Obed Juan Vizcaíno Nájera
Toda transformación social, ideológica, cultural y política, lleva implícita dentro de si varios factores que la definen. La Revolución Bolivariana, tiene implícitos algunos factores que la definen en su contexto histórico y geográfico. Tiene la Teología de la Liberación, como uno de sus componentes fundamentales y pertinentes a la espiritualidad, entendiéndola como todo aquello que la trasciende materialmente.
¿Cómo podríamos nosotros definir una espiritualidad bolivariana en un proceso que es eminentemente político?
Se dice, que todo lo que el ser humano hace es cultura, también todo ser humano y todo proceso humano tiene una espiritualidad, que se concibe como creación intelectual, como producto del quehacer diario de personas como parte de un contexto político, social, cultural, religioso, entre otros.
La Revolución Bolivariana, tiene una profunda espiritualidad que la hace muy particular entre otras las revoluciones. Nace como una Revolución cristiana, en una sociedad que se ha definido como tal. También se complementa con todo aquel rico aporte de la espiritualidad y la cosmovisión, de las comunidades indígenas y afrodescendientes, que le dan trascendencia universal.
La Revolución se define como cristiana, porque muchos de nosotros y nosotras que somos cristianos y cristianas comprometidos, nos declaramos Revolucionarios, Socialistas y Bolivarianos. Tenemos por lo tanto, una manera de concebir a la Revolución desde nuestra perspectiva bíblica, confesional, y desde nuestro contexto eminentemente espiritual.
La Revolución, para que pueda ser cristiana debe definir a Dios, como Dios encarnado en nuestros diferentes contextos. Tiene que ubicar a Dios entre los marginados, explotados, olvidados de nuestro pueblo. Nos ubica, como sujetos reales de las transformaciones y de la liberación. En nuestro contexto, Dios toma un rostro humano con características latinoamericanas. Logrando así mostrar su naturaleza multicultural, pluriétnica y polisemia.
Particularmente, para nosotros y nosotras los cristianos revolucionarios venezolanos, Dios vive y se manifiesta en nuestro contexto, en el pueblo, que por primera vez tiene posibilidades de acceder al poder para construir una Nueva Sociedad, ese Mundo Otro, o como lo llamamos desde el lenguaje bíblico, Reino de Dios.
Dios en nuestra realidad venezolana y latinoamericana, debe ser concebido como Campesino, indígena, afro descendiente, mujer, niño, niña, indigente, inmigrante- emigrante. Dios en nuestro contexto no puede tener otro rostro que no sea el de su propio pueblo. Toda espiritualidad Liberadora bolivariana, para que sea autentica debe estar encarnada en nuestra gente.
Toda Espiritualidad liberadora bolivariana, debe tener como objetivo la liberación, a través de la concienciación y luchas concretas de nuestras comunidades. Esto quiere decir, que la acción de esa espiritualidad debe darse en un contexto particular, debe tener una geografía en la cual se haga acción liberadora por los pobres y debe tener también un contexto temporal. Todo esto forma el Kairos o tiempo de Dios. Es por eso que toda acción liberadora debe hacerse desde el pueblo mismo, con las comunidades desde los procesos pedagógicos liberadores que surgen en la lectura popular de la Biblia.
Toda espiritualidad tiene su razón de ser, la nuestra en este contexto revolucionario bolivariano y latinoamericano, tiene como finalidad la construcción de la Nueva Humanidad, como fundamento de la construcción de la Nueva Sociedad o Reino de Dios.
Siguiendo el ejemplo de Jesús, el Emmanuel, el Dios con rostro humano, la mejor forma de mostrar a la gente el rostro humano de Dios, es mostrar desde nuestras Comunidades de Fe, nuestro rostro solidario con los que sufren, con los explotados, con los marginados en cualquier parte del mundo.
Nuestra espiritualidad liberadora, debe rescatar el texto bíblico, como palabra de Dios que se encarna en el pueblo y se hace vida y liberación, desde el pueblo mismo. La Biblia se convierte en guía y método de liberación.
La espiritualidad que es liberadora, rescata el verdadero sentido de ser Comunidad de fe, reconstruye a la Iglesia restituyéndole su verdadera función de comunidad terapéutica, integradora, pedagógica, igualitaria y liberadora.
La espiritualidad liberadora, es profundamente Ecuménica, ella debe construirse desde la base de la unidad verdadera de los hombres y mujeres de buena voluntad. Debe abarcar a los que creen y a los que no creen como nosotros y nosotras. No puede encerrarse en los reduccionismos denominacionales o confesionales, sino que debe trascender los ghettos religiosos y culturales de todo tipo. La espiritualidad liberadora apunta hacia la construcción de la Nueva humanidad, esta trasciende a nuestras parcelas y estancos particulares.
La Espiritualidad Liberadora, debe ser verdaderamente revolucionaria, estar comprometida con la transformación de la humanidad y de nuestras sociedades capitalistas en particular, en las cuales se ha impuesto la idolatría del neoliberalismo consumista y salvaje y explotador.
Debe apuntar hacia el cambio de la sociedad, pero debe tener un objetivo más amplio, que no puede ser otro que la transformación de todo el mundo frente a la destrucción global, la explotación, las guerras, la exclusión, a lo que lo ha llevado el imperialismo y el neoliberalismo.
La Espiritualidad Revolucionaria, es profundamente Socialista, está basada en la igualdad de todos los seres humanos. Su fin único es acabar con las divisiones de clases, con los odiosos privilegios de unos pocos ante las carencias de muchos. Es socialista, porque sigue el ejemplo de Jesús, Dios con nosotros y nosotras, que se hizo humano, para construir desde nosotros y nosotras nuevas relaciones de poder y de solidaridad.
Es bolivariana, porque se encarna en un pueblo, en Latinoamérica. Pueblo que ha luchado siempre por su liberación política, económica, cultural, ideológica, tomando los ideales de Bolívar, San Martín, Artigas, Manuelita Sáenz, Sandino, el che y otros y otras que nos heredaron una patria.
Es anti imperialista, porque toma las banderas de la liberación, de la multipolaridad y de la democracia genuina que nace de la verdadera voluntad de los pueblos, al darle a este todo el poder para que puedan lograr su transformación real.
Debemos oponernos como cristianos, cristianas, revolucionarios y revolucionarias, a todo intento de dominación de los pueblos del mundo y trabajamos por la Construcción de ese mundo otro, imprescindible y necesario.
Teología, Espiritualidad, Liberación y Bolivarianismo, son términos que para cada uno de nosotros y nosotras deben ser sinónimos de democracia, participación, integración y socialismo, sinónimo de construcción de un Mundo Nuevo o Reino de Dios.
obedvizcaino@gmail.com
sábado, 23 de agosto de 2008
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