Carola Chávez
Lo malo de la revolución bolivariana, según algunos militantes de izquierda, es que ni es socialista, ni es revolución, y tal vez sea cierto. Por esto, a medida que avanzamos, algunos nos dan la espalda, no saltando a la derecha, sino apartándose con ruidosos comunicados públicos, como quien no quiere estorbar pero estorbando; exaltando defectos; ignorando virtudes; y peor, intentando librarnos a los chavistas de nuestra “debilidad ideológica”. Lo malo es que Chávez también es chavista, así que ellos, coincidiendo con los más diestros opositores, en nombre de sus ideas y a diferencia del pueblo, abrazan el antichavismo furibundo, porque ellos sí saben, es decir: ellos son “la gente pensante de este país”. ¿Les suena?
Lo malo de la revolución bolivariana, según algunos militantes de izquierda, es que ni es socialista, ni es revolución, y tal vez sea cierto. Por esto, a medida que avanzamos, algunos nos dan la espalda, no saltando a la derecha, sino apartándose con ruidosos comunicados públicos, como quien no quiere estorbar pero estorbando; exaltando defectos; ignorando virtudes; y peor, intentando librarnos a los chavistas de nuestra “debilidad ideológica”. Lo malo es que Chávez también es chavista, así que ellos, coincidiendo con los más diestros opositores, en nombre de sus ideas y a diferencia del pueblo, abrazan el antichavismo furibundo, porque ellos sí saben, es decir: ellos son “la gente pensante de este país”. ¿Les suena?
Y claro, ¿qué va a saber de revoluciones una mamá que pasa el día criando muchachos, o un conserje, o alguien que acaba de aprender a leer gracias a una revolución que no lo es?
Así, mientras los teóricos discuten sobre los principios filosóficos que debemos adoptar para alcanzar la justicia social, nosotros la vamos alcanzando, poco a poco y a nuestro muy particular modo, como debe ser. Porque el hambre y la desidia no iban a dejar de matar niños mientras nos poníamos de acuerdo. ¿O sí?
Así nuestra “no revolución” dignifica al pueblo, y una vez que nos sabemos dignos ya no queremos vivir sino con dignidad. Nadie, nunca más podrá venir a despojarnos.
El paradigma “izquierda vs. derecha” no siempre encaja con nuestra realidad, lo que se traduce en mala puntería a la hora de enfrentar al enemigo. Y ya imagino a más de uno gritándome de memoria: ¡Con la derecha no se negocia!. Pero lo cierto es que estamos frente a un paradigma mayor: Patria vs. colonia: más allá de izquierdas y derechas está nuestra necesidad de liberación, de lograr el ejercicio pleno de nuestra soberanía. Visto de ese modo, hay tantos venezolanos, que algunos considerarían de derecha, que por patriotas darían orgullosos la batalla a nuestro lado. Por otra parte, muchos dejaríamos de ser considerados pequeños burgueses sospechosos de algo solo porque nacimos en las casas en las que nacimos, ahorrándonos así discusiones huecas.
La idea de Patria vs. colonia es más clara que la abstracta izquierda vs. derecha, y aún más cuando los defensores extremos de éstas últimas terminan tantas veces coincidiendo. Patria vs. colonia por clarita suma voluntades.
Mi Presi convoca a todos los sectores nacionales a construir la Patria y saltan los puristas a señalar que Chávez derrapó a la derecha y se retiran porque la Patria no se hace así, aunque nunca hayamos tenido tanta Patria como ahora. Se retiran, eso sí, resteados con sus principios, que siempre tendrán más peso que el bien general del pueblo.
Menos mal que, como nosotros, Chávez es chavista.
tongorocho@gmail.com
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