domingo, 5 de abril de 2009

La Crisis Mundial y la “Ley Histórica del Poco a Poco.

Iraida Vargas-Arenas

Cuando leemos los innumerables artículos publicados en diarios del exterior y nacionales y por Internet sobre la crisis actual del capitalismo, nos queda claro que este sistema socio-económico-cultural ya no sirve para garantizar la vida social en el planeta; nos queda claro también que si los seres humanos seguimos practicándolo, la Tierra colapsará con las implicaciones espantosas que ello tendría para todos nosotr@s y para las generaciones futuras.Estamos seguras que el Capital (con mayúsculas) lo siente así también; sin embargo, se aferra tenazmente al sistema que le ha dado tan buenos dividendos. Por eso presenciamos la patética búsqueda del regreso a la bonanza perdida y la impunidad practicada por los gobiernos de los países “ricos”, los cuales inyectan desesperadamente cada vez más dinero a sus ruinosas e irreales economías (no importa que tan inorgánico sea éste), aplicando así las únicas fórmulas que conocen y han practicado hasta ahora con el fin de mantener la ecuación de enriquecer todavía más a los ya desmesuradamente “ricos” y empobrecer aún más a los que viven en terribles condiciones de pobreza. Buscan de esa manera seguir siendo gobiernos capitalistas y, si es posible, plenamente neoliberales, controlados solamente por “la mano invisible del mercado” (recordemos la frase del presidente Sarkozy: “tenemos que refundar el capitalismo”). Simultáneamente, se cree que las poblaciones que sufren en la actualidad las consecuencias de sus horrendos aunque previsibles desaciertos ya están suficientemente adormecidas, narcotizadas con la posibilidad de realizar un consumo irracional constante de las mercancías producidas por las transnacionales, por lo que se cree seguirán aceptando pacíficamente todo lo que acontezca. Con la inyección de monstruosas cantidades de dinero a la banca quebrada y a las compañías en bancarrota se espera salir “poco a poco” de la crisis.Aunque se pudiera pensar que los países en donde sus poblaciones viven sumidas en las peores condiciones de pobreza y, por lo tanto, los más vulnerables ante la crisis actual, deberían aprovechar esta situación para librarse del capitalismo, pero demuestran su dependencia del gran Capital al aplicar una fórmula similar, solo que por la misma circunstancia de la dependencia lo hacen a través de un mayor endeudamiento con el FMI, aumento de las deudas internas, reducción del gasto social y similares. También ellos esperan salir “poco a poco” de la crisis y que sus poblaciones lo sigan aguantando.Los llamados países “emergentes” o “potencias medias” no se quedan atrás y hacen lo mismo que los primeros, solo que en una escala menor. Esperan así resolver “poco a poco” la crisis actual.Como vemos, todos actúan de la misma manera y con el mismo objetivo: mantener vivo el capitalismo como sistema socio-económico-cultural. Se espera que los consorcios, las transnacionales, la banca, vale decir, los grandes capitales que se han visto afectados por la crisis actual se recuperarán “poco a poco” si se explota todavía más a los ya explotad@s, vía el aumento de impuestos pagados por los colectivos, si se les cercena el derecho al trabajo, si se les priva de consumir lo necesario, si se les impide tener una vivienda….La “Ley del Poco a Poco” no es nueva. Ha sido parte de la ideología acuñada por el capitalismo como manera de controlar a todos los pueblos del planeta y evitar “desviaciones” que los lleven a crear otros sistemas sociales-económicos y culturales más justos. Una de las expresiones más refinadas y exitosas de esa ideología se ha traducido en convencer a todos los pueblos (al menos a sus gobiernos) de que el llamado “capitalismo avanzado” es la utopía a alcanzar y que ello se logra “desarrollándose” económica y socialmente. El capitalismo ha convertido el “desarrollo” en la zanahoria delante del burro, de allí que dicho concepto sirva para calificar a los países pobres como “países en “vías de desarrollo”, “países subdesarrollados”, “países atrasados” y similares.La utilización del concepto capitalista de desarrollo implica que existe un proceso lineal que debe ser seguido necesariamente por todos los pueblos si quieren “dejar de ser pobres”. Pero todos esos gobiernos, pasados y presentes, parecen olvidar una Ley verdadera del capitalismo: la del Desarrollo Desigual y Combinado, que podría expresarse coloquialmente así: Si algún país o grupo de países capitalistas se “desarrolla” plenamente, ello sólo es posible gracias a que los demás no se desarrollen para nada, ya que los primeros logran sus metas a expensas de que los segundos no logren ninguna.Así, aunque todos los gobiernos saben que todavía después de algo más de 200 años de capitalismo, tres cuartas partes de la humanidad sigue sin alcanzar un desarrollo equivalente al que tienen los países capitalistas “avanzados” (no han logrado capturar la siempre elusiva zanahoria), persisten –en una demostración ovejuna (con perdón de las ovejas)—en implementar medidas que se ajustan a la “Ley del Poco a Poco”. Dichas medidas se inspiran en deseos imposibles: poco a poco desarrollaremos nuestras fuerzas productivas y seremos capaces de crear una tecnología tan sofisticada como la del primer mundo; poco a poco nuestro riesgo país será calificado como muy bajo lo que hará que los capitalistas extranjeros se peleen por invertir en nuestro país; poco a poco llegaremos a ser una potencia media y, de allí, haremos el salto a potencia mundial; poco a poco nuestra población tendrá una “mejor calidad de vida” y podrá consumir todo lo que desee; en fin, poco a poco, si nos empeñamos, emularemos a nuestros dominadores.Vemos