Hernán Mena Cifuentes
El odio, cuando es tan grande convierte en ser irracional a quien lo profesa, no importándole si el veneno que destila con tan bajo sentimiento le lleve a cavar su propia tumba, y a ello se expusieron los profetas del desastre que apostaron al colapso del Guri, desvarío demencial que se estrelló contra la naturaleza, y la fe y fuerza de voluntad de una Revolución, de su líder y su pueblo.
Sabían perfectamente que la crisis energética que desde hace meses afecta al país y que aún no ha sido superada en su totalidad, es causada por El Niño, fenómeno climático cíclico responsable de la aguda sequía que no sólo ha asolado a Venezuela, sino también a varios países vecinos y del resto de la región, causando fallas de suministro eléctrico, además de cuantiosas pérdidas económicas a la agricultura y la ganadería y su población en general.
El Guri, como toda instalación generadora de energía hidroeléctrica, depende totalmente del agua para producirla, y ante la falta de lluvia en la zona sur del país, los niveles del río Caroní y sus afluentes, que nutren del vital líquido a la represa, comenzaron a descender, restándole gran parte del aporte indispensable para su normal funcionamiento, que fue registrando fallas a medida que se agudizaba la sequía.
Para paliar la emergencia, el Ejecutivo, conjuntamente con las autoridades responsables del área, impusieron medidas de racionamiento, mientras simultáneamente ponían en marcha un plan de instalación de nuevas plantas termo-eléctricas y de recuperación de otras del mismo tipo dañadas tras varios años de funcionamiento, acciones éstas con las que se busca evitar que en el futuro se produzcan emergencias similares.
Pero, siempre a caza de cualquier situación que pueda dañar la imagen de un proceso revolucionario y su líder que están transformando las obsoletas y fracasadas estructuras socioeconómicas del pasado, los sobrevivientes de esa era de sumisión y dependencia del capitalismo salvaje, de su modelo neoliberal y consumismo desbordado que fue la IV República, aprovecharon la oportunidad para atacarlos.
Reunidos en secretos conciliábulos consultaron al Oráculo de las perversiones en busca de la fórmula más expedida y exitosa de hundir esta vez, definitivamente en el fracaso al proceso revolucionario, y respondieron a sus “non santas” peticiones, sesudos expertos y académicos, eternos profetas del desastre, que predijeron para satisfacción de esos golpistas lacayos del Imperio, “el inminente colapso del Guri.”
De inmediato, los sectores de la oposición golpista, empresarios, medios y organizaciones políticas fascistas desplegaron una amplia, perversa y bien coordinada campaña conspirativa orientada a provocar pánico, temor y alarma entre el pueblo venezolano anunciando que el corazón del Guri estaba herido gravemente y su final era cuestión de días o semanas.
En un informe publicado por el diario El Nacional se llegó hasta ponerle fecha a la muerte del gigante hidroeléctrico, fijando el 26 de abril como el Día “D” “cuando el embalse tocaría la Cota de 240 msnm”, anuncio que embargados de la más apátrida conciencia que alguien pueda imaginarse, se encargaron de ampliar como enorme caja de resonancia otros medios mercenarios pitiyanquis y sus secuaces de la oligarquía junto con los capos de la oposición golpista.
El sector empresarial privado, uno de los miembros más activos de esa trilogía conspirativa criolla, no tardó en secundar al medio, cuando el presidente de Fedecámaras-Aragua, Guillermo Ovalles, declaró que “estamos adelantando la crisis y que el colapso eléctrico va a ser antes de lo previsto. Ya lo que nos queda, -dijo- es irnos a llorar al Guri.”
Pero fue los dirigentes de los partidos políticos fascistas, acérrimos enemigos del proceso revolucionario bolivariano, quienes desde la mal llamada “mesa de la unidad”, erigiéndose en verdaderos profetas del desastre, lanzaron el pasado sábado la catastrófica premonición que anunciaba, no sólo el fin del Guri, sino además, la llegada de una era de miseria y desolación para el pueblo venezolano.
