Mariadela Linares.
Tan afanada está la carne de cañón en prender una fogata aquí y otra más
allá que no se han percatado de que están sirviendo de avanzada de un
plan siniestro, macabro, del que ellos al final no serán más que tontos
útiles. Capriles tiene razón cuando dice que esas marchas no tienen
sentido, si no cuentan con el apoyo de las clases populares, las
mayoritarias, los barrios, que permanecen indiferentes a sus llamados y
fieles a su liderazgo chavista. Así, tenemos a Caracas dividida
geográficamente: el Este violento y autoagredido y el Distrito Capital
como si nada. Pocas cosas como esta retratan mejor lo que viene
sucediendo en este país desde hace quince años: aquí se libra una lucha
de clases.
Pero de todas las noticias que con violencia se han sucedido una tras
otra en estos días, incluyendo inútiles muertes, vidas segadas por balas
pagadas, hay una que intenta pasar desapercibida pero que esperamos que
pronto sea develada. Si al momento de publicar estas notas ya se sabe,
nos daremos por bien “tubeadas”. Si no, esperamos que pronto se conozca
cuál era el plan para matar a Leopoldo López, quiénes lo dirigían; si es
cierto que la trama venía de gente cercana políticamente a él, entonces
tendremos la certeza de que el fascismo ha llegado a Venezuela, no solo
en las ideas siniestras que rondan las cabezas de los jóvenes neonazis
criollos, sino con organización montada, aparataje, “inteligencia” y
planes concretos.
La sola sospecha de que aquí estén operando grupos paramilitares,
asesinos asalariados capaces de realizar asesinatos selectivos entre
población vulnerable, mujeres, niños y todo aquel que llame la atención
para sembrar una pavorosa imagen sobre nosotros, es un tema muy serio
que debe remover los cimientos políticos del país.
Ya no se trataría entonces de cuidarle la vida a Leopoldo López y a su
familia, sino a la de todos los líderes opositores. A ellos les está
prohibido morirse, incluso accidentalmente, porque ahí está el Pentágono
y CNN cazándonos. Pero, más aún, se impone más que nunca proteger a los
líderes comunales, a los sin nombre, a los colectivos, a los barrios, a
los superbloques, blanco fácil del odio racial y clasista que los
carcome pero que debemos repeler con la fuerza de las convicciones, de
la unidad y de una férrea conciencia ideológica.
Periodista
Mlinar2004@yahoo.es
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