sábado, 28 de febrero de 2009

El ajuste neoliberal: "El gran viraje"

Nellys E. Ramírez Díaz

Para finales de la década de los noventa era evidente que el proyectode modernización populista estaba agotado y rebasado por loscrecientes procesos históricos que habían emergido desde la mismalógica del sistema capitalista dependiente. Junto al modelo dedesarrollo que se “agotaba”, también se fracturaba un modelo dehegemonía que le había permitido al bloque dominante consolidar esemodelo de acumulación. En su lugar, emergía un proceso deredefinición y de enfrentamientos, no antagónicos, entre lasfracciones de clase del bloque dominante por el papel que cada unajugaría en el proyecto naciente, conocido como la “modernizacióntecnocrática” y que traía consigo un replanteamiento, no sólo, de lasformas de acumulación vigentes, sino de cuáles actores serán losprivilegiados en la redefinición de los ejes de acumulación del nuevomodelo. (López Maya, 1989: 288)El nuevo modelo que busca entronizarse, dentro del marco de laeconomía venezolana, se sustenta en una redefinición del papel delEstado dentro de la economía y la reorientación de la dinámica deacumulación no ya en el mercado interno, sino hacia el mercadomundial. La privatización sería la “punta de lanza” para redistribuirentre los socios del Estado, el poder que éste concentraba. Duranteel gobierno de Luis Herrera y luego en el de Jaime Lusinchi, secomenzaron a definir las tendencias macroeconómicas que seconcretarían definitivamente en el “Gran Viraje” de 1989.Mientras el nuevo esquema, definitivamente “neoliberal”, no terminabade fraguar, los gobiernos de Herrera y Lusinchi se caracterizaron porla aplicación de medidas que no aportaron ningún beneficio a la saludfiscal y económica del país, sino que por el contrario agravaron todoslos indicadores macroeconómicos:Algunas políticas de ajustes económicos trataron de aplicar losgobiernos de Luis Herrera Camping y Jaime Lusinchi, pero sincoherencia ni continuidad. El control de cambios fue mal administradoy la corrupción hizo su agosto; las importaciones se desbordaron; sepregonó austeridad fiscal y no se cumplió; la política monetaria fuecontradictoria y propició la salida del capital; el tratamiento de ladeuda externa fue desacertado. (Maza Zavala, Bohemia, Nº 1376, 13)Efectivamente, durante el último año del gobierno de Jaime Lusinchi(1988), se difirió por razones netamente electorales, la verdaderasituación crítica de la economía del país. Durante el año 1988, através de ingentes sumas de inversión y gasto público, el gobiernolusinchista pudo mantener un contexto ficticio, pero favorablepolíticamente, de falso bienestar y popularidad. En efecto, “haciafinales del año 1988, en plena campaña electoral, las encuestas deopinión pública le otorgaban al presidente Lusinchi, una popularidadcercana al 65%” (Prato Barbosa, Nelson, Cuad. Cendes, Nº 10: 13).Sobre este puente de popularidad pasaría el candidato oficialista paraalzarse, por segunda vez, con la presidencia de la República.Antes de entregar el poder a su compañero de partido en febrero de1989, el gobierno lusinchista se ve obligado a suspender el pago delos intereses de la deuda, puesto que era evidente el agotamiento delas reservas internacionales del país. No sólo a causa del costoeconómico que significó para el país el “mejor refinanciamiento delmundo” llevado a cabo por éste, sino también por la sangría y fuga dedivisas que significó RECADI, y todas las demás formas de corrupciónque se encumbraron en ese gobierno.En una explicación del cuadro general de la situación socio-económicadel país para principios del año 1989, Rafael Caldera decía losiguiente:Lusinchi elevó las cuotas de refinanciamiento y comprometió una cuartaparte del ingreso petrolero para el pago de la deuda...El tesoro quedóexhausto...para 1988, la deuda exterior era de treinta y tres milmillones de dólares (33.000 mill. $), a pesar de haber cancelado laexorbitante suma de 26.000 mil millones de $. Lusinchi dejó lasReservas Internacionales en apenas 6.000 millones de dólares que es latercera parte de la que existía en 1984...En el gobierno de Lusinchiel empobrecimiento crítico pasó de 14% al 40%...El índice de preciospara la población de menores recursos, que son los precioscomprendidos para los alimentos, bebidas y el tabaco superó durante elgobierno el 240% de incremento. (Caldera en Sanín, 1989: 232-253)En medio de este contexto se definió y decidió la implementación deuna serie de medidas económicas