así que muchos gobiernos se vanaglorian de su crecimiento económico sostenido, concepto que está íntimamente vinculado al de desarrollo capitalista; se ufanan de las llamadas mejoras sociales, pero no de las que producen los pueblos con su creatividad y de acuerdo con propias y sentidas necesidades, sino aquellas que resultan de la eficacia de medidas proteccionistas contra el abuso del poder económico capitalista; señalan los éxitos de los sindicatos ante los excesos de los patronos, pero no de eliminar a la figura de estos últimos. Hablan del contrasentido de un “capitalismo más humanista”, de un “capitalismo con rostro humano”. El capitalismo jamás podrá velar por el desarrollo humano puesto que su razón de ser es la devastación del ser humano, arrancarle los tuétanos si es necesario para hacer que éstos produzcan dinero. Muchos gobiernos se sienten orgullosos, así mismo, de ser capaces de producir tanques, armas, aviones, misiles, municiones y demás implementos para la guerra, pero lo que hacen con ello es ayudar a que las guerras sucedan y sean más eficientes en su mortífera tarea. Piensan que la zanahoria está cada vez más cerca.En esta lucha que se da poco a poco, los gobiernos no hacen nada para evitar la usura de la banca, ni penalizan o impiden la actuación de aquellas transnacionales que producen comida chatarra dañina para la salud; tampoco prohíben la actuación de los monopolios, internos y externos, de alimentos, medicinas, de viviendas, de cualquier cosa, puesto que todo es mercancía transable. No hacen nada contra las industrias culturales transnacionales que vulneran la capacidad crítica y sumergen –sobre todo a los jóvenes-- en un ocio embrutecedor. Se hacen muchas veces la “vista gorda” ante la compra de conciencias de muchos de los integrantes de los organismos de seguridad estatales y de una parte importante de los oficiales de las fuerzas armadas. Tampoco cobran impuestos significativos a las compañías extranjeras que actúan en sus países. Para decirlo claramente, protegen el Capital. Los gobiernos argumentan que: “en este mundo interconectado y globalizado” los controles anteriores no son posibles, al menos si se quiere seguir gobernando. Todo lo anterior nos permite afirmar que la implementación de la “Ley del Poco a Poco” ha supuesto para el Capital la garantía que le permite mantener el “subdesarrollo”, sino también disuadir a los dirigentes de los pueblos de buscar opciones de transformación social ¡Para qué hacerlo, si la zanahoria está ahí, frente a nuestras narices, a nuestro alcance!Los pueblos de Nuestra América han demostrado que no estaban tan narcotizados como creía el Capital. Desde finales de los años 80 del siglo pasado, toda la década de los noventa y sobre todo en lo que va de los años 2000, esos pueblos se han manifestado en movimientos sociales que no creen en el poco a poco, que ya están hartos de ser manipulados con él. Bolivianos, brasileños, ecuatorianos, nicaragüenses y venezolanos –por nombrar algunos-- han destituido gobiernos del poco a poco; han dicho ¡basta! Y han colocado a la cabeza de sus Estados a personas que consideran pueden acompañarlos en la tarea de la transformación social. Sin embargo, nos preocupa ver hoy, en 2009, que la “Ley del Poco a Poco” también parece haberse infiltrado en los nuevos gobiernos de los países mencionados, donde --se dice—se quiere lograr la construcción del socialismo: poco a poco seremos socialistas; poco a poco nuestras poblaciones creerán y practicarán los valores de la solidaridad, reciprocidad, la honestidad y el amor de un@s con los otr@s; poco a poco nuestros recursos naturales serán de tod@s y se emplearán para el bien común, poco a poco seremos sujetos de nuestro destino. Pero, hasta ahora todo ello se está haciendo sin tocar los intereses de los grandes monopolios, sin descalabrar el Capital. La rebelión de las masas de los últimos 30 años ha comenzado a ser enajenada, ha comenzado a ser cooptada en nombre de la estabilidad del sistema político, de una gobernabilidad que enfría la participación de esas masas en la transformación. Se actúa como si la transformación ya hubiese ocurrido por lo que el debate abierto no parece ser ya necesario, ni la sublevación de las masas debe seguir sucediendo pues ahora son tiempos de estabilidad, de reafirmación, vale decir, de institucionalización, de procesos controlados por el Estado, en los cuales el resto de la sociedad puede contribuir, pero de manera limitada.Los gobiernos de todos esos países se encuentran enfrascados en la aplicación de medidas destinadas ciertamente a paliar los males sociales heredados de décadas de gobiernos apátridas y a garantizar derechos fundamentales a aquell@s que nunca los habían tenido. No obstante, es importante no olvidar que la inclusión de cuestiones sociales en las que esos gobiernos han intervenido, sobre todo en salud pública y educación y en general en el disfrute de servicios públicos, así como la posibilidad de la participación de los ciudadan@s en la vida económica, política y social de la nación, ha sido sin duda posible gracias a la presión de las clases trabajadoras nacionales y de la movilización masiva de las poblaciones.La única manera de construir el socialismo es destruyendo el capitalismo y todas las instituciones y prácticas que garantizan su reproducción. Esa construcción es, debe ser revolucionaria. De manera que para construir el socialismo no es necesaria sino una sola “R”: Revolución Social. Si aplicamos la Ley del Poco a Poco para construir el socialismo, nos puede pasar, como nos dijera en estos días Britto García al comentarle esta nota, que pasemos a la “ley del Nunca Nunca”.
iraida.vargas@gmail.com

No hay comentarios: