Andrés Sal.lari
Medidas proteccionistas son la reacción natural ante la crisis estructural que vive el capitalismo. La implementación del “buy american (compre americano)” por parte de la nueva administración de Barack Obama es la muestra más evidente del fenómeno. Estas medidas constituyen un duro revés para los defensores del neoliberalismo y del libre mercado, y ha despertado reacciones desde los sectores y gobiernos más diversos. Mei Xinhu, funcionario del Ministerio de Comercio chino, aseguró que su país será víctima de la política proteccionista estadounidense, que según el plan de rescate aprobado recientemente, obliga a sus empresas utilizar acero y otros productos nacionales si quieren recibir los beneficios que otorga el Estado. El texto original prohíbe el gasto de cualquier fondo de estímulo económico en planes “para la construcción, alteración, manutención o reparación de un edificio público o proyecto público a menos que todo el acero y hierro usados sean producidos en Estados Unidos”. El ministro de Finanzas japonés (la segunda economía mundial), también expresó su disconformidad. Desde Roma, donde se reunieron representantes de las 7 potencias, Shoichi Nakagawa, declaró que la práctica del “compre americano” distorsiona el comercio mundial y la calificó como “un desastre absoluto”. Desde Brasil se escucharon voces de protesta, el canciller Celso Amorim, dijo que la cláusula era un veneno, pero el Presidente fue más allá, “aseguró que no podía creer que los países ricos pasaron tres décadas diciendo que el comercio es la solución para los problemas del mundo y que lo hicieron porque tenían más productos para vender e intentaban convencernos a comprarlos”. Brasil admitió la posibilidad de presentar una demanda ante la Organización Mundial de Comercio (OMC). El Fondo Monetario Internacional (FMI), que se cansó de criticar cualquier medida antineoliberal en nuestro continente, no se pronunció sobre la medida proteccionista adoptada por EEUU. En la reunión del G-7 en Roma, los ministros de economía acordaron reformar el FMI y establecer reglas más rígidas para controlar el mercado, un hecho que hubiera resultado impensable 10 años atrás. La presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, rechazó desde Roma que su país impulse medidas proteccionistas: “Queremos asegurarles que estamos velando por sus intereses mientras apuntamos a que la economía estadounidense crezca. No creo que eso sea proteccionismo. Yo creo que es lo que cualquier país hace por sus trabajadores”. El presidente Obama estableció un tope de 500 mil dólares anuales para los sueldos de los ejecutivos de las empresas que son subvencionadas por el Estado. La portada de la revista Newsweek de la semana pasada tituló “We are all socialists now (Ahora somos todos socialistas)”, y citó el caso de las nacionalizaciones de la industria bancaria e hipotecaria durante la última etapa del Gobierno de George W. Bush. Según la revista estadounidense, las medidas implementadas por la administración Bush, pueden representar “una fuerte señal de socialismo”. Los efectos ante la inyección 176 mil millones de capitales públicos no se hicieron sentir y la semana pasada, demócratas y republicanos convocaron a banqueros al Congreso a rendir cuentas. “Quiero saber dónde se ha ido el dinero”, afirmó el diputado demócrata Paul Kanjorski. El parlamentario dijo a los ejecutivos que si los bancos no usaron el dinero, “por favor, encuentren una forma de recuperar el dinero antes de dejar la ciudad”. El economista Nouriel Roubini, publicó un informe en el que -parafraseando a la Unión Soviética-, ironiza sobre la creación de la USSRA (Estados Unidos Socialistas de América, en el que denuncia que “el mayor rescate y nacionalización en la historia de la humanidad viene de la administración más fanática e ideológica pro libre mercado de la historia de Estados Unidos. Estas son las personas que durante años vomitaron la retórica del libre mercado y el recorte de la intervención del gobierno en los asuntos económicos”. El embajador canadiense en Washington, Michael Wilson, aseveró que “EEUU perderá la autoridad moral para presionar a otros a no introducir políticas de proteccionismo”. Por la implementación de medidas como las documentadas en esta nota, los gobiernos estadounidenses han calificado como comunistas o populistas a distintos gobiernos de nuestra región, con esa excusa derrocaron a Jacobo Arbenz en Guatemala (1954), aplicaron el embargo contra Cuba (1961) y organizaron el golpe de Estado contra Salvador Allende (1973).
jueves, 19 de febrero de 2009
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