Kenny García Ortega.
La voluntad política-económica del presidente Nicolás Maduro a nivel institucional se diluye muchas veces en una maraña de burocracia, ineptitud y disonancia ideológica de la alta y media gerencia que no comulga con los preceptos, valores y principios fundamentales del ideal bolivariano y nuestra Revolución socialista.
Por eso es que siempre a nivel ministerial o en los entes del Gobierno Nacional es frecuente usar la expresión “meter corriente”, que no es más que instruir a la gente con firmeza para que cumpla con el rol o cargo que ocupa. Para que pasen de la inacción contemplativa e indolente, a la acción revolucionaria.
El detalle preocupante es que -como gran parte de esa gerencia está conformada por chavistas circunstanciales- no existe compromiso, identificación, amor ni sapiencia respecto a lo que significa el proceso de cambios que se dice defender; por consiguiente, vemos resultados tristes y decepcionantes al evaluar la gestión “revolucionaria” en muchas áreas. Adicionalmente, evidenciamos que lineamientos estratégicos pretenden ser articulados a través de tácticas reformistas que poco o nada hacen en función de materializar los cambios que requiere el país.
A todo esto se suma la inexperiencia en cargos de dirección, junto a la predominancia de la cultura del burocratismo.
Como resultado de este cóctel cuartorrepublicano escuchamos a funcionarios decir sin pelos en la lengua “eso no se puede hacer”, “tenemos que esperar nos den instrucciones”, “las cosas jamás cambiarán”, “eso que plantea la Ley es inviable”, “no podemos hacer que otros cumplan con su responsabilidad”, “eso no es de mi competencia”, etc. Inoperancia en gestión de procesos que mina y ralentiza la Revolución desde dentro. La sinergia institucional brilla por su ausencia.
El comandante Hugo Chávez lo vivió y sufrió, por eso creó tantas estructuras paralelas que “baipasearon” al Estado burgués y dieron respuesta a las necesidades del pueblo. Al pasar los años, esas instancias se institucionalizaron y ahora muchas parecen rémoras. He allí el gran reto de nuestro presidente Nicolás Maduro, quien con certeza anuncia debe crearse una nueva dinámica consecuente con el momento histórico, identificada con una nueva forma de gobernar y del funcionamiento de los sistemas de Gobierno y del Estado.
El sacudón ya empezó, pero debe arreciar la “meneada de mata” porque aún hay muchos frutos podridos que contaminan, entorpecen y perpetúan a la estructura arbórea del Estado burgués y seguimos sin poder concretar la transición a un verdadero Estado socialista. El tiempo corre.
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