La fascista alianza de partidos, en un comunicado en el que califica de “pura propaganda electoral engañosa y pura demagogia sin sustento las declaraciones de Alí Rodríguez, titular del despacho de Energía Eléctrica, quien dijo que “gracias a la llegada de las lluvias la emergencia eléctrica tiende a desaparecer y que en junio cesará el plan de racionamiento”, pese a coincidir en principio con su apreciación, dibuja un escenario de caos general en Venezuela, de no darse lo previsto por el alto funcionario.
“Esta situación, -destaca el comunicado- tendría consecuencias muy severas para todos los venezolanos, ya que obligaría a racionar la energía muchas más horas que en la actualidad, terminar de cerrar grandes plantas industriales de Guayana y de otras zonas del país. Afectaría severamente a todos los servicios públicos que emplean electricidad, como son el bombeo de agua, el transporte por metro y ferrocarril, la iluminación pública, semáforos, reduciendo la calidad de vida de todos los venezolanos, sin distinciones sociales, económicas y políticas.”
No se había apagado aún el eco de sus declaraciones, cuando desde del cielo, cayeron como castigo a sus malos deseos, cientos de rayos y centellas a los que han seguido torrenciales lluvias que están llenando el cauce del Caroní y sus afluentes cuyas aguas bajan en torrente llenando al Guri, que comienza a despertar del letargo en que lo mantuvo El Niño, y ahora se dispone a llevar luz y energía eléctrica a toda Venezuela para bienestar del pueblo.
Hoy el mundo, observa como han naufragado bajo las aguas del Guri, los macabros augurios de los profetas del desastre y de todos aquellos que dominados por su odio visceral hacia la Revolución Bolivariana soñaron en su loco desvarío con destruir un proceso indestructible y aterrorizar a un pueblo revolucionario que una vez más ha demostrado su apoyo incondicional al gobierno y a su indiscutible líder, el presidente, comandante Hugo Chávez Frías.
El odio, cuando es tan grande convierte en ser irracional a quien lo profesa, no importándole si el veneno que destila con tan bajo sentimiento le lleve a cavar su propia tumba, y a ello se expusieron los profetas del desastre que apostaron al colapso del Guri, desvarío demencial que se estrelló contra la naturaleza, y la fe y fuerza de voluntad de una Revolución, de su líder y su pueblo.
Sabían perfectamente que la crisis energética que desde hace meses afecta al país y que aún no ha sido superada en su totalidad, es causada por El Niño, fenómeno climático cíclico responsable de la aguda sequía que no sólo ha asolado a Venezuela, sino también a varios países vecinos y del resto de la región, causando fallas de suministro eléctrico, además de cuantiosas pérdidas económicas a la agricultura y la ganadería y su población en general.
El Guri, como toda instalación generadora de energía hidroeléctrica, depende totalmente del agua para producirla, y ante la falta de lluvia en la zona sur del país, los niveles del río Caroní y sus afluentes, que nutren del vital líquido a la represa, comenzaron a descender, restándole gran parte del aporte indispensable para su normal funcionamiento, que fue registrando fallas a medida que se agudizaba la sequía.
Para paliar la emergencia, el Ejecutivo, conjuntamente con las autoridades responsables del área, impusieron medidas de racionamiento, mientras simultáneamente ponían en marcha un plan de instalación de nuevas plantas termo-eléctricas y de recuperación de otras del mismo tipo dañadas tras varios años de funcionamiento, acciones éstas con las que se busca evitar que en el futuro se produzcan emergencias similares.
Pero, siempre a caza de cualquier situación que pueda dañar la imagen de un proceso revolucionario y su líder que están transformando las obsoletas y fracasadas estructuras socioeconómicas del pasado, los sobrevivientes de esa era de sumisión y dependencia del capitalismo salvaje, de su modelo neoliberal y consumismo desbordado que fue la IV República, aprovecharon la oportunidad para atacarlos.