de corte neoliberal, llamadas aequilibrar las cuentas macroeconómicas.Tales medidas, según el planteamiento del gobierno, eran la únicasalida que le quedaba al país, luego de constatar el desastre de lasfinanzas públicas, para poder obtener créditos internacionales quepermitieran reflotar la economía. Sólo las medidas ayudarían aestabilizar los desequilibrios financieros y monetarios en los que seencontraba el país, argumentaban sus defensores.El paquete de medidas se aplica en el país, bajo el supuesto de que lapopularidad del mandatario lograría conjurar la carencia de consenso yde apoyo popular y político del mismo. Los costos políticos ysociales no fueron considerados como prioritarios a la hora deinstaurar las medidas, lo que evidenciará a corto plazo gravesconsecuencias no sólo a la estabilidad democrática del país sino elcosto político que más adelante tendrían que pagar los partidos queapoyaron el paquete (AD-COPEI), y sus defensores más destacados.Los problemas heredados por Carlos A. Pérez para el momento deimplementar el paquete de medidas económicas, los resume el profesorVarela de la U.C.V. en los siguientes aspectos.1) Agotamiento de las Reservas Operativas del B.C.V.2) Cuantiosa deuda externa estructurada en cartas de crédito pendientes de pago.3) Represión de numerosos precios de bienes y servicios, o seainflación represada.4) Elevado déficit del sector público.5) Mercado financiero dual con doble juego de tasas de interés y concesiones.6) Desajustes en el sector agrícola.7) Tratamiento inadecuado de las exportaciones no tradicionales.8) Profundo deterioro del ingreso real de la gran mayoría de lapoblación venezolana. (AsoVAC, 1990: 4)Ante este cuadro crítico de desequilibrios macroeconómicos se recurreal plan de ajuste para estabilizar las cuentas nacionales y generar elexcedente monetario que permitiera reiniciar los pagos de la deudasuspendidos hacía finales del gobierno de Lusinchi. Así quedóestablecido en la Carta de Intención que firmó el gobierno de CarlosA. Pérez en Washington:El gobierno nacional mantendrá en los próximos años el programa dereformas estructurales en el área fiscal, cambiaria, comercial y en elsector financiero las cuales están orientadas a sentar las bases paraalcanzar un crecimiento económico sostenido y garantizar la viabilidadde la balanza de pagos durante los próximos años. (“MemorandaRelacionados con las Políticas Económicas de Venezuela”, El Mundo,3-03-89: 10)El gobierno, ante la delicada situación de déficit fiscal: 8 puntosdel PIB en el 86, 4.4 por ciento en 1987 y 9,9 por ciento en 1988,(Gonzatti, Rose Mary, El Diario de Caracas, 2-01-94: 23) y lacontracción de préstamos por parte de los organismos financierosinternacionales, decide (previa subordinación a las directricesimpuestas por dichos organismos) la puesta en marcha del paqueteeconómico.Aunque “el paquete” o ajuste neoliberal no contó con un apoyomayoritario, si hubo un total e irrestricto apoyo de los organismosinternacionales que elaboraron el plan. Es por ello que el soporteprincipal a estas medidas estuvo determinado por las oligarquíasfinancieras y por la banca transnacional, desde aquí emergió el“consenso” con el que se esperaba hacer viable dicho plan.Efectivamente “...quienes se han impuesto hasta el momento, en elnuevo modelo de acumulación, han sido las que favorecen un modeloeconómico basado en el libre juego del mercado, representado por untrinomio de intereses como lo son el capital internacional en alianzaa una burguesía y una clase política ‘transnacionalizada’.” (RodríguezRojas, El Globo, 9-03-93: 24).Las medidas específicas que tal correlación de fuerzaseconómico-políticas implementaron se pueden sintetizar de la siguientemanera:...a) decisión de acudir al F.M.I. y someterse a su programa con elfin de obtener aproximadamente 4.500 millones de dólares en tres años;b) liberación de las tasas de interés activas y pasivas en todo elsistema financiero; c) unificación cambiaria con la eliminación de latasa de cambio preferencial, determinación de la tasa de cambio en elmercado libre de divisas y realización de todas las transacciones conel exterior a la nueva tasa flotante; d) liberación de los precios detodos los productos a excepción de 18 renglones de la canasta básica;e) incremento gradual de las tarifas de servicios públicos comoteléfono, agua, electricidad y gas doméstico, y sinceración general delos precios de las empresas públicas; f) aumento anual durante tresaños de los derivados del petróleo