Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
Altos
voceros económicos declaran que el apoyo popular está ligado, fluctúa,
según la capacidad proveedora del gobierno. Esta tesis socialdemócrata
ha ganado mucho terreno, domina la conducta gubernamental en el último
año y medio. A pesar de la pérdida de apoyo popular a la Revolución que
ha producido esta política, sin tomar en cuenta las señales del fracaso,
el gobierno se obstina en continuarla, el lema parece ser: si las expectativas de consumo están satisfechas, el apoyo es automático.
De
esta manera, el gobierno se convirtió en un proveedor de bienes
materiales, dejando de lado, desestimando, la formación de conciencia
revolucionaria, la educación política. Ya esto era un camino errado,
imposible de ser exitoso: las apetencias materiales son infinitas,
siempre crecientes; sin el freno, la modulación, de la conciencia, de la
ética, no hay forma de satisfacerlas. Pero todo se agrava aún más
cuando se deposita en la burguesía la responsabilidad de satisfacer
estas necesidades.
Así
se forma un binomio fatal, explosivo, para la Revolución. En un
extremo, un pueblo educado en el consumo insano, insensato, sin
conciencia, cada vez más vulnerable, por lo tanto, a la manipulación de
la carencia de lo material; un pueblo que a la menor escasez retira el
apoyo al gobierno, como lo aceptan los voceros económicos. En la otra
punta, una burguesía dispuesta al chantaje de esa debilidad popular.
Todo esto en el escenario de un gobierno frágil, incapaz de convocar a
la masa para el mínimo sacrificio, para hacerle frente a la mínima
adversidad.
En estas circunstancias, los ingresos petroleros comienzan a bajar, lo reportan los conocedores, y los números que no mienten. Frente a esta eventualidad, el gobierno se obstina una vez más en negar la situación,
dice que no hay peligro, que hay superávit, sigue el camino de la
recompensa material, hace la del avestruz, o la del niño que se arropa
hasta la cabeza para develar la amenaza de los monstruos de la noche,
esquiva las dificultades que asoman en el horizonte. No se prepara,
no dispone a la masa para resistir la embestida, no inicia la
recuperación de la Conciencia del Deber Social, no declara emergencia
espiritual. Y además, califica de enemigos a quien, en lugar de ver
un sol que no aparece, señale los nubarrones y pida medidas para capear
al temporal.
El
círculo infernal no es nuevo, ya lo conocemos. Cuando el petróleo sube
hay bonanza, los gobernantes transitan el fácil camino de repartir un
poco más a la masa, y mucho más a la burguesía; todos contentos y mal
acostumbrados. Luego,
cuando vienen los precios bajos, la masa culpa de la carencia al
gobierno, que dicho sea no la educó en una visión del mundo diferente
del clientelismo, del logro sin esfuerzo, y su desencanto alimenta un
motín, o una pérdida brutal del apoyo. Así el gobierno queda inerme
frente a una embestida electoral, o militar.
En
el caso de la Revolución, con tantos enemigos adentro y afuera, todo
empeora: el camino de la recompensa material, de repartir la bonanza,
dispensa pensar, organizar, planificar… todo lo resuelve el dinero, los
errores se tapan con billetes, la formación de Conciencia del Deber
Social es inoportuna, la relación logro esfuerzo, inconveniente. Con
esta actitud, la Revolución renuncia a su compromiso histórico de romper
el círculo infernal, de superar la condición de una sociedad
irremediablemente ligada a los precios del petróleo y a las
manipulaciones de la burguesía; renuncia al Socialismo, a ser Revolución
verdadera, más allá de la retórica. De esta manera, el Plan de la
Patria es guardado en los archivos muertos, el sueño de Chávez olvidado,
el mandato del Comandante mutilado, el rumbo es el capitalismo, volver a
la democracia, el ruego es una oposición cómplice, que coopere en la
administración del capitalismo.
Desgraciadamente,
en este "período especial” de la abundancia se castra la inteligencia
revolucionaria, la discusión rigurosa, la formación de Conciencia del
Deber Social, se estimula el egoísmo, así se incapacita para enfrentar
la adversidad.
¿Será
que vamos a dejar que el compromiso histórico de hacer la Revolución,
de construir el Socialismo, quede pospuesto? ¿Será que debemos ir al
Cuartel de la Montaña a entregar el parte al Comandante Chávez:
"lamentablemente los objetivos planteados no fueron cumplidos, la misión
que nos dejó no fue exitosa"? O tendremos la inteligencia y el coraje
de rectificar, de elevarnos sobre nuestras propias miserias y cumplir la
sagrada Misión que nos dejó el Comandante Chávez: construir el
Socialismo, librarnos de la lógica del capital... Los hijos de Chávez
tienen la palabra, allí está una masa esperando por sus líderes.
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