ASALIA VENEGAS S.
Ay, México de mis dolores. ¡Qué de Benito Juárez! ¡Qué de Octavio Paz! ¡Qué de Zapata y la Revolución Mexicana! Por nombrar solo algunos.
Ay, México de mis dolores. ¡Qué de Benito Juárez! ¡Qué de Octavio Paz! ¡Qué de Zapata y la Revolución Mexicana! Por nombrar solo algunos.
Ay, México de mis dolores. ¡Qué de Benito Juárez! ¡Qué de Octavio
Paz! ¡Qué de Zapata y la Revolución Mexicana! Por nombrar solo algunos.
Qué de ese aguerrido pueblo de los aztecas si nos vamos a los orígenes.
No hay argumentos suficientes que puedan explicar la descomposición que
arroja aquella nación, donde los carteles de la droga se han enquistado
en diversas regiones de su geografía llenando de desolación, crímenes
horrendos y atentados de todo tipo el día a día.
Sorprende
ver cómo la mediática mundial se pone de espaldas a esos hechos. Ni de
soslayo se mira para escudriñar lo que está ocurriendo con las
ejecuciones sumarísimas que estremecen a la sociedad mexicana. Las ONG
de derechos humanos no ponen en su agenda el debate sobre esta materia;
desde Human Right Watch pasando por la Cidh. Silencio.
Hace
más de un mes en Iguala, estado de Guerrero, 43 jóvenes estudiantes de
la Escuela Normal Rural desaparecieron. Se denunció su ejecución por
parte de las fuerzas policiales del municipio, lo cual negaron tanto el
alcalde como el gobernador. ¡Ejecutados y quemados! La presión de los
familiares de los estudiantes quebró el silencio de las autoridades.
Hasta ahora se han conseguido 28 cuerpos calcinados. Fragmentados y
mutilados que hacen más difícil su identificación.
Hay
tanta oscuridad y perversión con esas muertes que aparece ligado el
poder político con el poder del narcotráfico y se ha descubierto la
responsabilidad del alcalde y su esposa en esa ejecución. Se ha
denunciado que los asesinos pertenecen a “grupos intocados” y se ha
calificado que es un “crimen de Estado”. La Escuela Normal, donde
estudiaban esos muchachos, se había vuelto incómoda para el poder local y
su politización, rebeldía y crítica eran cuestionadas.
“Los
queremos vivos”, dicen los estudiantes mexicanos en sus marchas de
protesta ante la desaparición de los 43 jóvenes. Ha habido
concentraciones masivas en la capital y en distintas regiones. Esta
presión ha permitido que se destape la situación de corrupción y alianza
de algunos sectores del poder con los carteles de la droga en México.
Esta semana cerrará con una marcha y un paro nacionales ante lo que se
ha calificado como “el suceso más terrible de los tiempos recientes”.
Asalia Venegas S.
Periodista/Prof. universitaria
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