en el mercado nacional, con unprimer aumento del 100% en el precio de la gasolina y un primeraumento de las tarifas del transporte público en un 30%; g) aumentosde sueldos en la administración pública central entre el 5% y el 30% eincremento del salario mínimo en las áreas urbanas y rural; h)racionalización y eliminación progresiva de los aranceles a laimportación; i) reducción del déficit fiscal a no más del 4% del PTB.Las medidas contempladas en a), b), c), d), f), g), i) eran deaplicación inmediata. (Purroy en Serbín (ed), 1993: 115-116)Con estas medidas se establecen metas trimestrales para el paquete, yen la medida en que se vayan cumpliendo los Lineamientos del Plan seirán abriendo las líneas de créditos (endeudamientos) para el país.En este sentido, es necesario recordar que detrás de la propuesta deliberalización de la economía, diversificación de las exportaciones einserción de nuestro mercado al proceso de globalización mundial loque subyace realmente es la entrega, una vez más, de la soberanía ycapacidad de nuestro país a poderes extranjeros mediante el cautiveriode la deuda. El capital transnacional había iniciado una nueva fase deexpansión que significaría el control definitivo de los mercadosprotegidos por aranceles y medidas proteccionistas.En el memoranda relacionados con las políticas económicas deVenezuela, en su punto número doce, se reconoce que “...Venezuelaenfrenta unas brechas de financiamiento externo significativas”, (ElMundo, 03-03-89: 10). Pero ante este cuadro se espera que dichasbrechas sean cubiertas con más endeudamiento. Es decir, deuda nuevapara pagar deuda vieja, de hecho... “Se espera que estas brechaspuedan cubrirse mediante nuevos préstamos provenientes de losorganismos multilaterales y a través de acuerdos de financiamiento conla banca comercial internacional bajo la forma de nuevos préstamos”(Ibídem). El efecto que estas medidas de liberación de las capacidadesespeculativas de las fuerzas del mercado, ha tenido en el país y enel continente son desastrosas.El llamado “Gran Viraje” ha operado acrecentando la riqueza y el podereconómico en un extremo y repartiendo la miseria y depauperaciónsocial en el otro. El economista accióndemocratista Iván Pulido Moradeclaró, para aquel entonces, luego de los sucesos del 27 y 28-F que“...el plan de ajustes del gobierno de CAP sólo estaba redistribuyendola pobreza. Dado que el peso de las medidas económicas descansa sobreun noventa por ciento de la población, que apenas rasguña el cuarentapor ciento de la riqueza creada” (Pulido en Sanín; 1989: 91).Es precisamente por esos efectos de concentración que polariza a lasociedad en dos extremos brutalmente diferenciados, lo que convierteal ajuste neoliberal en un factor específico que agudiza y devela lascontradicciones de una desigual realidad que hasta ayer, con un ciertodiscurso igualitarista y de unidad, y con una cierta redistribución dela renta petrolera se había podido mantener bajo pactos queapuntalaban el régimen de democracia representativa. El paquete demedidas, al exacerbar las contradicciones entre las clases sociales,termina por fracturar el pacto social sobre el cual se habíanconstruido las bases sociales del consenso y la legitimación. Aunquede hecho, a partir del 18-F de 1983, se había comenzado a fracturarlas bases del pacto sobre el que se fundamentó el “sistema populistade conciliación de élites”.Este agotamiento del patrón de acumulación no implicó, necesariamente,que la transferencia que el Estado dirigía hacia el bloque dominantese agotara, sino que se racionaliza. Es decir, dentro del mismobloque dominante se discrimina con mayor fuerza la renta en funcióndel poder de cada fracción de clase. Y, por otro lado, al disminuirel volumen de renta, implica que unos actores deberán sacrificar suconsumo y aumentar su tributación para mantener el nivel deacumulación de los actores privilegiados. La renta a distribuir esmenor, pero la élite la sigue usufructuando y el Estado se sigueendeudando para garantizar el nivel de acumulación al que acostumbró alas élites durante los períodos de bonanza petrolera. En todo caso, larenta se “agota” para el resto de la población, quienes ahora con elesquema de acumulación fiscalista e impositivo serán quienes paguen elnivel de consumo de las élites y “la modernización” del Estado.La reforma fiscal descarga en los hombros de los sectores de la clasemedia y trabajadora el costo del funcionamiento del “nuevo Estado”.Este costo social lo pagarán con