Toby Valderrama y Antonio Aponte
(Texto + Audio)
Lo
que haga el gobierno o deje de hacer será el motivo, cualquier viento
será transformado en tormenta, se trata de activar el miedo que
justifique el zarpazo definitivo, cualquier crueldad. Y tal como en
abril, construirán la justificación de la hora final. Veamos.
Es
asombroso el miedo que han levantado: predicen el fin de la nación, el
caos, crean la sensación de una economía de guerra, de sálvese el que
pueda, donde el dólar sea el único refugio. No vale vender o comprar,
producir, todo se reduce a conseguir dólares y salir del país antes de
que se hunda. Frente a esta ofensiva, el gobierno se paraliza, no
responde la agresión, recula, se limita a unos cuántos calificativos,
acusaciones ya gastadas, deja que la propaganda oligarca siembre el
pánico.
La
mesa oligarca llama a protestar, las guarimbas aparecen, el cielo
nublado anuncia tempestad, pero la oligarquía no tiembla, al contrario,
la esperanza de revivir el pasado refresca su cara. La anunciada
ofensiva oligarca comenzó. La guarimba pasada consiguió separar al
gobierno del objetivo socialista y ponerlo en el camino al capitalismo,
desdibujó su perfil, lo privó de la fuerza que emana de un objetivo
claro y altruista. ¿Qué buscan esta vez, qué pretenden?
La
respuesta va desde el llamado a un gobierno de coalición, donde se
fragüe definitivamente la traición, hasta un golpe tradicional tipo
abril, pasando por los más hipócritas que intentan acumular descontento
para las parlamentarias. Cualquier cosa puede pasar, desde la
sucialdemocracia hasta el fascismo
La
calidad del desenlace estará en relación con la fuerza que tenga el
gobierno para oponerse a estos planes. Y la fuerza no es meramente
policial. El meollo del asunto está en la psiquis, en la capacidad para
disputar el alma popular, no dejar que allí se instale el miedo, llevar
confianza, sentido de pertenencia a la masa. Y eso sólo se logra
volviendo al Socialismo, retomando el Plan de la Patria, el original, el
que compendia el pensamiento evolucionado del Comandante.
Es
necesario entender que el centro de la respuesta revolucionaria debe
ser en lo espiritual, en las razones sagradas por las cuales luchar. La
respuesta clientelar mantiene al gobierno en la misma lógica del
capital, un éxito allí alimenta la espiritualidad capitalista, pero
además intentar fidelidades por la recompensa material sólo construye
mercenarios que se irán tras el mejor postor. Se deduce que la batalla
principal es en lo ideológico, demostrar que el legado de Chávez, el
Socialismo está vigente y es el único camino a la redención de los
humildes, que la vía capitalista -como quiera que se presente- nos
conduce a la ruina, a la miseria material y espiritual, a la
desintegración de la Patria.
En
esta batalla, los Ministerios de Comunicación y el de Cultura son
vitales. El gobierno tiene una poderosa red de comunicación que debe
transformarse con imaginación en trinchera de esta lucha. El Ministerio
de Cultura debe ser pilar de la creación de los valores de pertenencia a
la sociedad que sostengan las razones del enfrentamiento con la
oligarquía, que coloquen al Socialismo como esperanza y al capitalismo
como condena.
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