viernes, 6 de diciembre de 2024

Memorias de un escuálido en decadencia | Casabe

 ¡Quedamos con la boca abierta y pintada! Asumimos el fracaso así como el dictador anterior asumió su fracaso el día de cuya fecha no quiero acordarme. Es verdad, nos pintamos y salimos y nos volvimos a pintar del lugar porque ahí no había con quién contar ni a a quién contar. Pero nosotros somos sinceros. Es verdad que somos expertos fracasando por la vía legal y por la vía violenta, pero robando no hay quien nos gane, somos como aquel equipo de beisbol también de cuyo nombre no quiero acordarme. Está bien, fracasamos, pero seguimos en el camino para vencer y en eso hemos venido andando sin dejar que una derrota nos deje en nuestras casas llorando amarguras. Perdimos una batalla, pero no hemos perdido la guerra. No nos sentimos vencidos ni aún siendo vencidos. Ahí les dejo esa vaina para que lo piensen antes de hablar pendejadas.

Ahora la dictadura, para tratar de ocultar todos sus fracasos, que son peores que los nuestros, acaba de hacer una bulla del carajo porque aprobaron el casabe como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, y menos mal que no solo fuimos nosotros, también son comedores de yuca Cuba, República Dominicana y otros. Ya llevaron la arepa para que reciba también su patrimonio cultural y toda esa jerigonza que le dicen para darle importancia a una vaina que nunca la tuvo. Y a lo mejor también llevan el pabellón criollo para que lo declaren patrimonio cultural y el pan de piquito, porque como no están haciendo un carajo por los venezolanos, lo mejor es que se presenten esas vainas allá en París, donde todos quieren estar para darse la gran bomba y declarar desde allá que nos han dado una vaina cultural de la humanidad.

Mientras tanto el compañero Petro dice, desde la hermana Colombia, que el pueblo venezolano se cansó de la dictadura, eso nos parece del carajo, lo que pasa es que el compañero Petro nos acompaña hoy y nos abandona mañana, seguro que el 10 de enero, si no viene para la juramentación del compañero Edmundo González, viene para la juramentación del dictador, y así son las vainas de esta gente, que dice una vaina hoy y aprueba otra mañana. Lo que ha venido pasando nos tiene muy contentos. Desde todas partes del mundo están protestando por el fraude de las elecciones en el país. Nuestros medios de comunicación están dando lo mejor de sí para informar a todo el mundo que Edmundo viene y viene arrecho el 10 de enero. También los presidentes de los países que nos acompañan están dando sus buenas declaraciones y, en fin, los únicos que no hacemos un carajo somos nosotros aquí en Venezuela, porque no tenemos a quién carajo seguir. Hasta Espoleta Allup se escondió. No hay ningún líder al que uno pueda arrimarse para ver si con él se consigue alguna vaina. Y el compañero Andrés —A cero cincuenta— Velásquez se acaba de rayar con esa vaina que le echó el compañero Carlos Melo en la Asamblea Nacional, cuando dijo que el hombre no tenía tamaño para recibir la cantidad de dólares que le entregó el Banco Central paralelo que tiene la oposición, más de un millón de dólares, dijo el Melo. Así ¿quién carajo puede salir a la calle a seguir a Andrés Velásquez?, a menos que sea para pedirle parte de ese botín.

Otra vaina que se inventó la dictadura fueron las elecciones para jueces de paz. ¡Qué carajos tan buenos para inventar! Eso es lo mismo que hicimos nosotros con la vaina de pintarse los labios, solo que más estructurado, más preparado esa vaina. Con eso pretenden dárselas de demócratas después que nos estafaron las elecciones el 28 de julio. También aprobaron una Ley Simón Bolívar para perseguirnos cada vez que pidamos libertad, libertad, libertad, para lo que queda de país. Esa gente de la dictadura es mucho mejor que nosotros inventando. Y eso hay que reconocerlo.

El papá de Margot llegó de la calle con una torta de casabe en la mano diciendo: “Coman casabe, carajitos, que es lo mejor que pueden comer en navidad, porque al pernil todavía no lo han declarando patrimonio cultural de la humanidad”, y puso la torta de casabe sobre la mesa y se alejó un poco, viendo detenidamente el casabe, como rezándole, hasta que llegó al cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro que la vecina salió gritando: “Vete a París para que te declaren patrimonio cultural, muérgano”. 

Y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado/ y que hay un Viernes Santo más dulce que ese beso —me declama Margot.

Roberto Malaver



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