impuestos, inflación, aumentos delcosto de los servicios y combustible los sectores populares, he aquíla esencia del ajuste estructural: el pacto deja de ser populista ypasa a ser exclusivamente de élites. El Estado se ve en la obligaciónde “racionalizar” la renta a la hora de la redistribución internaatendiendo a la capacidad de presión de los actores privilegiados,bajo el entendido de que “...las relaciones de poder determinanprincipalmente la distribución del ingreso...” (Prebish 1981: 76) deallí se desprende que los sectores dominados, estructuralmente ysecularmente marginados del usufructo de esta renta, solo podránacceder a ella en la medida en que los mecanismos no consensuales comoel conflicto y la protesta popular, obliguen al Estado burgués asatisfacer las necesidades de estos sectores.En este contexto, el ajuste neoliberal que se iba consolidando, fuepermitiendo que el carácter expoliador y excluyente del sistemacapitalista dependiente agudizara sus inherentes mecanismos deexplotación y exacción, lo cual serviría para develar el doblediscurso de una sociedad dividida de polo a polo por estructuraseconómicas que niegan, de plano, el carácter igualitarista que elideologizante discurso político pretendió irradiar.A partir de 1989 se pudo evidenciar cómo el ejercicio del podereconómico se había concentrado cada vez más en una minoría queacentuaba la oligopolización y monopolización de la economía, lo cualtrajo como consecuencia enfrentamientos dentro del mismo bloque en elpoder. Es decir, algunos actores no se sintieron beneficiados con elesquema de liberalización económica, lo cual ayudó a resquebrajar laaparente homogeneidad del bloque en el poder.Este proceso de concentración de la riqueza del poder de decisión enuna fracción de clase cada vez más minoritaria, permite que por lamisma dinámica del proceso capitalista dependiente se agudice por unlado, los intereses por controlar el patrón de acumulación másbeneficioso a cada fracción del bloque en el poder: bonos cero cupón,mini devaluaciones diarias, eliminación arancelaria, liberación de lastasas de interés bancario, apertura comercial, privatizaciones, etc.;políticas económicas que permitían la consolidación de la burguesíafinanciera como rectora del proceso de acumulación; pero por otrolado, mientras este proceso avanza y se consolida, se agudiza tambiénel conflicto, la presión social y la miseria generalizada en el restode la población. De manera que, el esquema de ajuste neoliberalagudiza la capacidad de repuesta de la población por tres razonesespecíficas:Primero, porque a pesar de poder impulsar el crecimiento económico, noes generador de desarrollo en el sentido amplio que hoy entendemos.Segundo, porque sus supuestos de racionalidad económica sonprofundamente mecanicistas e inadaptables, por lo tanto, a lascondiciones de países pobres, donde la miseria no puede erradicarsecomo consecuencia de la liberalización de un mercado del que lospobres se encuentran, de hecho, marginados. Tercero, porque enmercados restringidos y oligopólicos, donde los grupos de podereconómico no se enfrentan a fuerzas capaces de limitar sucomportamiento, la actividad económica se orienta con sentidoespeculativo, lo que deriva en resultados concentradores que sonsocialmente inaguantables. (CEPAUR, 1986: 12)Los efectos del ajuste neoliberal, más allá de sus logros a nivelmacroeconómico, han sido funestos en toda América Latina. Sus costossociales han exacerbado olas de protesta en Argentina, RepúblicaDominicana, Perú, Brasil, en fin, ha puesto de manifiesto laincapacidad estructural de nuestras economías para responder, demanera efectiva, a las exigencias del recetario neoliberal. Y hapuesto en evidencia la incapacidad de ese modelo para generarcrecimiento económico con equidad social. Ahora, al descarnarse lapugna distributiva y los costos sociales que este paquete implica, lasrelaciones de clase se expresan como lo que son: relaciones de actoresantagónicos. Efectivamente, “...las relaciones de clase son relacionesde conflicto, no de compromiso” (Prezewoski, 1986: 46).La existencia de todo ese aparataje político-ideológico que funcionóefectivamente hasta 1989, había logrado disfrazar esas “relaciones deconflicto” bajo un manto de compromiso y conciliación. Manto que caea partir de 1989 junto con el subsistema partidista que lo encumbró.Así, el “ Gran Viraje” en el modelo económico también significaría elagotamiento de las bases legitimantes de esas viejas “relaciones decompromiso” del