Jessie Blanco*
Inventariemos la revolución y veamos que tan buena ha sido para las mujeres y no para negarla sino precisamente para profundizarla:Si observamos las movilizaciones de los últimos ocho años en nuestro país, la composición de los consejos comunales, las cooperativas y de las Misiones impulsadas por este gobierno, en su mayoría: preñadas de mujeres… de muchas mujeres, la aparición de figuras femeninas en puestos de poder, algunas políticas orientadas a la población femenina, como la misión Madres del Barrio, los programas del Inamujer y del Banco de la Mujer , podríamos decir a vuelo de pájaros que las mujeres venezolanas están empoderadas y han alcanzado un alto nivel de participación política, de conquistas de sus derechos. Sin embargo esta participación no se traduce en mejoras salariales, reconocimiento real del valor del trabajo reproductivo, disminución de la explotación, mejoramiento de la calidad de vida, creación de un programa político que reivindique su lugar como sujeta dentro del proceso de revolución o en su defecto que sus propuestas sean consideradas en los procesos constituyentes y/o de reforma constitucional, cambios en la subjetividad, disminución de la llamada feminización de la pobreza, superación del rol centro materno, ni de las múltiples jornadas que traen consecuencias en su salud y disposición de tiempo para la misma participación política.Se confunde presencia masiva de mujeres con participación política de las mujeres (veamos la proporción de mujeres que van a una marcha convocada por Chávez y la cantidad de mujeres que tienen cargos de poder y de toma de decisiones para promover su propia agenda de lucha), se confunde la “trasnversalización del enfoque de género con el hecho de hablar de ellos y de ellas (pero el presupuesto de la nación sigue siendo de ellos), se confunde la conquistas de leyes con conquistas de derechos (y si no observemos para qué nos movilizamos las mujeres o mejor dicho por quién y cómo hemos abandonado la calle y las paredes que ya no narran lo que queremos). Bien sabemos que por más mujeres que estén dispuestas a dar la vida por esta revolución aún sigue siendo muy pobre su real participación que aún dista mucho de ser protagónica. Por el contrario las mujeres pareciésemos ser la fachada de la revolución al precio de que nos invisibilicen paradójicamente visibilizándonos.Si consideramos que la democracia es “el gobierno del pueblo y el poder del pueblo” sabemos que el pueblo nunca gobernó y que las mujeres nunca fueron pensadas como parte del poder del pueblo; la política fue un espacio de los hombres, así como fue el dominio de los hombres sobre las mujeres en el espacio de la vida privada. No han bastado las categorías de análisis del feminismo para generar cambios estructurales y profundos en el lugar social y político de las mujeres tanto en el ámbito privado como el público. La demanda de igual salario para igual trabajo se ha traducido en peor salario para ambos sexos y producto de esto una legitimación del la misoginia política por el odio con el cual algunos trabajadores ven estas demandas de las trabajadoras, cuando les afecta su bolsillo. La concepción ya no solo explotadora sino sexista de la producción capitalista que hace que al invisibilizarse la mano de obra barata femenina, los obreros puedan tener una “mejora salarial “ a costa de ellas y su trabajo subpagado y subvalorado por ellas y ellos. La tan cuestionada y debatida noción de igualdad confundida y así entendida en la práctica con la idea de equipararnos a ellos en todos los terrenos, no solo negando indirectamente la diferencia sino a su vez ocultando la desigualdad estructural al pretender solo búsquedas de orden legal, formal …sacrificando lo importante por lo urgente. Ya llevamos 50 años, aproximadamente, de urgencia feministas, tal vez el saldo en términos formales sea relativamente positivo, pero en lo cultural las demandas de las primeras feministas radicales siguen intactas.Y esto lo traigo al debate en nuestro país a propósito de la actual discusión sobre la Reforma Constitucional , sobre cómo se ha venido manejando y qué implicaciones tiene para los movimientos sociales y populares en general y entre estos para el movimiento de mujeres. Pero es que no creo en aquello de que el fin justifica los medios, aquí los medios forman y deforman el fin. Si partimos de la hipótesis de que la reforma constitucional es un instrumento para profundizar la revolución y que la propuesta de reforma que hace el presidente no es solo para consensuarla sino para debatirla de verdad y mejorarla, tal vez, el espíritu constituyente se impondría y nosotras tuviésemos un espacio para ventilar nuestras propuestas (digo una hipótesis romanticona), pero la propuesta de reforma lo que menos parece es una propuesta. Y desde ahí es desde donde creo, debemos posicionarnos, porque si fuese una propuesta podrían existir otras posibilidades, esto es, otras propuestas, otras voces y no tanto temor al disenso, a la diferencia y sobre todo a la acción