martes, 19 de agosto de 2008

El transitar de un gigante llamado Fidel.

Jesús Inojosa
Caminando por una calle de La Habana se ve a un gigante, que con su andar minaba el camino por donde transitaba de esperanzas y alegrías, que con voz amorosa les decía a los pequeños que lo observaban “no me teman, caminen conmigo y hagamos Patria”. En su largo andar se une a él otro gigante, que para entonces tenía mediana estatura en comparación con la suya, a este nuevo compañero de transitar le llamaban 'Che'. Los dos iniciaron una caminata de largo aliento que los conduciría al estadio de una nueva sociedad donde todos tuvieran la suficiente estatura para amar, como ellos amaban, a todos los seres humanos. Fidel seguía hablando de la buena nueva, acompañado por el 'Che', hecho gigante. Los dos caminaban pacientemente con su pueblo, cuando de pronto calla y se detiene, los observa a todos para decirles: “ El camino nos depara otro obstáculo que debemos afrontar con gallardía y corazón, por lo cual debemos estar preparados para dar la vida si es necesario', y volvió a callar y se escuchó de pronto una explosión. El gigante y la invasión Fidel dirigió a su pueblo a la lucha para defender el jardín que estaban construyendo a lo largo de su caminar y el pueblo tomó las armas y, con el corazón como dueño y los sueños de una patria como compañera, acudieron a la batalla dejando sus vidas por el sueño de la libertad y su aliento por la tierra del amor. Triunfaron, y el gigante ante la ovación del pueblo, y la mirada atenta del Che, le dijo a sus acompañantes y al pueblo: “Patria o muerte. Venceremos”, con lo cual el pueblo se inundó de alegría alcanzando un tamaño superior al que poseían, mientras que el otro gigante reía y lo abrazaba. Muere un gigante El comienzo de este trajinar entre bosques y cementeras el compañero del gigante Fidel ya había alcanzado su estatura, por lo cual decide encabezar su propia caminata en otro lugar que necesitaba de la firmeza de sus pasos y de su aliento de amor. El Che se marcha al corazón de América del Sur a impregnarlos de su amor por la humanidad. El gigante Fidel continúa su paso firme acompañado con un pueblo que, a medida que transitaba, se iba haciendo más y más grande, con el amor que ese gigante les emanaba en cada una de exhalaciones y palabras. Fidel miraba al cielo y tocaba las nubes y les decía a su pueblo que era posible llegar a su estatura sólo con el amor hacia el humano y la conciencia colectiva. El caminar se detuvo y del ojo del gigante el pueblo vio brotar una lágrima. Unos de sus pequeños seguidores le interrogó: '¿ Fidel, por qué esa lágrima?”, ante lo cual todos lo pequeñines hicieron silencio y dejaron de cantarle al pueblo. Fidel, con la voz quebrada por el dolor, se agachó hasta llegar a los oídos del pueblo y les dijo: “El Che ha muerto”, levantándose luego y prosiguiendo con su marcha incansable para lograr conducir a su pueblo a la felicidad de la que él gozaba. El pueblo quedó llorando, por lo cual Fidel los llamó y les dijo: “No debemos llorar, debemos seguir ahora con mucha más fuerza nuestra caminata para alcanzar la buena nueva a la que tanto le cantó el Che con su fusil como guitarra”. El pueblo se secó las lágrimas y corrió hasta alcanzar a Fidel, quien lo esperaba con los brazos abiertos y el corazón henchido de amor, y así continuaron la marcha incansable. El pueblo se hizo gigante Pese a no haber alcanzado la estatura de Fidel, el pueblo había crecido mucho durante el largo camino recorrido. Fidel continuaba hablando de la buena nueva que ya era más visible y palpable para el pueblo, cuando de repente el gigante detiene su paso y voltea para mirar al pueblo que lo seguía, y les dijo: “Se nos emprende otra empresa tan difícil como las anteriores. Un amigo que nos había proveído de las herramientas necesarias para sembrar nuestro jardín de los alimentos que necesitamos va a caer en un letargo”, e hizo silencio. El pueblo comenzó a murmurar y Fidel, que no se detiene ante las adversidades, continuó la caminata y el pueblo prosiguió con sus cantos y silencios para escuchar las grandezas que emitía Fidel en cada una de sus palabras. De pronto, se dejó escuchar a lo lejos, entre los cantos del pueblo, el derrumbe de una gran pared, a lo cual el gigante alzó su mirada al cielo y le dijo a su pueblo: “Hemos quedado sólos, continuemos”, y el pueblo continuó el transitar entonado sus cantos pero imprimiéndole mayor fuerza y amor. El gigante cumplió 82 años El gigante arribó a sus 82 años caminando para conducir a ese pueblo, que ya se hizo grande hacia el porvenir y la construcción de la buena nueva. Ya no están sólos, a ellos se han unido otros pueblos y otros gigantes que vieron en Fidel al guía que nos conducirá hacia la felicidad, la paz y la igualdad entre los hombres. Todos los pueblos de América Latina gritan hoy al unisono siguiendo tu ejemplo de gigante y el de tu pueblo: “Patria o muerte. Venceremos” .

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