populismo.Efectivamente, al entrar en crisis la base material del sistemasocial, el “Estado Benefactor” que garantizaba el orden y dirimía losconflictos “distribuyendo” riquezas y administrando demandas, tambiénentra en crisis “...el síntoma más significativo al respecto es latendencia, cada vez más manifiesta en el desenvolvimiento de lacrisis, a la baja de los gastos sociales del Estado y al aumento desubsidios al capital privado” (Sonntang, 1989: 86).En medio de la crisis de un modelo que se agota y otro que no terminade encumbrarse y asumir las riendas del control social, los grupossociales menos favorecidos, por el carácter regresivo y especulativodel nuevo esquema, agudizan sus mecanismos de presión para tratar demantener o no perder su menguado acceso a la renta. Es por ello que...intentarán presionar por cualquier precio para que se mantenga suparticipación en el producto, el Estado no podrá satisfacer del todosus demandas, la función legitimadora del “Estado de bienestar”reducirá su fuerza en la medida en que el bienestar se limitará a serselectivo. (Ibídem: 86)Y en la medida en que se va “privatizando” la renta y se va cerrandoel acceso a ella de las mayorías, la presión social se torna másfuerte y sistemática, pues sólo el auge del conflicto social parecíaser la única vía de acceso para lograr la satisfacción de lasdemandas, o por lo menos la vía para plantear que tales demandasexistían. En este sentido, el ajuste neoliberal, que se inició en1989, no hizo otra cosa que exaltar esa “presión de compartimiento” dela renta.Este esquema liberó las fuerzas conflictivas y excluyentes inherentesal modo de producción capitalista dependiente en toda su intensidad.No se trata de que éstas no existieran antes, sino que hasta 1989,había prevalecido, en cierta manera, el costo político y social antesque la racionalidad económica:...la toma de decisiones públicas cruciales con visos antipopulares,no ha sido característico de la formulación de la política pública enVenezuela en el lapso democrático, a lo largo de estos años laobtención del consenso y la evaluación de costo político de lasdecisiones ha jugado un papel muy importante...la celeridad de estadecisión (programa de ajuste) se apoyó en dos consideraciones: a)Redefinir y mejorar las condiciones del refinanciamiento de la deudaexterna y la necesidad de obtener dinero fresco y b) una evaluaciónexageradamente optimista del apoyo popular con que contaba la nuevaadministración, que habiendo triunfado con un sólido respaldoconsideró que podía tomar decisiones difíciles aun a riesgo de perderpopularidad. (Kornblith, Miriam, CENDES, Nº 10: 24).Está pérdida del “horizonte social” en el nuevo esquema económicodeterminará, a muy corto plazo, la efervescencia popular por un lado ypor el otro la exaltación de la capacidad represiva y de coacción delEstado como mecanismo para garantizar la “armonía” perdida y laaceptación de las nuevas reglas del juego social. Pero, a pesar de laagudización de la violencia oficial, que busca frenar la protestasocial, ésta se ve acicateada, precisamente, porque las condicionesque la provocan permanecen intocadas. Y es que...por más que se piense, las reglas del juego del capitalismoperiférico no permiten atacar sus dos grandes fallas. Ni su sentidoexcluyente, que sólo podría corregirse con una más intensa acumulaciónde capital a expensa de los sectores privilegiados y de los ingresosque se transfieren a los centros, ni su sentido conflictivo que seacentúa cada vez más en el juego irrestricto de relaciones de poder...Hay en todo caso una gran paradoja. Cuando se acrecienta elexcedente hasta llegar a sus máximas dimensiones y continúa la“presión de compartimiento” el sistema reacciona tratando de seguiracrecentando el excedente y para lograr este objetivo se recurre alempleo de la fuerza. Sin embargo, el empleo de la fuerza no essolución, no hay otra solución que la transformación del sistema.(Prebish R., 1984: 45-46)En ese momento histórico, la crisis económica que parecía no tocarfondo haría languidecer la estabilidad política y social del país. Enla medida en que Venezuela se hundía en el abismo de la pobrezacrecía el descontento y la ira social “porque la historia nos enseñaque los pueblos toleran la miseria cuando ésta es generalizada... perono toleran, por mucho tiempo, la miseria comparada”. (Flores de laPeña, 1976: 146).Estaba naciendo el 27-F de 1989 y el 4-F de 1992…vistacha@gmail.com

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