Por: Luis Britto
Estimados amigos: con relación al incidente del insulto público de una dama que se dice italiana a los venezolanos, opino que algunos extranjeros nos desprecian porque algunos venezolanos no estiman la nacionalidad venezolana y se colocan bajo la autoridad política de extranjeros. No invento. Léanse los artículos del 39 al 42 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que permiten la doble nacionalidad y en virtud de los cuales un extranjero puede nacionalizarse venezolano sin perder su nacionalidad originaria y ejercer la casi totalidad de los poderes públicos en Venezuela, mientras permanece atado por un deber de fidelidad, lealtad y obediencia a otro país distinto. De acuerdo con dichas normas constitucionales, todos los diputados de la Asamblea Nacional, salvo Presidente y Vicepresidente, pueden tener otra nacionalidad, distinta de la venezolana. Todos los gobernadores y alcaldes salvo los de los Estados fronterizos, pueden tener otra nacionalidad, distinta de la venezolana. Todos los jueces, salvo los magistrados del Tribunal Supremo, pueden tener una nacionalidad distinta de la venezolana. Todos los componentes de nuestro ejército, salvo el ministro de la Defensa, pueden tener otra nacionalidad. El millón y medio de nuestros empleados públicos, con apenas una veintena de excepciones, pueden tener otra nacionalidad distinta de la venezolana. Personas con nacionalidad distinta de la venezolana pueden sancionar las leyes y dictar las medidas administrativas y las sentencias obligatorias para los venezolanos, mientras juegan a la vez en otro equipo político y son leales a otro país ¿Y entonces para qué nos independizamos? El banquero López Bouza a la hora de pedir ahorros en Venezuela se fingía venezolano, a la hora de robarlos y no pagar prisión, se decía español. Carlos Fernández a la hora de llamar al cierre patronal era venezolano, y a la hora de evadir su responsabilidad era español. Gracias a ello, y a los tratados contra la doble tributación, tampoco pagarían impuestos. No se puede servir al mismo tiempo a dos patronos, a dos religiones, a dos banderas. Doble lealtad es lealtad a medias. Como venezolano que he sido, soy y seguiré siendo, me resisto a que un extranjero me legisle, me administre, me sentencie, me represente o decida sobre mi destino y el de mi República. No me preocupa que los extranjeros me insulten: sí que me gobiernen. Amo y respeto a todos los extranjeros, pero opino que deben ejercer el poder político en sus propios países. Venezuela merece tener un gobierno de los venezolanos, por los venezolanos y para los venezolanos. Atentamente, Luis Britto García, venezolano.
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