Emma Grand
“¿A qué está jugando la policía?”, se preguntó Ángel Palacios, realizador del documental “Puente Llaguno: claves de una masacre”, cuando la tarde del 11 de abril de 2002 observó a funcionarios de la Policía Metropolitana (PM) disparar contra las personas que se encontraban concentradas en las cercanías de Puente Llaguno.
Palacios se encontraba ese 11 de abril, desde horas del mediodía, grabando imágenes de la concentración de apoyo al presidente Hugo Chávez en Puente Llaguno.
“Cuando llegamos vimos lo mismo de los dos días anteriores, el 9 y 10 de abril: la gente alegre, celebrando. Ahí se había colocado una tarima con música y un micrófono libre para que las personas se expresaran en público”, refirió.
No obstante, recuerda Palacios que a los minutos empezó el nerviosismo en la gente que estaba en la concentración, “porque se empezó a escuchar que la marcha de la oposición se dirigía a donde estábamos nosotros. Y las personas se preguntaban cómo podía suceder eso si ellos estaban reunidos acá desde hace tres días”.
La alerta se despertó, relata Palacios, cuando cerca de la Esquina de Bolero empezaron a pasar personas gritando que les habían disparado.
“Y en eso pasó una persona que casi tumba la tarima: ‘quiero denunciar que la policía me disparó, la Policía Metropolitana’. Esta persona mostró un brazo y luego una pierna, donde le dieron los disparos, en la Avenida Baralt”.
Palacios cuenta que decidió acercarse hasta donde estaban disparando: “Llegué a la Esquina La Pedrera, hasta donde la gente de la oposición había llegado. No subían porque los bolivarianos estábamos en la parte norte. Ahí nos tiramos piedras, palos, botellas y nos insultamos. Yo estaba filmando eso. Estaba Jorge Recio por ahí tomando fotos. De repente, la policía sube y empieza a echar plomo. Ya le habían dado a varios compañeros, pero el primero más grave fue Tony Velazco, que le dispararon en la cabeza”.
“A Tony no se lo llevó la Policía Metropolitana, estos funcionarios lo vieron que estaba herido, lo dejaron ahí y se fueron. Los compañeros bajaron, lo recogieron y lo subieron a Miraflores. Ahí fue cuando nos preguntamos: '¿A qué está jugando la policía?', porque la oposición no tenía idea de subir. Los manifestantes de la oposición, de hecho, si no les hubieran metido casquillo, se hubieran quedado en Chuao”, comenta Palacios.
En ese momento, confiesa Palacios, sentía una mezcla de miedo con rabia “porque lo que estaba pasando no era una acción normal de una manifestación, lo que estaba pasando era que estaban disparando unos tipos escondidos con armas de precisión. Me acuerdo que a Rudy Urbano Duque, que estaba frente al portón del estacionamiento de la Cancillería, le pegaron un tiro y quedó un sólo hueco de bala en el portón, es decir, que a él le apuntaron de lejos y ahí mismo le dieron”.
Al igual que al señor Erasmo Sánchez, quien estaba en la baranda de Puente Llaguno ese día en la tarde, y que fue alcanzado por un proyectil en el ojo, un disparo directo a la cabeza.
Los funcionarios policiales no pretendían dispersar a nadie, dijo Palacios, por el contrario, “ellos lo que estaban buscando era crear los muertos. Paraban los disparos en un momento y luego empezaban otra vez a disparar. La gente decía: 'Ya pasó', pero otra vez volvía el o los francotiradores, en combinación con la policía de civil, los uniformados y los tiradores encubiertos que estaban dentro de la Ballena y en las esquinas del lado este de la Avenida Baralt”.
“Escuché los tiros, vi los tiros, grabé a un francotirador, y bueno, vi gente morir ahí”, señala Palacios.
La documentalista Lilian Blazer recuerda que alrededor de las 2:30 de la tarde de ese 11 de abril se encontraba a la altura de la Esquina La Pedrera con su cámara de video.
“Cuando llegué ahí, justo después de la sede de la Asamblea Nacional, se oía mucho ruido. Yo no sé nada de balas ni quiero saber, no sabía si eran bombas lacrimógenas, si eran tiros, me imagino que era todo mezclado”, manifestó.
En ese lugar Blazer dijo que vio parte de la marcha “que para mí no era exactamente lo más representativo de la gente de la oposición que vi concentrarse en la mañana en Chuao, sino que era una fuerza más bien de choque”.
