martes, 4 de agosto de 2009

De la mesa al comedor.


Roberto Malaver


" Te juro que daba pena, Roberto".- Dice Cinthya Machado Zuloaga mientras el mesonero se acerca corriendo a la mesa con su botellita de agua Evián y el café negro. Deja las cosas sobre la mesa y se marcha, como siempre, de espaldas, para seguir adorando el cuerpo de Cinthya.

Y ella, siempre tan bella, tan Machado, tan Zuloaga, sigue diciendo: " Verlos allí, en la Casa Nacional de Copei, escuchando a Luis Ignacio Planas, al que estoy segura, muchos de ellos no saben ni quién es, con aquellas caras como que nunca hubiesen roto un plato, cuando todos sabemos quiénes son y qué han hecho. Allí estaban en perfecta formación, Gabriel Puerta Aponte, aquel que decía que había que desechar las ilusiones y prepararse para la guerra, Antonio Ledezma, Julio Borges, Américo Martín, Andrés Velásquez, ofendiendo la memoria de Alfredo Maneiro, Pompeyo Márquez, qué se puede decir de este hombre que no se haya dicho, Ismael García, qué pena con ese señor, Omar Barboza, que ya no sabe en qué palo ahorcarse desde que se le fue Manuel Rosales, Gonzalo habla claro, al que todos vimos aplaudiendo el decreto de Carmona en Miraflores, y no te echo más cartas, como dicen en Margarita, porque lo demás da pena y olvido".

Toma agua directamente de la botellita. Se ve espectacular.

Deslumbrante está Cinthya, como siempre, y desde la barra del café se escucha un gemido del mesonero que no se puede aguantar cada vez que ella se lleva la botellita a la boca.

"Es la misma Coordinadora Democrática, sólo que ahora se hacen llamar la mesa unitaria. Son como la manzana aquella que se paseaba de la mesa al comedor, allí es donde ellos son buenos, en el comedor y en el tomador. Con gente así no se puede ir a ninguna parte, amigo, mi papi, casi lloraba al verlos a todos allí, decía que sólo faltaban Nixon Moreno, Timoteo Zambrano y Manuel Rosales, para que la mesa fuera más vergonzosa".

La gente pasa sonriendo y cargada de bolsas de compra. Al frente una exposición de Mercedes Benz es vista por los visitantes del centro comercial; y Cinthya sigue diciendo: "Yo no sé qué empresario será capaz de invitar a su mesa a todos los que estaban allí, esa cuenta no la paga nadie. Mientras tanto mi padre sigue llorando de la vergüenza, porque no es posible que no se encuentre un líder de la oposición en este país".

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