domingo, 3 de febrero de 2019

Citgo y José Gregorio


Asalia Venegas.- Desconsuela y preocupa  oír  a jóvenes  opositores pidiendo la intervención extranjera y el bloqueo de su país. Que lo hagan Ledezma o Arria nada importa, por ser casos perdidos.
Durante décadas dicté la cátedra de Historia de la Comunicación en la UCV, de la cual fui jefa hasta que  asumí, por dos períodos y  elección directa, la dirección de la Escuela de Comunicación Social.
Muchos trabajos  hicieron mis alumnos sobre el bloqueo de las potencias europeas a la Venezuela de 1902-1903.
En algunas de esas monografías, destacaban la fibra patriótica de un venezolano de excepción,  el doctor José Gregorio Hernández, cuya beatificación vuelve al tapete mediático por estos días, justo cuando otro bloqueo, de otro imperio con el mismo cachimbo, amenaza  la República.
En mis estudios doctorales de ciencias políticas, en el de especialización en la Ciespal (Quito), como en la maestría de la comunicación en América Latina, aquel bloqueo durante el gobierno de Cipriano Castro fue tema recurrente.
Pero mi angustia no es solo académica por la ignorancia de parte de la juventud de nuestra historia, sino  política porque el entreguismo, en muchos casos, no es fruto del desconocimiento del pasado, sino de algo más desolador: la renuncia al futuro.
El reaccionario “escepticismo postmoderno” vuelve por sus fueros. El mañana se transa por un presente de oropel, divisas,  hoteles, viajes y poder inmediato.
El imperio congela las cuentas de la república, bloquea sus activos y se apropia de CITGO, pero sus medios halagan un ego sin ego al destacar que lo hace “a petición del presidente interino, Guaidó”. Así, mientras les compran el futuro, al “interino” y sus corifeos les crean una ilusión de poder.
La  actual agresión de EEUU y Europa a la patria de Bolívar y Chávez remite al bloqueo de las potencias británica, alemana e italiana el siglo pasado.
Pero entonces el patriotismo afloró, incluso entre los enemigos de  Castro, como el legendario “Mocho” Hernández. Mientras otro Hernández, quien un día subiría  a los altares, José Gregorio, se enroló de primero en las milicias para defender su Venezuela cañoneada y profanada por la planta insolente, misma  que hoy nos arrebata CITGO, a la sombra de un  estrambótico “interinato presidencial”.
Asalia Venegas
Periodista/Profesora UCV

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