lunes, 13 de octubre de 2014

Para Robert Serra.

ASALIA VENEGAS S.

Ha sido un golpe artero el alevoso crimen contra Robert Serra. Joven inteligente, estudioso, todo un prospecto político
La revolución bolivariana, como dice el pueblo, “no ha tenido paz con Dios”. La derecha del país y la reacción continental -y de más allá- se han confabulado apelando a mecanismos perversos, condenables desde todo punto de vista, para tratar de aplastar este movimiento histórico que ha resquebrajado la estructura política de nuestra nación, en aras de construir la democracia participativa y protagónica que manda la Constitución.

El golpe de Estado de abril de 2002 y el sabotaje a la industria petrolera (2002-2003) quizás hayan sido los picos más altos del ataque incesante de los sectores golpistas. Tenemos una cronología del mal de esta derecha que no descansa y menos cuando tiene el apoyo abierto del gobierno gringo y de grupos ultraderechistas, como el de Uribe Vélez.

Corrían los días de 2007, la derecha había penetrado los sectores estudiantiles de algunas universidades públicas y privadas y conmina a una presencia de los estudiantes hacia la calle, en tomas violentas de vías públicas. Ese movimiento se conoció como el de los “manitos blancas”. En aquel momento exigieron un debate en la Asamblea y que fuera transmitido en cadena nacional. Recuerdo, en la UCV, que nos pidieron unos nombres de jóvenes para participar en esa confrontación.

Aquel debate fue extraordinario. Los jóvenes revolucionarios hablaron, ¡y de qué manera! Clarísimos en el proceso que vivían, por el que luchaban, con ideas contundentes. Les dieron una paliza a sus contendores. Descolló un joven estudiante de la Ucab, agredido y asediado por aquellos días en los predios ucabistas. Sin arredrarse, enfrentó los ataques, siempre erguido.

Ha sido un golpe artero el alevoso crimen contra Robert Serra. Joven inteligente, estudioso, todo un prospecto político. Inquieto, dinámico, participó en todos los actos de la revolución: marchas, concentraciones, congresos. En el parlamento le hizo honor a su rol. Sus intervenciones fueron notables y pertinentes. Como Aquiles, el de los pies ligeros, quiso hacer todo rápido, como si el tiempo no le alcanzase para abarcar todo lo que quería resolver. Libro y carpetas en mano, esa figura del joven parlamentario quedará como una impronta en la memoria de todos. ¡Honor y gloria para este joven revolucionario!

Periodista/Prof. universitaria


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