“Yo sentí que esa no era gente de Altamira. Estaban bastante agresivos, tirando piedras. Tengo tomas donde están rompiendo asfalto para agarrar piedras, subían y bajaban por la Avenida Baralt. La Policía Metropolitana subía y bajaba también con estos manifestantes”, acotó.
La concentración de simpatizantes del gobierno del presidente Hugo Chávez se encontraba al norte de la Avenida Baralt, cercana a Puente Llaguno.
Blazer grabó a varias personas cayendo: “vi a un ciudadano impactado de bala en la cabeza, que después se supo que era un funcionario de la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip), Tony Velazco, botando sangre por la boca. Fue realmente terrible”. Y luego al fotógrafo Jorge Tortoza, a quien grabó caer cuando le pegaron el tiro en la cabeza en la Esquina La Pedrera.
Cuenta que cuando las personas que se encontraban junto a ella en la Esquina La Pedrera vieron disparar desde el edificio La Nacional echaron a correr hacia el Parlamento. “Recuerdo que me caí, y dos personas de la marcha de la oposición me ayudaron hasta que me pude parar, luego me acerqué a la Plaza Bolívar, donde había una trifulca y se me daño la cámara”.
“Llamé a una prima para buscar otra cámara, porque estar en una situación que se veía de bastante peligro y sin la cámara era como absurdo. Si me voy a arriesgar me arriesgo para hacer tomas, no para estar mirando”, dijo Blazer, pero al regresar al centro de la ciudad ya había pasado lo ocurrido.
El periodista de la radio Fe y Alegría Reinaldo Linares cuenta que ese 11 de abril en la mañana le tocó reportear la parte inicial de la marcha de la oposición, que estaba prevista a las 8:00am en Chuao. “Pero una vez que arranca la marcha, en la radio me dan la instrucción de seguirla unos minutos y luego trasladarme la Asamblea Nacional, que es mi fuente habitual. Era jueves y había sesión como todos los jueves en la mañana”.
Comenta que en el palacio legislativo se celebró la sesión de manera normal, “aunque todos los parlamentarios estaban pendientes de lo que pasaba en la calle a través de los medios de comunicación. Igualmente nosotros (los periodistas de la fuente) acá”.
Cuenta Linares que, pasadas las dos de la tarde, se puso de acuerdo con los demás periodistas de la fuente para cubrir lo que ocurría en la avenida Baralt: “Si vemos mucho peligro nos replegamos y volvemos al Palacio (de Miraflores). Eso lo hicimos varias veces, íbamos, nos acercábamos a la Baralt, observábamos y luego, cuando empezaban los disparos regresábamos, el problema era que uno no sabía de donde venían los disparos”.
Linares nunca vio a los francotirados, pero cuando empezaban a disparar no sabía de dónde venían las balas, “eso te da una idea de que eran personas que estaban disparando de manera planificada, bien ubicadas y apostadas, y personas profesionales en esta materia. La persona que le disparó al reportero gráfico Jorge Tortoza, por la manera de cómo lo hizo, la distancia y dónde le entró, da a entender que eran profesionales”, comenta.
“Ese fue un día bastante terrible, nunca los venezolanos, y sobre todo los que viven en Caracas habían sido sometidos en una situación de verdad tan extrema”, reflexionó el periodista de Fe y Alegría.
Qué transmitieron los medios
Comenta Palacios que el 11-A, en la Esquina de Bolero, había un televisor y, en la noche, “cuando vemos el noticiero, nos percatamos que los muertos nuestros eran presentados como los de la oposición, y los que defendieron el puente, que eran compañeros que estaban ahí para entrompar a la policía y evitar que siguieran subiendo, los presentaban como si ellos eran los que habían disparado a los que habían muerto detrás de ellos. Eso me dio una mezcla de rabia con miedo”.
Cuenta Palacios que llamó a un compañero a las ocho de la noche para que lo buscara. “Viene el compañero, y cuando nos montamos, el hombre estaba impactado, le temblaba la voz, y le preguntamos ´¿qué pasa viejito, qué viste?´, y respondió: ´lo vi todo, ¿qué hicieron ustedes, se volvieron locos?´”.
