Ana Cristina Chávez (*)
Si estuviera físicamente entre nosotros, el destacado científico, escritor, humanista y docente falconiano, Alonso Gamero Reyes, celebraría el 25 de este mes 86 años de vida, y digo físicamente, porque aunque fue sembrado un 27 de septiembre de 1980, sus ideales y visión del mundo académico permanecen hoy más vigentes que nunca.Justo ahora, cuando el Instituto Universitario de Tecnología que lleva su nombre en la ciudad de Coro, se convierte en Universidad Politécnica, su pensamiento aflora por doquier en cada aula, cada pasillo, cada espacio del IUTAG, impregnándolos de un agradable y contagioso aroma a revolución, a patria, al Ché, a Bolívar, e incluso a Ibrahim López García…Y es que a pesar de la resistencia al cambio, al conformismo, a la apatía, a los detractores y al dañino legado adeco y copeyano, puedo enorgullecerme de decir que nuestro amado tecnológico huele a pueblo, y sobre todo a cambio, a ruptura de paradigmas y a innovación.En pleno siglo XXI y en el marco del proceso revolucionario social, político, educativo, económico y científico que adelanta en Venezuela el presidente Hugo Rafael Chávez Frías, la transformación de los 29 institutos tecnológicos y colegios universitarios del país responde a la necesidad urgente de deslastrarnos de esa formación académica con visión capitalista y mercantilista y abrirnos a un nuevo tipo de educación que tenga como premisa el bienestar del ser humano con un enfoque colectivo en vez de individualista. Con todas las fallas que ha tenido en su ejecución la Misión Alma Máter por parte del Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior, ésta nació con el propósito de promover un nuevo concepto de educación universitaria que impulse los valores bolivarianos para alcanzar una sociedad más justa e inclusiva, y este objetivo ha obligado que los docentes, estudiantes, obreros y personal administrativo de los institutos que se someten al cambio, realizáramos una revisión y análisis exhaustivo de nuestra realidad académica, organizativa y funcional, contrastándola con la nueva visión de país.Los resultados tal vez no fueron tan halagadores, y es que descubrimos que estábamos trabajando de espaldas al pueblo soberano, a las comunidades, y al nuevo ciudadano y profesional que exigía la sociedad. En este sentido, el proceso de cambio, construcción y adaptación a una nueva metodología de enseñanza y aprendizaje es duro, complicado, y requiere de compromiso, responsabilidad, planificación, organización y mucho trabajo en equipo, pues se pretende formar hombres y mujeres con valores y principios humanistas, solidarios con el prójimo, con responsabilidad ética y comunitaria, consciencia ecológica y perspectiva sustentable.Ya en 1978, como miembro de la Comisión Organizadora de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, Alonso Gamero Reyes promulgaba lo siguiente: “Es evidente la necesidad que tiene el joven venezolano de aprender a trabajar con las manos, pues tradicionalmente se nos forma con mentalidad burguesa y burocrática y no es este el camino más idóneo para alcanzar el desarrollo integral de Venezuela.”Como pueden observar, lo que Gamero planteó hace 21 años cobra importancia frente a nuestra actual realidad venezolana, junto con su concepción de lo que deben ser las instituciones de educación superior: “Estas nuevas universidades deben estar fuertemente ligadas al proceso productivo, siguiendo cuatro vertientes fundamentales: prestación de servicios, producción de bienes, realización de investigaciones científicas, tecnológicas e industriales y la preparación de estudios y proyectos. Así formaremos técnicos en diferentes niveles y disciplinas profesionales y futuros investigadores.”Para ese entonces, Gamero destacaba la importancia del proyecto como vía de aprendizaje, hoy en las Universidades Politécnicas ese proyecto se convierte en el eje central del proceso educativo, juntos, estudiantes y profesores como hermanos, trabajaremos con y en las comunidades, investigando, proponiendo y brindando soluciones a las problemáticas que las afectan, y que por ende, como ciudadanos con visión humanista, solidaria y revolucionaria, también nos atañen. A 86 años de su natalicio, el ideal gameriano continúa vivo y la Universidad Politécnica de Falcón que llevará su nombre, debe honrar al insigne veleño que supo conjugar en su cuerpo, mente y espíritu la ciencia, la investigación, la comunicación, el arte y la poesía, convirtiéndose en un ser humano digno de emular y en todo un revolucionario del saber que logró hacer de sí mismo “un gigantesco polo positivo”.
(*) Lcda. Periodista y Docente del IUTAG.
anachavez28@yahoo.es
martes, 24 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario