Morella Cordero Felizzola (*)
El panorama mundial está cada vez más convulsionado, ahora en la guerra contra Libia surgen otras motivaciones, -aparte de la expoliación de sus recursos naturales, la secesión de su territorio en caso de no lograr quedarse con el país completo, etc.-, como lo es el hecho de que Francia está aprovechando y probará un tipo de misil para ver si funciona con el objetivo creado.
Me surge otra gran preocupación como lo es la incertidumbre de hacia dónde esta ansia de recursos baratos por cualquier vía, los gobiernos de los supuestos países más desarrollados del mundo están atacando pueblos indefensos. En mi artículo publicado en este diario el pasado 1 de abril expliqué cómo funcionan los misiles que las potencias imperiales, bajo la figura de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), lanzan contra el país que quiera, no voy a explicar nuevamente este tema, pero sí quiero alertar acerca de ¿qué posibles daños a la atmósfera del mundo entero puede acarrear las guerras irracionales?, ¿qué influencia sobre los seres vivos y su ADN tendrán los mismos? o ¿será que estamos frente a lo que en el apocalipsis se denomina “el fin del mundo”? Creo que todas estas interrogantes nos impiden permanecer como testigos silenciosos de estas guerras por “conveniencia” del siglo XXI.
No puedo dejar de comentar la conmemoración del Nakba por parte del mancillado pueblo palestino. Nakba es un término árabe que significa catástrofe o desastre. El 15 de mayo de 1948, fecha en la que Israel expulsó de sus territorios a cientos de miles de palestinos, bajo un plan premeditado de violencia, las fuerzas sionistas despojaron de su territorio a más de 500 localidades palestinas con el objetivo de hacer realidad una gran farsa fundacional del Estado de Israel: “que Palestina era una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”, allí comenzó la tribulación de los palestinos.
La civilización árabe y judía comparte una misma historia la cual es muy diversa y plural, el judaísmo, el cristianismo, el islamismo forma parte del legado de excelencia de su historia ancestral, por tanto no debería existir en el mundo árabe sentimientos anticristianos, antijudaistas, ni antimusulmanes, ese es el pensamiento de muchos habitantes de esta región, pero lamentablemente el sionismo israelí, representado por sus gobernantes, -hay que aclarar que este sentimiento de superioridad presente en la ultraderecha gobernante no es extensivo al pueblo judío- no permite esta convivencia pacífica, debido al deseo de apoderarse de todos los territorios árabes con el apoyo de Estados Unidos y sus lacayos de Europa Occidental para colonizar estos territorios.
Ahora la locura imperial se ha desatado contra Siria. Una nueva invasión se está gestando y por supuesto promovida por Estados Unidos y sus cachorros de Europa, sin embargo, Rusia ha dicho que vetará cualquier petición de este tipo que se lleve al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ya que, en el caso de Libia violaron descaradamente los acuerdos de la resolución contra este país. ¡Qué inocencia la de Rusia!, como si Estados Unidos y sus lacayos de Europa conocieran el significado de la palabra ética y moral, puesto que -por mencionar uno de tantos en el mundo entero- en el caso de Irak, se lanzaron a asesinar sin la “autorización de Naciones Unidas”, en lo que el papa Juan Pablo II definió como “una guerra injusta, inmoral e ilegal, y los que participen en ella darán cuenta ante Dios y ante la historia”.
Así tenemos que Estados Unidos se siente en libertad de llevar ante el Consejo de Seguridad de la ONU al país que tenga en la mira por sus intereses económicos, políticos y geoestratégicos, y desgarrarse las vestiduras en montar ollas como la lucha por la democracia, por el respeto a los derechos humanos, la erradicación del terrorismo -a su manera porque tiene a Posada Carriles, el autor de la voladura del avión cubano en 1976 con 73 deportistas cubanos a bordo bajo protección- y así sucesivamente todas las excusas que su majestuosa creatividad pueda idear, para bombardear al país que le venga en gana.
Así tenemos que Israel -el maestro de los que practican asesinatos selectivos- siempre se puede salir con la suya cuando mata árabes en masa, porque no teme ninguna resolución del Consejo de Seguridad de la ONU debido a que Estados Unidos, ejerciendo su derecho a veto, los bloqueará. Jamás el Consejo de Seguridad de la ONU, ávido de enviar a la OTAN a realizar ataques desenfrenados junto a “rebeldes” libios, -poniéndose de parte de uno de los lados en una guerra civil- llegue siquiera a considerar que se trate a Israel como a Irán, imponiéndole sanciones económicas para obligarlos a ajustarse al derecho internacional. Estamos ante una inminente destrucción del mundo y no sabemos qué hacer.
