domingo, 26 de mayo de 2024

Una rosa blanca en honor a José Martí…

 Una rosa blanca en honor a José Martí...



Poe Geraldina Colotti

Foto: El escritor Miguel Barnet presentó su libro “Cimarrón – biografía de un esclavo” en la Sala del Consejo de la Alcaldía de Cellole en presencia de connacionales, empresarios y autoridades italianas.

En la embajada de Cuba en Italia, cuya misión diplomática encabeza Mirta Granda Averhoff, junto al busto de José Martí se encuentra ahora también otra pequeña escultura: una rosa blanca, obra de la artista Clara Mallegni. La inauguración se produjo durante una ceremonia que reunió a representantes diplomáticos de otros países, intelectuales, partidos y movimientos sociales, para conmemorar el 129 aniversario de la muerte en combate del héroe nacional cubano, José Martí. Escritor inolvidable y revolucionario, el Apóstol vivió del 28 de enero de 1853 hasta el 19 de mayo de 1895. 

En la iniciativa también estuvo presente Miguel Barnet, uno de los más grandes escritores cubanos en vida, y con una larga trayectoria política y diplomática a sus espaldas. Barnet, etnólogo y poeta galardonado, es conocido en Italia por su novela Autobiografía de un esclavo, publicada por Einaudi en 1998 y ahora reeditada por Quodlibet bajo el título Cimarrón. Biografía de un esclavo fugitivo, presentada por Elena Zapponi. La historia del ex esclavo fugitivo, Esteban Montejo, permite a Barnet presentar la economía, la historia y las tradiciones del pueblo cubano hasta la guerra de independencia de España (1895-1902).

Durante el acto, Barnet, quien en su juventud vivió y estudió en Estados Unidos, pero siempre pensando en su patria, recordó el profundo conocimiento que tenía Martí de la sociedad norteamericana y sus contradicciones; y su claridad sobre el carácter imperialista de EE.UU., de los riesgos que su política hegemónica implicaba para los países de América Latina (Nuestra América).

“A muchas generaciones de esclavos les seguirá una generación de mártires”, dijo Martí durante su primer discurso público, pronunciado en Nueva York el 24 de enero de 1880, en una reunión de exiliados cubanos en Steck Hall. Luego recordó la guerra que estalló en el oriente de Cuba el 10 de octubre de 1868 bajo el liderazgo de Carlos Manuel de Céspedes, que había terminado temporalmente con la represión de las autoridades coloniales españolas, pero cuyo espíritu estaba muy vivo. 

Si hasta 1878 la lucha anticolonial en Cuba había sido dirigida por los terratenientes, exasperados por los abusos de las autoridades españolas, ahora se trataba, según el Apóstol, de sentar las bases de una guerra popular, lo que implicó la participación de todos los sectores dispuestos a luchar por la independencia. Una “guerra necesaria”, como dijo el fundador del Partido Revolucionario Cubano en 1895, que hay que librar contra el régimen colonial trabajando por la unidad.

Conceptos que han animado y siguen animando el largo camino de Cuba hacia la revolución, principios que luego sustentaron su resistencia a lo largo de las generaciones que siguieron a la de Fidel y Raúl, y que inspiraron el renacimiento de Venezuela y de nuestra América soñada por Martí, hacia una segunda independencia.

 En una larga entrevista con el periodista Ignacio Ramonet, el presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, explicó por qué el pueblo cubano sufre de manera particular el aumento del bloqueo económico-financiero de Estados Unidos. Una medida que se ha vuelto más feroz por la grotesca inclusión de Cuba en una lista de países “patrocinadores del terrorismo”.

En este sentido, muchos llamamientos internacionales han rechazado la ambigüedad con la que Estados Unidos hizo creer que había eliminado a Cuba de la lista de países que no colaboran plenamente con las medidas antiterroristas estadounidenses. Si en realidad es cierto que este año el Departemento de Estado norteamericano no ha incluido a Cuba en la lista de los cuatro países particularmente demonizados (demostrando así lo absurdo de sus acusaciones), pero es igualmente cierto que siguen señalando a Cuba como uno de los países “patrocinadores del terrorismo”. 

Así lo explica bien la nota de protesta emitida por la Cancillería cubana en la que rechaza las medidas coercitivas unilaterales e ilegales que, según el criterio de Estados Unidos, caracterizan a los países no bienvenidos por el imperialismo como no cooperantes “con el esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos”. 

El propósito de estas calumnias -dice el comunicado- es justificar e intensificar el bloqueo contra Estados soberanos, como se ha hecho con Cuba desde los primeros años de la revolución. Una mentira descarada, como bien sabe Estados Unidos, ya que “Cuba no patrocina el terrorismo, pero ha sido víctima del terrorismo, incluido el terrorismo de Estado”. Por lo tanto – prosigue la nota ministerial – no se debe “confundir” la opinión pública con noticias falsas.

Podríamos añadir que no se debe intentar debilitar la solidaridad internacional haciendo creer a la gente que esta parte del bloqueo ha sido abolida. Lo que resulta insoportable para Estados Unidos es que, a pesar de los múltiples y repetidos ataques, como dijo Díaz Canel a Ramonet, la de Cuba “es una resistencia creativa, porque el país no ha sido solo capaz de resistir los embates del bloqueo, sino que el país en esas condiciones ha avanzado, ha aportado, ha crecido como nación y, además, se ha desarrollado; o sea, no es quedarte resistiendo solo y no hacer nada más”.

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