Arlenys Espinal.
Urge recordar y resignificar los acontecimientos ocurridos el 23 de Enero de 1958, lo que exige alejarse de esa cultura conservadora de las efemérides, que conmemora y celebra (no diferenciando entre una cosa y otra) fecha tras fecha, como quien cumple, repitiendo hasta el cansancio lo conveniente según las circunstancias, sin la más mínima capacidad de revisión, de relectura de reinterpretación acorde a los tiempos actuales.
Alejados de esa visión que hoy coloca la imagen de Fabricio Ojeda en pancartas corporativas, casi sin contenido, la pregunta de rigor que motiva este artículo, una vez más no se hace esperar: ¿Qué será de la vida de los movimientos sociales? ¿A dónde habrán ido a parar las pintas, los murales, los volantes, las pancartas de verdad, hechas con pinceles y brochas en tela, o en papel, y en última instancia hechas aprovechando el despilfarro de afiches (usándolos al reverso) que se quedan fríos a la militancia administrada.
Y que conste, compas, que no se trata de no apreciar la importancia que tiene que un gobierno como este coloque como referente en un acto político oficial, a uno de los personajes que formó parte y resaltó como líder, de una propuesta de transformación que se gestó durante la década de los cincuenta y que fue junto con el pueblo y militares insurgentes, la fuerza creadora del derrocamiento del régimen del general Marcos Pérez Jiménez, quien llevaba 10 años en el poder, en el contexto de gobiernos dictatoriales que imperaron en latinoamérica en ese entonces.
Claro que se valora, el pueblo bolivariano lo valora inmensamente porque se reconoce como parte de esa corriente histórica, que durante el “puntofijismo” tuvo que apelar a la clandestinidad porque el aparato represivo se ensaño contra las luchas que gritaban junto con Fabricio (antes y después de su asesinato), “Aquí no ha pasado nada, solo el cambio de unos hombres por otros…” y el bipartridismo adeco-copeyano, y cierta izquierda que ahora está en la MUD, los llamó “ultraizquierda”.
Pero asistir al acto que se realizó el 23 de Enero en la mismísima parroquia que lleva ese nombre, porque supo resistir a los desmanes del “disparen primero y averigüen después” pese a tantos asesinatos y desapariciones, y sentir el vacío de los movimientos sociales, la ausencia de voces que en consignas propias de la creatividad popular, sintetizan la expresión de muchos que demanda el momento, es sencillamente devastador para quien sabe que un gobierno no tiene posibilidad de ser, actuar y decidir revolucionariamente si no está vinculado, entrelazado, sustentado por los movimientos sociales, porque estos son la sabia que hace crecer el árbol de la transformación necesaria y posible.
Para los que nunca formaron parte de movimiento social alguno, ni de las orgánicas sociales que empujaron consciente y militantemente las transformaciones después del 27 f, ni del torrente popular que se activa cuando menos se espera (23 DE Enero del 58, 27 F 89, 11, 12 y 13 abril 2002) y un buen día dan viraje a la historia, para los que llegaron al gobierno sin historia de lucha, esto puede sonar extraño, pero para los que formaron parte de esta corriente histórica y hoy satanizan ligeramente a los movimientos sociales, creyéndose el cuento que la revolución se administra desde las instancias burocráticas, es un mortal error político.
Queda pues pendiente para todos y todas los que hacemos posible este proceso, más allá del gobierno y del Estado, pero sin subestimar su importancia como instancias de poder que forman parte del debate, revisar cual es el propósito de las conmemoraciones, en que se convierte cada fecha de entrañable significación histórica, cuando no cuenta con sus naturales herederos, los que pueden replantear los legados desde las necesarias problematizaciones que hoy tiene que hacer un verdadero movimiento social, un colectivo no estancado, no repitiendo “lugares comunes convenientes”, no desenrollando los asuntos inherentes a la revolución hoy, en definitiva, no creando, tal como se percibe hoy buena parte de los que en otros tiempos hacían sentir la parroquia 23 de Enero con vida y autonomía propia
Pero, pese a la desmovilización, satanización, cooptación y demás mecanismos del poder para desconocer los movimientos sociales, hemos de sacudirnos este letargo y honrar la memoria histórica de nuestras luchas, participando, dialogando, revisando, resignificando, cantando, caminando, como pueblo en lucha pues…
Alejados de esa visión que hoy coloca la imagen de Fabricio Ojeda en pancartas corporativas, casi sin contenido, la pregunta de rigor que motiva este artículo, una vez más no se hace esperar: ¿Qué será de la vida de los movimientos sociales? ¿A dónde habrán ido a parar las pintas, los murales, los volantes, las pancartas de verdad, hechas con pinceles y brochas en tela, o en papel, y en última instancia hechas aprovechando el despilfarro de afiches (usándolos al reverso) que se quedan fríos a la militancia administrada.