(*) Economista, presidenta de la Comisión de Política Interior del Consejo Legislativo del Estado Bolívar (CLEB)
El panorama mundial está cada vez más convulsionado, ahora en la guerra contra Libia surgen otras motivaciones, -aparte de la expoliación de sus recursos naturales, la secesión de su territorio en caso de no lograr quedarse con el país completo, etc.-, como lo es el hecho de que Francia está aprovechando y probará un tipo de misil para ver si funciona con el objetivo creado.
Me surge otra gran preocupación como lo es la incertidumbre de hacia dónde esta ansia de recursos baratos por cualquier vía, los gobiernos de los supuestos países más desarrollados del mundo están atacando pueblos indefensos. En mi artículo publicado en este diario el pasado 1 de abril expliqué cómo funcionan los misiles que las potencias imperiales, bajo la figura de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), lanzan contra el país que quiera, no voy a explicar nuevamente este tema, pero sí quiero alertar acerca de ¿qué posibles daños a la atmósfera del mundo entero puede acarrear las guerras irracionales?, ¿qué influencia sobre los seres vivos y su ADN tendrán los mismos? o ¿será que estamos frente a lo que en el apocalipsis se denomina “el fin del mundo”? Creo que todas estas interrogantes nos impiden permanecer como testigos silenciosos de estas guerras por “conveniencia” del siglo XXI.
No puedo dejar de comentar la conmemoración del Nakba por parte del mancillado pueblo palestino. Nakba es un término árabe que significa catástrofe o desastre. El 15 de mayo de 1948, fecha en la que Israel expulsó de sus territorios a cientos de miles de palestinos, bajo un plan premeditado de violencia, las fuerzas sionistas despojaron de su territorio a más de 500 localidades palestinas con el objetivo de hacer realidad una gran farsa fundacional del Estado de Israel: “que Palestina era una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”, allí comenzó la tribulación de los palestinos.
La civilización árabe y judía comparte una misma historia la cual es muy diversa y plural, el judaísmo, el cristianismo, el islamismo forma parte del legado de excelencia de su historia ancestral, por tanto no debería existir en el mundo árabe sentimientos anticristianos, antijudaistas, ni antimusulmanes, ese es el pensamiento de muchos habitantes de esta región, pero lamentablemente el sionismo israelí, representado por sus gobernantes, -hay que aclarar que este sentimiento de superioridad presente en la ultraderecha gobernante no es extensivo al pueblo judío- no permite esta convivencia pacífica, debido al deseo de apoderarse de todos los territorios árabes con el apoyo de Estados Unidos y sus lacayos de Europa Occidental para colonizar estos territorios.
Ahora la locura imperial se ha desatado contra Siria. Una nueva invasión se está gestando y por supuesto promovida por Estados Unidos y sus cachorros de Europa, sin embargo, Rusia ha dicho que vetará cualquier petición de este tipo que se lleve al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ya que, en el caso de Libia violaron descaradamente los acuerdos de la resolución contra este país. ¡Qué inocencia la de Rusia!, como si Estados Unidos y sus lacayos de Europa conocieran el significado de la palabra ética y moral, puesto que -por mencionar uno de tantos en el mundo entero- en el caso de Irak, se lanzaron a asesinar sin la “autorización de Naciones Unidas”, en lo que el papa Juan Pablo II definió como “una guerra injusta, inmoral e ilegal, y los que participen en ella darán cuenta ante Dios y ante la historia”.
Así tenemos que Estados Unidos se siente en libertad de llevar ante el Consejo de Seguridad de la ONU al país que tenga en la mira por sus intereses económicos, políticos y geoestratégicos, y desgarrarse las vestiduras en montar ollas como la lucha por la democracia, por el respeto a los derechos humanos, la erradicación del terrorismo -a su manera porque tiene a Posada Carriles, el autor de la voladura del avión cubano en 1976 con 73 deportistas cubanos a bordo bajo protección- y así sucesivamente todas las excusas que su majestuosa creatividad pueda idear, para bombardear al país que le venga en gana.
Así tenemos que Israel -el maestro de los que practican asesinatos selectivos- siempre se puede salir con la suya cuando mata árabes en masa, porque no teme ninguna resolución del Consejo de Seguridad de la ONU debido a que Estados Unidos, ejerciendo su derecho a veto, los bloqueará. Jamás el Consejo de Seguridad de la ONU, ávido de enviar a la OTAN a realizar ataques desenfrenados junto a “rebeldes” libios, -poniéndose de parte de uno de los lados en una guerra civil- llegue siquiera a considerar que se trate a Israel como a Irán, imponiéndole sanciones económicas para obligarlos a ajustarse al derecho internacional. Estamos ante una inminente destrucción del mundo y no sabemos qué hacer.
(*) Economista, presidenta de la Comisión de Política Interior del Consejo Legislativo del Estado Bolívar (CLEB)
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