lunes, 13 de octubre de 2014

Delitos no tan virtuales.

Carola Chávez.


psychowoman
Ella se levanta temprano, saluda a su gato que la mira y la deja sola en su siempre solitaria cocina. Mientras hace el café entra a Twitter y lanza su saludo al mundo virtual: Mataron a un chavista, ¡qué rumba! Al resto nos los quitamos de encima CON PLOMO -clic-. Prueba un bizcocho con mantequilla y con los dedos llenos de migas tuitea un salmo, luego una imagen de alguna Virgen y otra amenaza de muerte. Alguien le responde indignado y ella le promete más plomo, usando el lenguaje malandro de quien tiene varios muertos encima. Dispara y dispara sus ráfagas de odio sintiéndose poderosa escudada tras la pantalla.
Amenaza, escupe, se revuelca en sangre ajena regocijándose con el dolor que sus palabras producen. Reta a las autoridades que vengan por ella, que tiene “plomo” para regalarles, vengan que aquí los espero, cobardes… Tuitea con furor porque no tiene una sola cuenta, sino varias, donde se contesta a ella misma, y pelea furiosa mientras cuatro solitarios, oscuros como ella, la aplauden y ella siente que tiene amigos, que hay gente que la respeta, que la admira y plomo, plomo, plomo a cambio de la atención que no consigue en la calle, cuando sale con su cara de gente decente y pasa de largo como una sombra.
Vinieron a buscarla, y se hizo el silencio. El plomo como que se lo comió el gato. Cuatro días sin pantalla y una audiencia en tribunales. Allí pidió perdón, ahí volvía a ser la solitaria -más sola que nunca-. Vistiendo su cara común, esta vez, con toda el alma que no tiene, tratando de pasar del largo.
Un “intelectual” tuitero, quema su única neurona buscando prender fuego a una ramita mojada: “Aquí hay tanta libertad de expresión que aún permanece presa la tuitera @Fulanita por el atroz delito de decir lo que piensa.” Y ciertamente, está presa porque dijo lo que piensa y lo que piensa, entre otras cosas, es que la muerte de un adversario político es motivo de rumba e incita a otra muertes para seguir rumbeando, de paso, amenaza con ráfagas de “plomo” a quien quiera aguarle la fiesta.
Que hoy aparezca con cara de quien no rompe un plato, que frente a la ley se acobarde, no dice que en la oscuridad no fuese capaz de hacer lo que piensa. Lorent Saleh también dijo lo que piensa y el resultado es un asesinato motivo de rumba para esta “arrepentida” tuitera.

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