lunes, 4 de agosto de 2014

¿Y qué nombre le pondremos?

Carola Chávez.


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La MUD se desintegra, saltado los pedacitos que la conformaban. No es la primera vez, ni será la última. Tantas veces ha pasado: las mismas caras, las mismas intenciones siempre fallidas, la misma única propuesta del atajo, del golpe, del sabotaje petrolero, del desconocimiento de la voluntad del pueblo; bajo la misma batuta que les quita la voz propia, que no admite reflexión, que secuestra la razón arropando con la sombra de la sospecha a cualquiera que exprese una sola palabra que no esté en el guión. Los mismos que volverán con un logotipo renovado, con un nuevo eslogan que dirá lo mismo de siempre, y un nuevo nombre altisonante con ínfulas de gloria salvadora. Nada nuevo bajo este sol que ha visto la misma película mil veces repetida.
Volverán las fotos con sonrisas tiesas, los apretones de manos que quisieran fracturar cada huesito de la mano apretada, las caras desteñidas de tan lavadas anunciándose como el nuevo liderazgo, la nueva opción ciudadana -nunca popular-, aunque disfrazada de populachera. Volverán adecos y copeyanos de siempre en todas sus nuevas denominaciones a repartirse las migas y los dólares del Departamento de Estado que los hacen bailar.
La MUD se desintegra y el opositor promedio, ese que no milita a favor de nada sino en contra del chavismo y que, teledirigido, pone en stand by su cotidianidad para sumergirse en cualquier aventura guarimbera y otro día se apaga y aquí no ha pasado nada hasta que vuelva a pasar. Esa llamada sociedad civil decente y pensante que aplaudió el golpe de Abril y “¡te queremos Pedro!”, aunque hoy ni pío porque el pasado no existe y menos si huele a fracaso. Esos que, durante el sabotaje petrolero, deliraban de dicha porque el país se hundía con ellos adentro. Los de las firmas planas, los que se tragaron el cuento del fraude todas las veces, los que creyéndose inmunes se burlaron del cáncer. Los que descargaron su arrechera. Los que aplaudieron las guayas que degollaban incautos, los paladines de “La Salida” reciente y fallida, que hoy salen de vacaciones mientras la MUD se desintegra.
Ellos están ahí, con su militancia suicida de vacaciones hasta que la Coordinadora Democrática, -perdón- la MUD, se termine de lavar la cara cambiándose el nombre y el Departamento de Estado escoja a su nuevo monigote.

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