Y que conste, compas, que no se trata de no apreciar la importancia que tiene que un gobierno como este coloque como referente en un acto político oficial, a uno de los personajes que formó parte y resaltó como líder, de una propuesta de transformación que se gestó durante la década de los cincuenta y que fue junto con el pueblo y militares insurgentes, la fuerza creadora del derrocamiento del régimen del general Marcos Pérez Jiménez, quien llevaba 10 años en el poder, en el contexto de gobiernos dictatoriales que imperaron en latinoamérica en ese entonces.
Claro que se valora, el pueblo bolivariano lo valora inmensamente porque se reconoce como parte de esa corriente histórica, que durante el “puntofijismo” tuvo que apelar a la clandestinidad porque el aparato represivo se ensaño contra las luchas que gritaban junto con Fabricio (antes y después de su asesinato), “Aquí no ha pasado nada, solo el cambio de unos hombres por otros…” y el bipartridismo adeco-copeyano, y cierta izquierda que ahora está en la MUD, los llamó “ultraizquierda”.
Pero asistir al acto que se realizó el 23 de Enero en la mismísima parroquia que lleva ese nombre, porque supo resistir a los desmanes del “disparen primero y averigüen después” pese a tantos asesinatos y desapariciones, y sentir el vacío de los movimientos sociales, la ausencia de voces que en consignas propias de la creatividad popular, sintetizan la expresión de muchos que demanda el momento, es sencillamente devastador para quien sabe que un gobierno no tiene posibilidad de ser, actuar y decidir revolucionariamente si no está vinculado, entrelazado, sustentado por los movimientos sociales, porque estos son la sabia que hace crecer el árbol de la transformación necesaria y posible.
Para los que nunca formaron parte de movimiento social alguno, ni de las orgánicas sociales que empujaron consciente y militantemente las transformaciones después del 27 f, ni del torrente popular que se activa cuando menos se espera (23 DE Enero del 58, 27 F 89, 11, 12 y 13 abril 2002) y un buen día dan viraje a la historia, para los que llegaron al gobierno sin historia de lucha, esto puede sonar extraño, pero para los que formaron parte de esta corriente histórica y hoy satanizan ligeramente a los movimientos sociales, creyéndose el cuento que la revolución se administra desde las instancias burocráticas, es un mortal error político.
Queda pues pendiente para todos y todas los que hacemos posible este proceso, más allá del gobierno y del Estado, pero sin subestimar su importancia como instancias de poder que forman parte del debate, revisar cual es el propósito de las conmemoraciones, en que se convierte cada fecha de entrañable significación histórica, cuando no cuenta con sus naturales herederos, los que pueden replantear los legados desde las necesarias problematizaciones que hoy tiene que hacer un verdadero movimiento social, un colectivo no estancado, no repitiendo “lugares comunes convenientes”, no desenrollando los asuntos inherentes a la revolución hoy, en definitiva, no creando, tal como se percibe hoy buena parte de los que en otros tiempos hacían sentir la parroquia 23 de Enero con vida y autonomía propia
Pero, pese a la desmovilización, satanización, cooptación y demás mecanismos del poder para desconocer los movimientos sociales, hemos de sacudirnos este letargo y honrar la memoria histórica de nuestras luchas, participando, dialogando, revisando, resignificando, cantando, caminando, como pueblo en lucha pues…
Docente y activista por los derechos humanos
amecate@gmail.com
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