Manuel Briceño Méndez
El momento es preciso para deslindar el quehacer político en la mesura más cercana a la circunstancia histórica de una revolución que hoy estamos en el deber de consolidar. Dentro de ese escenario siempre habrá un pero que se antepone a los hechos o que niega los logros que día a día van perfilando cambios importantes y transcendentes, en la búsqueda de nuevas opciones y otras maneras de concebir el desarrollo, el bienestar social, el derechos de los pueblos y hasta la vida misma.
Pero siempre habrá en la contrarrevolución, que nunca aceptará haber sido desplazada de sus lugares privilegiados, exclusivos, elitescos, por los movimientos sociales de los excluidos, de los pobres, de los secularmente explotados bajo todas las expresiones de la hegemonía del capital. Esos peros están claramente ubicados, sabemos donde están y hasta quienes son. Son los peros que habrá que enfrentar con firmeza, militantemente, sin preguntar mucho, codo a codo: el enemigo aunque herido de muerte, golpea duro.
Lo preocupante son otros peros que aparecen y desaparecen sistemáticamente, que abundan en la calificación a priori del deber ser y hacer, dentro del proceso revolucionario. Peros analíticos, concienzudos, profundamente elaborados en la teoría sin praxis. La pregunta capital sería:
¿Y cuántas revoluciones han hecho estas sapiencias que no escatiman esfuerzos para poner en duda lo que hacen los líderes legítimos de la Revolución Bolivariana?
Son peros que exigen taxativamente un deber ser y hacer, que aún dichos de buena voluntad, dejan de lado el hecho cierto de que toda revolución es un invento que sale de la fuerza del pueblo, que se va construyendo en medio de los avatares de la urgencia social, del aprendizaje político y la decisión necesaria; en medio de la conspiración siempre contrarrevolucionaria de los agentes propios y extraños del poder hegemónico globalizado por la gracia de los valores mercantiles de la gente y de las cosas.
La Revolución Bolivariana, como cualquier revolución avanza a contracorriente, firme en el tiempo político de la Nueva República y del Nuevo Orden Internacional y no es poca cosa lo que hemos venido superando en lo político, en lo social y, en esta nueva etapa, en lo económico como el gran reto para que esta revolución se consolide definitivamente.
No ayudan mucho pues, tantos peros: la Revolución no es inmediata; es una carrera de largo aliento, como los maratones, comienza por posicionarse; continúa si se sabe administrar las fortalezas y culmina victoriosa por la fuerza del corazón y el sentimiento.
manutheri@gmail.com
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