Le respondió Palacios: “No vale, yo estuve ahí, yo no vi a nadie marchando por debajo del puente, sólo a la Policía Metropolitana y ni siquiera llegó hasta el puente, y los muertos que yo vi eran nuestros, yo no vi muertos del otro lado. Agarramos la cámara y le mostramos las imágenes: ´mira, esto fue lo que yo vi, a Erasmo lo habíamos grabado nosotros.´Sí ese lo vi, pero ¿no es de oposición?, no ese es nuestro, un compañero nuestro´.
¿Qué pasó?
“Durante el 11-A yo no pude cuestionar nada en los medios, porque no vi nada hasta lo último en la noche, y la gran pregunta no era qué hacen los medios, la gran pregunta era dónde está Chávez, hasta que apareció, luego, la pregunta del 14 era ¿dónde está nuestra gente, dónde están nuestros presos? Ya después la pregunta era: coño, qué fue lo que pasó, y ahí la única versión, digamos, sustentada con imágenes era la de la oposición, que la divulgaron por todas partes”, dice Palacios.
'Y así estuvo por unos meses. Yo fui testigo de cómo familias denunciaron a personas que estaban en Puente Llaguno porque creyeron más en lo que presentaba Globovisión y Venevisión que en lo que había hecho su familiar'.
Señala Palacios que el día 14 había una pelea por la verdad, por develar la verdad. A Juan Barreto, que era diputado, le entregamos las imágenes de lo que ocurrió en la Avenida Baralt como evidencia. La transmitieron por la Asamblea Nacional.
'La obligación moral nuestra era buscar la forma de demostrar qué fue lo que pasó, y ese trabajo de búsqueda de material incluyó vecinos de la Avenida Baralt, que nos dieron cassettes que habían grabado, incluyó trabajadores de los medios comunicación privados, Globovisión, Venevisión, Televen, que nos dieron, bajo cuerda, escondidos, el material máster de cámaras que habían grabado en esos días, copias para poder comparar y ver', indica Palacios.
'Un año buscando material por todo el país, analizando, comparando, buscando testimonios'.
Palacios comenta que el 12 de abril, a las 6 de la mañana, llegaron al centro de la ciudad, y con la cámara de video grabaron los impactos de bala. 'Ahí se veía clarito que los impactos de bala venían del sur hacia el norte, incluso, en los postes de alumbrado, que eran de metal, se veían doblados, que para que se doblen eso tenía que ser un arma larga, no una pistolita, y todo venía de abajo hacia arriba'.
No obstante, 'a la semana habían borrado todo, no sé quién, pero frisaron las paredes, taparon los huecos, cambiaron los postes, y cuando volvimos otra vez a tratar de hacer las imágenes con calma, con trípode, habían borrado todas las evidencias de disparos del sur hacia el norte'.
'La obligación de quien hace documentales es estar en el sitio y darle voz al que no la tiene. El hecho de que haya una cámara en una situación de conflicto o violencia, ayuda a que no haya silencio, porque el silencio es el cómplice de la impunidad', comenta Blazer.
'Si no hubiera habido una cámara, un fotógrafo, ese 11-A hubiera quedado impune, estarían pagando 20 años de cárcel los que defendieron a los compatriotas de Puente Llaguno. Pero no, ahí quedó grabada la policía disparando'.
La lección
Para Palacios, la principal lección es que todo 11 tiene su 13, y eso se aplica también a los medios de comunicación. 'El pueblo no es pendejo, los dueños de medios todavía no lo han entendido del todo, quizás siguen pensando que el espectador es idiota, que consume cualquier basura que le transmitan, que cualquier mentira la pueden convertir en verdad, pero la realidad es que después del 11 de abril Venezuela volvió a nacer, la gente no cree lo que le dan los noticieros, investigan más allá'.
La segunda lección, dice Palacios, es que 'durante muchos años uno creía que un canal de televisión sólo lo podían tener los ricos, y se demostró, después del 12 y 13, que no, que los medios comunitarios, los productores independientes son los que estuvieron en la linea de batalla, que muhas imágenes salieron gracias a los videos aficionados, que realmente fueron los que estuvieron haciendo televisión. Después se demostró que una televisora estando en manos del pueblo es una televisora hasta mejor'.
La tercera lección 'es que como otro mundo es posible, otra televisión es posible, y no sólo posible, necesaria, yo creo que hacen daño televisoras como Globovisión, por la cantidad de veneno que inyecta, por el daño económico, incluso, que le hacen al país al poner a correr rumores y convertirlos en una verdad en su pantalla'.
