Irina Molina
Señores SAIME.-
Reciban un saludo revolucionario.
Me comunico con ustedes para denunciar que el SAIME decretó la defunción de mi octogenaria madre en el sistema nacional de identificación, sin ser cierto, gracias a Dios, y sin que obviamente medie documento demostrativo alguno.
Ahora, el problema no se queda ahí. Adicionalmente de causar la muerte virtual de mi madre, cosa que no imaginan como la ha hecho sentir, al no poder votar en el último proceso eleccionario y al pensar que tampoco lo podrá hacer para las elecciones primarias del PSUV ni en las venideras elecciones para la Asamblea Nacional, no hemos logrado que la reintegren al sistema.
Honestamente nos hemos sentido como viviendo en una mala película de ciencia ficción gringa. En un primer intento de resolverlo en un punto del CNE se nos informa que debemos dirigirnos a la oficina de ustedes, hacemos lo consiguiente y nos piden un documento que llaman “fe de vida” emitido por la Alcaldía. Luego, con el documento en la mano, volvemos a la oficina del SAIME de Ciudad Guayana ubicado en San Félix. Un funcionario que vigila la puerta nos hace pasar a una cola interna atendida por una funcionaria mal encarada que cuando por fin nos atiende dice que nos falta otro documento denominado “carta de testigos”, que hay un formato pero que ella no lo tiene en el momento y que debemos hablar con una fulana en Ciudad Bolívar. Ante nuestro reclamo de lo absurdo que resulta todo, se atreve a argumentar que lo que vale es el soporte físico (que vaina, la sacan del sistema sin acta de defunción pero para reincluirla hay que presentar un papiro de papeles). Luego recibe una llamada telefónica de un funcionario a quien le comenta que hay mucha gente y no tienen sistema, adicionalmente le refiere el caso de mi madre y luego nos dice que ya no tenemos que echarnos el polo para Ciudad Bolívar, que le pidamos a un funcionario de los que están en el operativo de cedulación afuera, el famoso formato. El fulano de afuera nos dice que no sabe de eso, nos acercamos a la oficina del CNE en el mismo edificio por si acaso entendimos mal, pero tampoco sabían del famoso formato. Llegamos a casa abriendo internet para buscar mayor información y fue cuando nos percatamos que cambiaron el nombre del servicio, ahora SAIME y tuvimos la sensación de que el habito no hace al monje. Bonita la pagina, pero no ofrece solución a nuestro problema. Tienen una opción de quejas y reclamos prefigurada que no admite que nos quejemos de que mataron a mi madre sin derecho a resucitarla. Tienen un poco de números de contactos que no contestan y la dirección de la oficina del Estado Bolívar ni siquiera esta actualizada. Hay una nota que dice “dile no a los gestores”, la cual es difícil de tomar en serio.
Tal vez puedan imaginar la arrechera y la frustración de tener que andar con mi viejita intentando demostrar que está viva y que una cuerda de burócratas cuartorepublicanos se empeñen en poner todas las trabas posibles para impedirlo.
Cada vez que ustedes o cualquier otra dependencia de servicio público no hace su trabajo o funcionan en forma burocráticamente negligente dañan nuestro hermoso proceso revolucionario. Así se cambien el nombre siguen siendo una dependencia que le es funcional al sistema capitalista que queremos transformar (corrupción, ineficiencia, ineficacia, perdida de recursos). De allí que nuestro máximo líder, comandante presidente Chávez, ha tenido que crear alternativas paralelas como las misiones que den real respuesta a las necesidades del pueblo. Con seguridad, la voluntad política de unos pocos han producido algunos cambios favorables del servicio que brindan, sin embargo, si no quieren ser demolidos por la fuerza de un pueblo que despertó y ejerce su ciudadanía conscientemente, deben trascender a lo que son con miras a la construcción de un estado garantista y eficiente. En este sentido, les recomiendo un intensivo del texto del Che Guevara sobre el Burocratismo y el poema de Mario Benedetti que transcribo a continuación.
CERTIFICADO DE EXISTENCIA
Dijo el fulano presuntuoso, hoy en el consulado obtuve el habitual certificado de existencia, consta aquí que estoy vivo, de manera que basta de calumnias, este papel soberbio e irrefutable atestigua que existo.
Si me enfrento al espejo y mi rostro no está, aguantaré sereno, despejado, lo llevo a caso en la cartera mi recién adquirido, mi flamante certificado de existencia.
Vivir después de todo no es tan fundamental, lo importante es que alguien debidamente autorizado certifique que uno probadamente existe.
Cuando abro el diario y leo mi propia necorológica me apena que no sepan que estoy en condiciones de mostrar donde quiera y a quien sea un vigente, prolijo y minucioso certificado de existencia.
Existo, luego pienso. Cuantos zutanos andan por la calle creyendo que están vivos cuando en rigor carecen del genuino, irremplazable, soberano certificado de existencia.
Mario Benedetti
PD. Si algún funcionario revolucionario del SAIME lee la presente y puede ofrecer su apoyo en la solución del problema que confrontamos, mucho le sabríamos agradecer comunicarse a través del correo: irimoli@hotmail.com
Irina Molina
Ciudad Guayana 27 de Abril 2010
miércoles, 28 de abril de 2010
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