autónoma constituyente. Se suponía que la comisión que preside Carlos Escarrá para la reforma constitucional iba a escuchar a distintos sectores y propuestas para llevárselas al Presidente, yo me pregunto ¿dónde quedaron esas propuestas que no se asoman ni de soslayo en la propuesta del Presidente? La crítica de izquierda está más amordazada que nunca bajo la amenaza de ser seudo o contra revolucionaria, pero una revolución si no se nutre para sus adentros de la crítica para transformarse a síi misma es presa de su propia contradicción.Existen temas tabú en la reforma constitucional: la interrupción voluntaria del embarazo, la homo y transfobia, la identidad de género, la pensión dineraria para el ama de casa, así como la misma propiedad privada. Y es nuestra tarea hablar de aquello que no se habla, en una sociedad de clases, conservadora y patriarcal. Es más, tenemos el deber y el derecho de hablar y hacer propuestas para transformarla.Rosa Luxemburgo a quien es bueno no solo citarla sino comprenderla decía que “Todo ordenamiento jurídico no es más que un producto de la revolución. En la historia de las clases, la revolución es el acto político creador, mientras la legislación sólo expresa la pervivencia política de una sociedad. La reforma legal no posee impulso propio, independiente de la revolución, sino que cada período histórico se mueve en la dirección marcada por el empujón de la última revolución y mientras el impulso dure… Es absolutamente falso y completamente ahistórico considerar las reformas como una revolución ampliada y, a su vez, la revolución como una serie de reformas concentradas. La reforma y la revolución no se distinguen por su duración sino por su esencia” (2002, p: 81-82).Hay tres elementos a mi modo de ver fundamentales que nos dejó como legado esta hermosa mujer: la importancia de la masa como sujeto de la revolución, pero no solo nominalmente sino de hecho; el socialismo entendido como una ampliación de la democracia y la libertad crítica como elemento que promueve el librepensamiento y la iniciativa popular. Y son estas dos máximas revolucionarias las que parecieran estar totalmente ausentes dentro de la dinámica de la reforma constitucional, donde hemos pasado a convertirnos –mujeres y hombres– en piezas de un teatro plesbicitario.En el primer caso si sustituimos la masa que aplaude por el pueblo que transforma y lo equiparamos con el proceso que hoy vivimos en Venezuela, habría que ver bien cuál es el lugar que verdaderamente ocupa el pueblo y las mujeres dentro de ese pueblo, si la dupla identificatoria Chávez-Pueblo ha sido favorable para la autonomía y el empoderamiento real de los movimientos populares y dentro de ellos del movimiento de las mujeres, o por el contrario, esta supone una delegación ciega del poder y hasta hipnótica que impide todo principio de conciencia autónoma y de carácter insurgente y subversivo. En el segundo, el tema del socialismo y su relación con la democracia. La democracia es el único medio para poder limitar los errores inevitables en toda dirección política, dentro de la propuesta de reforma se refiere en el Art. 16 de formas de autogobierno y cualquier otra expresión de democracia directa en el ámbito exclusivo de la comunidad y las comunas. Pero ¿cómo convive esta democracia microterritorial con las relaciones estatales y el poder cada vez mayor y más centralizado del ejecutivo, concretamente del Presidente y con la democracia socialista que luego se propone en el Art.158?.La participación democrática de las mujeres no empieza y culmina en la paridad, en el 50/50, se da en la medida en que las relaciones estructurales dentro del sistema capitalista y sexista se transforman y las condiciones para la igualdad de género en el terreno político y económico sean realmente posibles. Pasa a su vez por la discusión del tipo de democracia que queremos ¿directa? ¿Participativa y protagónica? O ¿socialista?, entre otras.La importancia de la libertad crítica, del pensamiento creador contrahegemónico, del disenso y la pluralidad reconocidos, de la lucha propia contra todo sectarismo “revolucionario” y contra ese maniqueísmo político que crea las condiciones para la reproducción del microfacismo en los ámbitos políticos, es fundamental para garantizar el futuro mismo del proceso revolucionario. De allí la importancia de que las mujeres tengamos un pensamiento propio y crítico frente al debate de los grandes temas que han estado generalmente en manos masculinas (más concretamente en manos de aquellos que los declaran o se autodeclaran “dirigentes”), así como las propuestas políticas que permitan posicionarnos en los debates y en las prácticas, desde nuestra mirada y desde nuestra militancia creadora.
*Profesora Faces
/UCV Referencias Bibliográficas
Anteproyecto para la Reforma Constitucional. Propuesta del Presidente Hugo Chávez. Agosto, 2007
Luxemburgo, Rosa (2002 ) ¿Reforma o Revolución? Fundación Federico Engels: Madrid.
viernes, 5 de octubre de 2007
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