“¿A qué está jugando la policía?”, se preguntó Ángel Palacios, realizador del documental “Puente Llaguno: claves de una masacre”, cuando la tarde del 11 de abril de 2002 observó a funcionarios de la Policía Metropolitana (PM) disparar contra las personas que se encontraban concentradas en las cercanías de Puente Llaguno.
Palacios se encontraba ese 11 de abril, desde horas del mediodía, grabando imágenes de la concentración de apoyo al presidente Hugo Chávez en Puente Llaguno.
“Cuando llegamos vimos lo mismo de los dos días anteriores, el 9 y 10 de abril: la gente alegre, celebrando. Ahí se había colocado una tarima con música y un micrófono libre para que las personas se expresaran en público”, refirió.
No obstante, recuerda Palacios que a los minutos empezó el nerviosismo en la gente que estaba en la concentración, “porque se empezó a escuchar que la marcha de la oposición se dirigía a donde estábamos nosotros. Y las personas se preguntaban cómo podía suceder eso si ellos estaban reunidos acá desde hace tres días”.
La alerta se despertó, relata Palacios, cuando cerca de la Esquina de Bolero empezaron a pasar personas gritando que les habían disparado.
“Y en eso pasó una persona que casi tumba la tarima: ‘quiero denunciar que la policía me disparó, la Policía Metropolitana’. Esta persona mostró un brazo y luego una pierna, donde le dieron los disparos, en la Avenida Baralt”.
Palacios cuenta que decidió acercarse hasta donde estaban disparando: “Llegué a la Esquina La Pedrera, hasta donde la gente de la oposición había llegado. No subían porque los bolivarianos estábamos en la parte norte. Ahí nos tiramos piedras, palos, botellas y nos insultamos. Yo estaba filmando eso. Estaba Jorge Recio por ahí tomando fotos. De repente, la policía sube y empieza a echar plomo. Ya le habían dado a varios compañeros, pero el primero más grave fue Tony Velazco, que le dispararon en la cabeza”.
“A Tony no se lo llevó la Policía Metropolitana, estos funcionarios lo vieron que estaba herido, lo dejaron ahí y se fueron. Los compañeros bajaron, lo recogieron y lo subieron a Miraflores. Ahí fue cuando nos preguntamos: '¿A qué está jugando la policía?', porque la oposición no tenía idea de subir. Los manifestantes de la oposición, de hecho, si no les hubieran metido casquillo, se hubieran quedado en Chuao”, comenta Palacios.
En ese momento, confiesa Palacios, sentía una mezcla de miedo con rabia “porque lo que estaba pasando no era una acción normal de una manifestación, lo que estaba pasando era que estaban disparando unos tipos escondidos con armas de precisión. Me acuerdo que a Rudy Urbano Duque, que estaba frente al portón del estacionamiento de la Cancillería, le pegaron un tiro y quedó un sólo hueco de bala en el portón, es decir, que a él le apuntaron de lejos y ahí mismo le dieron”.
Al igual que al señor Erasmo Sánchez, quien estaba en la baranda de Puente Llaguno ese día en la tarde, y que fue alcanzado por un proyectil en el ojo, un disparo directo a la cabeza.
Los funcionarios policiales no pretendían dispersar a nadie, dijo Palacios, por el contrario, “ellos lo que estaban buscando era crear los muertos. Paraban los disparos en un momento y luego empezaban otra vez a disparar. La gente decía: 'Ya pasó', pero otra vez volvía el o los francotiradores, en combinación con la policía de civil, los uniformados y los tiradores encubiertos que estaban dentro de la Ballena y en las esquinas del lado este de la Avenida Baralt”.
“Escuché los tiros, vi los tiros, grabé a un francotirador, y bueno, vi gente morir ahí”, señala Palacios.
La documentalista Lilian Blazer recuerda que alrededor de las 2:30 de la tarde de ese 11 de abril se encontraba a la altura de la Esquina La Pedrera con su cámara de video.
“Cuando llegué ahí, justo después de la sede de la Asamblea Nacional, se oía mucho ruido. Yo no sé nada de balas ni quiero saber, no sabía si eran bombas lacrimógenas, si eran tiros, me imagino que era todo mezclado”, manifestó.
En ese lugar Blazer dijo que vio parte de la marcha “que para mí no era exactamente lo más representativo de la gente de la oposición que vi concentrarse en la mañana en Chuao, sino que era una fuerza más bien de choque”.
