bastión de la dignidad y soberanía de los pueblos y estados latinoamericanos y caribeños.Las venezolanas y venezolanos identificados con estos loables propósitos apoyamos sistemáticamente el proceso de cambios que el Jefe del Estado venezolano impulsa. Quien se canse que coja su “cachachá” y tome los atajos de la traición o del “culillo” y que lo llame desencanto o como le dé la gana llamarlo.No es lo mismo creerse capaz de hacer algo, que hacerlo realmente. Y quien crea que podemos seguir haciéndonos respetar -por los Estados Unidos y el resto de los países que pretenden continuar tratándonos como su patio trasero- sin la conducción de Hugo Chávez, están bien pelaos.Quienes dicen que los venezolanos se están decepcionando de Chávez por los índices de inseguridad existentes o por la ineficiencia de las instituciones públicas, en primer lugar, demuestran una carencia total de formación ideológica, militancia activa, disciplina y conciencia revolucionaria; en segundo lugar demuestran ser mas de lo mismo, es decir, loros de la contrarrevolución, negadores de la construcción de una nueva república, en fin, neo adecos, que como dice un camarada amigo “Un adeco es la tercera persona después de nadie”Que se bajen del tren de la Revolución Bolívariana, no será el último seguramente, pero lo verdaderamente importante es saber que en la siguiente parada, subirán nuevos milicianos… Nadie dijo que sería fácil, ni rápido… Son siglos de luchas de clases. Siglos de historia y de cultura, que no cambiaremos con un tris de dedos medios con anulares…Cuando escucho hablar de que la inseguridad y el burocratismo en los organismos públicos llevan a la gente a desencantarse me arrecho, porque esa vaina si es ignorancia y cobardía. Es como la pareja de esposos que cuando tienen la primera desavenencia comienzan a hablar del divorcio, como si la separación va a curar sus malas costumbres, fallas, frustraciones y complejos…Sin evadir la discusión crítica de los problemas y errores cometidos para rectificar, tenemos la obligación de rechazar a quienes nos hablen de desencantos y adopten actitudes contrarrevolucionarias y debemos hacerlo como una práctica cotidiana, porque necesitamos definir perfiles de luchadoras y luchadores auténticos ya que nuestros ministros, presidentes de instituciones públicas, no lo hacen y más bien se empeñan en mantener y colocar en puestos de “mando”, puestos claves dentro de la administración pública, a individuos que dan vergüenza y más que eso, mucha arrechera y asco.Funcionarios y no servidores públicos que se dan el tupé de hablar abiertamente contra nuestro líder fundamental, Hugo Chávez.El sacudón que viene es el interno y estoy seguro que se dará mas pronto de lo que se espera, porque ya raya en el descaro y nosotros los venezolanos, hemos demostrado una gran capacidad de aguante, pero también de fuerza y convicción a la hora de hacernos respetar. Basta de quintas columnas, de clanes y mafias… Sabemos quiénes son, donde están y somos mayoría.Desencanto, un coño…
sábado, 28 de febrero de 2009
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