lunes, 10 de enero de 2011

El burro hablando de orejas.

IRMA DOMÍNGUEZ.



¿No les pareció genial los rollos que se aventaron Leopoldo Castillo y el Sr. Ramón Aveledo, secretario general de la MUD, como mensajes de fin del año de 2010? No me refiero a la cursilería perversa del Sr. Castillo, ni a la sarta de mentiras de la derecha dizque venezolana en voz de Mr. Aveledo, ni al coro de paleros que repitieron la misma cancioncilla goebelsiana (ya saben, una mentira dicha mil veces se convierte en verdad) a diestra y siniestra negando todos los logros de la Revolución Bolivariana y profetizando el apocalipsis a cargo del RRRégimen. A lo me quiero enfocar es a la machacona insistencia de ellos en que el proyecto de nuevo socialismo que se impulsa en Venezuela, bajo la dirección del comandante Hugo Chávez Frías es una fantasía sin futuro.
En México decimos que el burro habla de orejas cuando alguien reprocha a los demás los defectos que él mismo tiene. La derecha venezolana, igual que la derecha de todos los países, no se cansa de repetir que el socialismo es un sueño que la historia ha demostrado como fallido. Lo que los reaccionarios ocultan cada que se ponen a atacar al socialismo valiéndose de las experiencias negativas del socialismo burocrático de raigambre estalinista, es que con todo y sus defectos ese fue un sistema en todo momento acosado y atacado por el imperialismo yanqui y todas las fuerzas capitalistas del mundo. No es correcto hablar de fantasía cuando se trata de países como la Unión Soviética, China, Cuba, por sólo mencionar unos pocos ejemplos que, desde el primer día que tuvieron una revolución proletaria triunfante tuvieron que estar defendiéndose de ataques, sabotajes, invasiones, espionaje, provocaciones, propaganda sistemática y una lista infinita de actos de acoso permanente. Tampoco se puede olvidar el papel que en eso tuvieron los partidos socialdemócratas, más interesados en manipular a los trabajadores con el objeto de ayudar a los burgueses a administrar los procesos políticos y administrativos que garantizan su dominación y constantes ganancias.
La verdad siempre es revolucionaria, y es por eso que no se puede negar que los diversos modelos socialistas tenían defectos importantes, pero tampoco se puede negar que los pueblos emancipados del mundo hubieran encontrado su camino de rectificación y de cumplimiento de sus metas políticas y sociales si no hubiesen tenido que dedicar enormes cantidades de recursos a defenderse del imperialismo, el capitalismo externo y las respectivas quintacolumnas internas. Es por eso que no se puede decir que el socialismo haya sido nunca una fantasía sino el intento más serio, conocido hasta ahora en la historia, por llevar a los pueblos del mundo a una situación de bienestar, ausencia de explotación y vida democrática sin las farsas de los países capitalistas, cuya falsa democracia ya sabemos que encubre las peores injusticias y exclusiones. El socialismo ha tenido que nadar a contracorriente de miles de años de historia de dominación y explotación, y eso ya sabemos que no se logra remontar fácilmente y menos aún, si en lugar de ayudar lo que hacen los sectores de la antihistoria es sabotear sangrientamente esos intentos.
Así es que la verdadera fantasía estaría en creer en la prolongación histórica de ese modo de producción moribundo que es el capitalismo, o sea, un sistema en estado de descomposición que se mantiene con la respiración artificial que le ponen los políticos corruptos y reaccionarios que le inyectan al sistema los recursos del pueblo vía Estado, tan sólo interesados en mantener sus privilegios y sus tasas de acumulación de riqueza obtenida con la expropiación del valor que en todo momento genera la fuerza de trabajo de todos los trabajadores a todos los niveles. Lo que no tiene futuro histórico es el capitalismo en cualquiera de sus formas. Los que tienen una mente fantasiosa son los que después de unas crisis como la de 1929 y 2007 siguen creyendo en la omnipotencia del mercado y en que las gentes del mundo van a seguir aceptando los desastres impulsados por el neoliberalismo y su antihumana globalización, eliminando las conquistas de seguridad social de los trabajadores durante más de un siglo de luchas, impulsando la destrucción ecológica sin límites y el hambre de las comunidades rurales, convirtiendo a las instituciones políticas en meras agencias de intereses privados a costa del hambre y el sufrimiento de las mayorías.
Para pronto, fantasía es la de los que creen que pueden convencer a pueblos como el venezolano que lo mejor es supuestamente vivir sin un sistema de salud pública, como les toca sufrir a nuestros hermanos del pueblo norteamericano, o que el sistema mejor es el que ha llevado al borde de la quiebra al propio imperio gringo, sin olvidar países como España, Portugal, Grecia, Islandia, Irlanda, la misma Inglaterra y varios territorios de la más ejemplar tradición capitalista. Creer que el capitalismo tiene futuro, eso sí que es tener sueños de opio.

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