“Yo sentí que esa no era gente de Altamira. Estaban bastante agresivos, tirando piedras. Tengo tomas donde están rompiendo asfalto para agarrar piedras, subían y bajaban por la Avenida Baralt. La Policía Metropolitana subía y bajaba también con estos manifestantes”, acotó.
La concentración de simpatizantes del gobierno del presidente Hugo Chávez se encontraba al norte de la Avenida Baralt, cercana a Puente Llaguno.
Blazer grabó a varias personas cayendo: “vi a un ciudadano impactado de bala en la cabeza, que después se supo que era un funcionario de la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip), Tony Velazco, botando sangre por la boca. Fue realmente terrible”. Y luego al fotógrafo Jorge Tortoza, a quien grabó caer cuando le pegaron el tiro en la cabeza en la Esquina La Pedrera.
Cuenta que cuando las personas que se encontraban junto a ella en la Esquina La Pedrera vieron disparar desde el edificio La Nacional echaron a correr hacia el Parlamento. “Recuerdo que me caí, y dos personas de la marcha de la oposición me ayudaron hasta que me pude parar, luego me acerqué a la Plaza Bolívar, donde había una trifulca y se me daño la cámara”.
“Llamé a una prima para buscar otra cámara, porque estar en una situación que se veía de bastante peligro y sin la cámara era como absurdo. Si me voy a arriesgar me arriesgo para hacer tomas, no para estar mirando”, dijo Blazer, pero al regresar al centro de la ciudad ya había pasado lo ocurrido.
El periodista de la radio Fe y Alegría Reinaldo Linares cuenta que ese 11 de abril en la mañana le tocó reportear la parte inicial de la marcha de la oposición, que estaba prevista a las 8:00am en Chuao. “Pero una vez que arranca la marcha, en la radio me dan la instrucción de seguirla unos minutos y luego trasladarme la Asamblea Nacional, que es mi fuente habitual. Era jueves y había sesión como todos los jueves en la mañana”.
Comenta que en el palacio legislativo se celebró la sesión de manera normal, “aunque todos los parlamentarios estaban pendientes de lo que pasaba en la calle a través de los medios de comunicación. Igualmente nosotros (los periodistas de la fuente) acá”.
Cuenta Linares que, pasadas las dos de la tarde, se puso de acuerdo con los demás periodistas de la fuente para cubrir lo que ocurría en la avenida Baralt: “Si vemos mucho peligro nos replegamos y volvemos al Palacio (de Miraflores). Eso lo hicimos varias veces, íbamos, nos acercábamos a la Baralt, observábamos y luego, cuando empezaban los disparos regresábamos, el problema era que uno no sabía de donde venían los disparos”.
Linares nunca vio a los francotirados, pero cuando empezaban a disparar no sabía de dónde venían las balas, “eso te da una idea de que eran personas que estaban disparando de manera planificada, bien ubicadas y apostadas, y personas profesionales en esta materia. La persona que le disparó al reportero gráfico Jorge Tortoza, por la manera de cómo lo hizo, la distancia y dónde le entró, da a entender que eran profesionales”, comenta.
“Ese fue un día bastante terrible, nunca los venezolanos, y sobre todo los que viven en Caracas habían sido sometidos en una situación de verdad tan extrema”, reflexionó el periodista de Fe y Alegría.
Qué transmitieron los medios
Comenta Palacios que el 11-A, en la Esquina de Bolero, había un televisor y, en la noche, “cuando vemos el noticiero, nos percatamos que los muertos nuestros eran presentados como los de la oposición, y los que defendieron el puente, que eran compañeros que estaban ahí para entrompar a la policía y evitar que siguieran subiendo, los presentaban como si ellos eran los que habían disparado a los que habían muerto detrás de ellos. Eso me dio una mezcla de rabia con miedo”.
Cuenta Palacios que llamó a un compañero a las ocho de la noche para que lo buscara. “Viene el compañero, y cuando nos montamos, el hombre estaba impactado, le temblaba la voz, y le preguntamos ´¿qué pasa viejito, qué viste?´, y respondió: ´lo vi todo, ¿qué hicieron ustedes, se volvieron locos?´”.
Le respondió Palacios: “No vale, yo estuve ahí, yo no vi a nadie marchando por debajo del puente, sólo a la Policía Metropolitana y ni siquiera llegó hasta el puente, y los muertos que yo vi eran nuestros, yo no vi muertos del otro lado. Agarramos la cámara y le mostramos las imágenes: ´mira, esto fue lo que yo vi, a Erasmo lo habíamos grabado nosotros.´Sí ese lo vi, pero ¿no es de oposición?, no ese es nuestro, un compañero nuestro´.
¿Qué pasó?
“Durante el 11-A yo no pude cuestionar nada en los medios, porque no vi nada hasta lo último en la noche, y la gran pregunta no era qué hacen los medios, la gran pregunta era dónde está Chávez, hasta que apareció, luego, la pregunta del 14 era ¿dónde está nuestra gente, dónde están nuestros presos? Ya después la pregunta era: coño, qué fue lo que pasó, y ahí la única versión, digamos, sustentada con imágenes era la de la oposición, que la divulgaron por todas partes”, dice Palacios.
'Y así estuvo por unos meses. Yo fui testigo de cómo familias denunciaron a personas que estaban en Puente Llaguno porque creyeron más en lo que presentaba Globovisión y Venevisión que en lo que había hecho su familiar'.
Señala Palacios que el día 14 había una pelea por la verdad, por develar la verdad. A Juan Barreto, que era diputado, le entregamos las imágenes de lo que ocurrió en la Avenida Baralt como evidencia. La transmitieron por la Asamblea Nacional.
'La obligación moral nuestra era buscar la forma de demostrar qué fue lo que pasó, y ese trabajo de búsqueda de material incluyó vecinos de la Avenida Baralt, que nos dieron cassettes que habían grabado, incluyó trabajadores de los medios comunicación privados, Globovisión, Venevisión, Televen, que nos dieron, bajo cuerda, escondidos, el material máster de cámaras que habían grabado en esos días, copias para poder comparar y ver', indica Palacios.
'Un año buscando material por todo el país, analizando, comparando, buscando testimonios'.
Palacios comenta que el 12 de abril, a las 6 de la mañana, llegaron al centro de la ciudad, y con la cámara de video grabaron los impactos de bala. 'Ahí se veía clarito que los impactos de bala venían del sur hacia el norte, incluso, en los postes de alumbrado, que eran de metal, se veían doblados, que para que se doblen eso tenía que ser un arma larga, no una pistolita, y todo venía de abajo hacia arriba'.
No obstante, 'a la semana habían borrado todo, no sé quién, pero frisaron las paredes, taparon los huecos, cambiaron los postes, y cuando volvimos otra vez a tratar de hacer las imágenes con calma, con trípode, habían borrado todas las evidencias de disparos del sur hacia el norte'.
'La obligación de quien hace documentales es estar en el sitio y darle voz al que no la tiene. El hecho de que haya una cámara en una situación de conflicto o violencia, ayuda a que no haya silencio, porque el silencio es el cómplice de la impunidad', comenta Blazer.
'Si no hubiera habido una cámara, un fotógrafo, ese 11-A hubiera quedado impune, estarían pagando 20 años de cárcel los que defendieron a los compatriotas de Puente Llaguno. Pero no, ahí quedó grabada la policía disparando'.
La lección
Para Palacios, la principal lección es que todo 11 tiene su 13, y eso se aplica también a los medios de comunicación. 'El pueblo no es pendejo, los dueños de medios todavía no lo han entendido del todo, quizás siguen pensando que el espectador es idiota, que consume cualquier basura que le transmitan, que cualquier mentira la pueden convertir en verdad, pero la realidad es que después del 11 de abril Venezuela volvió a nacer, la gente no cree lo que le dan los noticieros, investigan más allá'.
La segunda lección, dice Palacios, es que 'durante muchos años uno creía que un canal de televisión sólo lo podían tener los ricos, y se demostró, después del 12 y 13, que no, que los medios comunitarios, los productores independientes son los que estuvieron en la linea de batalla, que muhas imágenes salieron gracias a los videos aficionados, que realmente fueron los que estuvieron haciendo televisión. Después se demostró que una televisora estando en manos del pueblo es una televisora hasta mejor'.
La tercera lección 'es que como otro mundo es posible, otra televisión es posible, y no sólo posible, necesaria, yo creo que hacen daño televisoras como Globovisión, por la cantidad de veneno que inyecta, por el daño económico, incluso, que le hacen al país al poner a correr rumores y convertirlos en una verdad en su pantalla'.
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