Reunidos en secretos conciliábulos consultaron al Oráculo de las perversiones en busca de la fórmula más expedida y exitosa de hundir esta vez, definitivamente en el fracaso al proceso revolucionario, y respondieron a sus “non santas” peticiones, sesudos expertos y académicos, eternos profetas del desastre, que predijeron para satisfacción de esos golpistas lacayos del Imperio, “el inminente colapso del Guri.”
De inmediato, los sectores de la oposición golpista, empresarios, medios y organizaciones políticas fascistas desplegaron una amplia, perversa y bien coordinada campaña conspirativa orientada a provocar pánico, temor y alarma entre el pueblo venezolano anunciando que el corazón del Guri estaba herido gravemente y su final era cuestión de días o semanas.
En un informe publicado por el diario El Nacional se llegó hasta ponerle fecha a la muerte del gigante hidroeléctrico, fijando el 26 de abril como el Día “D” “cuando el embalse tocaría la Cota de 240 msnm”, anuncio que embargados de la más apátrida conciencia que alguien pueda imaginarse, se encargaron de ampliar como enorme caja de resonancia otros medios mercenarios pitiyanquis y sus secuaces de la oligarquía junto con los capos de la oposición golpista.
El sector empresarial privado, uno de los miembros más activos de esa trilogía conspirativa criolla, no tardó en secundar al medio, cuando el presidente de Fedecámaras-Aragua, Guillermo Ovalles, declaró que “estamos adelantando la crisis y que el colapso eléctrico va a ser antes de lo previsto. Ya lo que nos queda, -dijo- es irnos a llorar al Guri.”
Pero fue los dirigentes de los partidos políticos fascistas, acérrimos enemigos del proceso revolucionario bolivariano, quienes desde la mal llamada “mesa de la unidad”, erigiéndose en verdaderos profetas del desastre, lanzaron el pasado sábado la catastrófica premonición que anunciaba, no sólo el fin del Guri, sino además, la llegada de una era de miseria y desolación para el pueblo venezolano.
La fascista alianza de partidos, en un comunicado en el que califica de “pura propaganda electoral engañosa y pura demagogia sin sustento las declaraciones de Alí Rodríguez, titular del despacho de Energía Eléctrica, quien dijo que “gracias a la llegada de las lluvias la emergencia eléctrica tiende a desaparecer y que en junio cesará el plan de racionamiento”, pese a coincidir en principio con su apreciación, dibuja un escenario de caos general en Venezuela, de no darse lo previsto por el alto funcionario.
“Esta situación, -destaca el comunicado- tendría consecuencias muy severas para todos los venezolanos, ya que obligaría a racionar la energía muchas más horas que en la actualidad, terminar de cerrar grandes plantas industriales de Guayana y de otras zonas del país. Afectaría severamente a todos los servicios públicos que emplean electricidad, como son el bombeo de agua, el transporte por metro y ferrocarril, la iluminación pública, semáforos, reduciendo la calidad de vida de todos los venezolanos, sin distinciones sociales, económicas y políticas.”
No se había apagado aún el eco de sus declaraciones, cuando desde del cielo, cayeron como castigo a sus malos deseos, cientos de rayos y centellas a los que han seguido torrenciales lluvias que están llenando el cauce del Caroní y sus afluentes cuyas aguas bajan en torrente llenando al Guri, que comienza a despertar del letargo en que lo mantuvo El Niño, y ahora se dispone a llevar luz y energía eléctrica a toda Venezuela para bienestar del pueblo.
Hoy el mundo, observa como han naufragado bajo las aguas del Guri, los macabros augurios de los profetas del desastre y de todos aquellos que dominados por su odio visceral hacia la Revolución Bolivariana soñaron en su loco desvarío con destruir un proceso indestructible y aterrorizar a un pueblo revolucionario que una vez más ha demostrado su apoyo incondicional al gobierno y a su indiscutible líder, el presidente, comandante Hugo Chávez Frías.
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