Luisana Colomine
No exageramos cuando decimos que dentro y fuera de Venezuela hay una cartelización de grandes y poderosas transnacionales de la comunicación para generar en nuestro país un cisma político, social, económico, institucional que beneficie a unos pocos intereses.
En esta oportunidad, nos ocuparemos de cómo la mediática criolla está abordando (y apoyando) esta grave situación cocinada evidentemente desde el exterior. Algunos teóricos de la comunicación afirman que ésta puede ser generadora de conflictos al involucrar dos o más partes enfrentadas, con diferentes metas o aspiraciones y un "ruido" que se traduce en desequilibrios y en la descalificación mutua. Aquí entra en juego la llamada "manipulación" que el filósofo alemán Jurgen Habermas achaca a la omnipresencia, sobre todo electrónica, de los medios de comunicación. Esa manipulación altera en las audiencias la concepción de la realidad y es capaz de atizar el conflicto hasta llevarlo a niveles de explosión. Todo depende del lenguaje que se utilice para abordar periodísticamente los hechos.
Desde el 23 de enero pasado hemos sido testigos de cómo algunas empresas de comunicación han asumido posiciones absolutamente reñidas con la ética y la responsabilidad. Se permiten denominar al diputado Juan Guaidó "presidente interino" o "encargado", desconociendo olímpicamente nuestra Constitución y ordenamiento legal. Incluso medios comunitarios titulan "Dos Presidentes en Venezuela", vendiendo como verdad una mentira pues no es cierto que en Venezuela hay "dos Presidentes". Tenemos un Presidente legítimo, electo por el voto popular el pasado 20 de mayo de 2018, que es Nicolás Maduro, y un diputado que , con la señal de costumbre, se autoproclamó como "presidente interino" (figura que no existe en la CRBV) con el apoyo de EEUU y sus países satélites. Los medios de comunicación "santificaron" eso, aprovechando también la inexplicable demora de la justicia. Periodistas y anclas de noticiarios de TV, lejos de analizar y contextualizar el suceso, no disimulan su euforia y poco les falta para mostrar un cartelito que diga #YoSoyWhiteDog". Panfletariamente conducen los espacios, como ese bodrio llamado "Primera Página", en Globovision, donde definitivamente se ejerce el más explícito antiperiodismo sin ninguna vergüenza. Se inventan programas disfrazados de información, para explicar qué significa "transición" y justificar, incluso, la intervención armada, la guerra. Se olvidan de Hiroshima, Vietnam, Panamá, El Salvador, Chile, Libia, Siria, Palestina. Nunca vimos tan cerca el horror. Aquí es cuando hace daño el lenguaje, los adjetivos, la opinión descarnada que arropa lo informativo y revela que ese o esa que te dice en las mañanas "así es como está el mundo", no es un periodista sino un simple operador político.
Los canales informativos de Youtube difunden historias hollywoodenses de la tierna e ideal "pareja presidencial", en torno a la cual, apelando a lo emocional, se ha construido una suerte de novela rosa, una comiquita hecha por Disney, que rompe corazones y banaliza los riesgos que se esconden detrás de esa performance. El "muchacho de la película", seguido por esa masa ciega y estólida que es la oposición, teme por su vida y la de su pequeña hija, y se blinda con los figurones del establishment norteamericano a los que provoca decirles "suéltalo pa’ que se defienda".
Triste cuando el periodismo deja su rol de mediador para convertirse en periodismo de guerra que, irresponsablemente, prepara el terreno para un conflicto de insospechados resultados…
Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.
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