viernes, 17 de octubre de 2014

Yo sé más que todos.

SANTIAGO DÍAZ.

 

El “Yo sé más que todos” como idiosincrasia, antivalor o tara social no distingue entre preferencias políticas ni es un problema exclusivo de Venezuela o América Latina. Ocurre que muchas personas terminan cayendo en aquello de creer que la formación teórica, particularmente en política, ya sea formal o autodidacta, los hace superiores a otras personas.
La izquierda que llaman de 5%, esa que hoy es casi toda de derecha, cometió ese error una y otra vez durante cuatro décadas. Su idea era, presumo, que “las masas” necesitaban a alguien instruido, a un cuadro bien formado académicamente, a un ratoncito de biblioteca, pues, para que las “guiara” y así, juntos masa y cuadros, pudieran conquistar el poder, por la vía insurreccional o ganando elecciones, dependiendo de a cuál corriente nos estemos refiriendo. Por favor, que nadie me malinterprete: los cuadros con formación teórica son importantes, pero no como los concibe la vieja política que precedió a Hugo Chávez, tanto de izquierda como de derecha. No son guías. No van a repartir luces a una masa “desorientada” y “alienada”. Ese no es su papel.
Esa forma de entender la relación entre el cuadro formado y la gente de a pie, aparte de ser bastante perversa por sí misma, también tiene una pata coja: si le dices a un recién graduado en ciencias políticas, sociología o una carrera afín que ya es la última limonada del desierto y que irá al encuentro de un montón de brutos para iluminarlos, el ego se le va a la estratosfera. Y justo ahí, en la estratosfera, la derecha lo agarra, le calienta la oreja, le pone un flux, le da un trabajo con un sueldazo y listo, lo absorbe. Quien en su juventud iba por ahí pegándole en la cabeza a la gente con los tomos de El capital de Marx ahora hace lo propio con Libertad de elegir de Milton Friedman. Y no es su culpa. Todos tenemos debilidades que otros pueden aprovechar.
Fuera de la política el vicio se repite. El ingeniero agrónomo muchas veces no va al campo a entablar una relación de aprendizaje bidireccional con el campesino, sino a repartir órdenes entre quienes considera inferiores a él y a zarandearle su diploma en la cara a quien cuestione dichas órdenes. Algunas oficinas se convierten en un chiquero si la persona encargada de la limpieza no puede ir durante una semana. Nadie agarra una escoba o pasa un trapo, no por flojera, que es una razón hasta respetable, sino porque creen que esa tarea está por debajo de ellos. El “Yo sé más que todos” está en las cosas más pequeñas.
Hoy, así lo veo, el chavismo se está deslastrando de un grupo de personas que creen saber más que el resto de los mortales. No diré nombres, pero confieso que celebro ese deslinde. Lo juzgo conveniente y oportuno.
@letradirectasd


 



No hay comentarios: