sábado, 7 de julio de 2007

Hacia el Partido Socialista Unido de Venezuela


HACIA EL PARTIDO SOCIALISTA UNIDO DE VENEZUELA







Por: Juan Martorano.

El próximo 21 de julio, se iniciará en toda Venezuela, la segunda fase de la creación de la organización política unitaria, Partido Socialista Unido de Venezuela, Movimiento Socialista Unido Revolucionario Bolivariano de Venezuela (nombre propuesto por este humilde servidor), o como en definitiva se denomine. Confieso que el nombre partido no me agrada porque si tenemos la voluntad política de la unidad genuina, el solo hecho de llamarnos Partido, implica división, partición y feudos, por ello prefiero referirme a la organización política de la unidad. Este proceso revolucionario indudablemente tiene un carácter inédito que los hechos han venido estableciendo de forma tangible, y por ello que las revoluciones que la preceden no deben marcarnos el camino a seguir. En la conformación de nuestra organización debemos aplicar aquella máxima de “inventamos o erramos” de Simón Rodríguez. La reflexión y el estudio profundo, la planificación rigurosa, la evaluación y el seguimiento, son absolutamente necesarios. Más que apegarnos a modelos, esquemas y a la administración del pensamiento de los seres humanos, debemos estar más atentos a lo que la experiencia y las opiniones de los hacedores que andan por ahí, por barrios, urbanizaciones, fábricas, empresas de producción social, cooperativas, universidades, escuelas, en fin, en los más variados espacios de lucha social, van señalando.

La revolución del siglo 21 tiene la ventaja de que ya se hizo la del siglo 20 y puede aprender de sus errores y fracasos; también de sus éxitos, como homenaje a los revolucionarios del siglo 20, a la memoria de quienes pudieron haberse equivocado pero en la balanza de las creencias y los haceres, siempre pusieron la vida por delante como supremo aliento vital, que refrendó la creencia de un mundo mejor y así nos dejaron enseñanzas esenciales. El heroísmo del pasado es como la argamasa que nos permite aprender y a la vez soñar y saltar por encima de ese pasado para construir y crear no sólo los nuevos contenidos, sino también las nuevas formas.

La conformación del PSUV es un problema político y teórico de carácter histórico, es decir, cada sistema de dominación lo ha resuelto en correspondencia con los intereses de las clases dominantes. En consecuencia, se ha determinado contra los intereses populares de transformación orientados a eliminar toda forma de dominación de los seres humanos por los seres humanos. Se ha resuelto siempre buscando la manera de justificar y perpetuar la dominación. Si el problema es eliminar toda forma de despotismo, entonces la cuestión tiene que plantearse de otra manera. El contenido del siglo 21 no puede reeditar aquello que implica perpetuación de la dominación, reedición de la dominación de clase y todas sus excrecencias como el autoritarismo, el paternalismo, la subestimación de los poderes creadores del pueblo y la construcción de un poder a imagen y semejanza de los poderes anteriores, así hablé un lenguaje revolucionario. Eso sería pura forma, que ocultaría un contenido conservador.

En la medida que las sociedades se han hecho más complejas, las maneras de articular y subordinar la organización y la representación popular, se han hecho más sofisticadas. Se han orientado a crear la apariencia de que efectivamente los sectores explotados están representados en los órganos estatales y paraestatales de dominación.
La sociedad más compleja, donde la dominación se ha hecho más abarcante, más totalitaria, más sutil y de redes sociales más intrincadas y extendidas, es la sociedad capitalista. Ha podido desarrollar dos caras integradas: por una parte, una gran capacidad de auto legitimación, de engaño, de simulación, de enmascaramiento de la dominación, por otra parte, la capacidad y la maniobrabilidad para aniquilar, incluso, exterminar, a los adversarios, a las corrientes que intenten insurgir para establecer otras relaciones sociales, otras formas de representación, otras ideas, otros modos de producción, otras formas de organización que liquiden la dominación y establezcan relaciones horizontales e igualitarias. Esto es tan cierto, que la sociedad capitalista ha aprendido a expresarse a través del nuevo poder, del poder revolucionario, para convertirlo, cuando este no comprende que uno de sus principales objetivos es irse disolviendo como poder colocado por encima de la sociedad, en instrumento de la vieja sociedad. Entonces, el nuevo poder promueve cambios para que no cambie nada, pues en esencia, todo poder, es reaccionario, a menos que contribuya a ir cambiando la sociedad en la medida que el también va cambiando hasta desaparecer como poder. Si esto no se plantea desde el principio, la esencia conservadora se va imponiendo y luego se cumple aquello de que para mañana es tarde. No es posible irse sacudiendo la maraña de oportunismo y de radicalismo fundamentalista, que siempre acompaña en todo momento a los procesos de cambio, si no se tiene clara la necesidad de ir disolviendo todas las formas de poder y muy especialmente a ese gran dictador que todos tenemos por dentro. El nuevo poder puede ser conducido por el sentimiento revolucionario de la población cuando se pone en movimiento y desata todas sus potencialidades, o por los círculos concéntricos que con diversas máscaras (la oportunista y la radical), rodean a todos los procesos revolucionarios y los van atenazando hasta asfixiarlos. Representan la diversidad de caras del capital, que trata de destruir a la revolución desde dentro y desde fuera. Esas caras, solemos ser nosotros mismos, que estamos penetrados hasta los huesos por los valores, usos y costumbres del capitalismo. Los esfuerzos centralizadores y de concentración del poder, en búsqueda de eficacia, suelen ser una daga que se clava en el corazón de la revolución, pues dichos esfuerzos arrastran a una capa de funcionarios que sin quererlo, pueden sustituir a los anteriores círculos dominantes. La corrupción los convierte de capa burocrática que administra el poder, en fracción de clase burguesa que como tal pervierte a la revolución desde dentro.

En la gran corte del rey Sistema Capitalista, hay un espacio para los dominados, un espacio que se estira y se encoge, un espacio que intenta crear la ficción de que el gobierno es el gobierno de todos, que el Estado es una instancia neutral que concilia los intereses de dominadores y dominados.
En verdad, la institucionalidad capitalista es una institucionalidad laica plena de formalidades pseudos religiosas, que legitiman, que justifican, que ocultan, que mienten. De hecho, el paternalismo o providencialismo político, se emparentó con el carácter divino de los reyes absolutos. El personalismo, el autoritarismo y el totalitarismo, son sus perniciosos derivados.
Ese gran entramado contiene entre otras cosas, los parlamentos, los tribunales, las policías, los gremios, los sindicatos, los gobiernos presidencialistas o parlamentarios y muy especialmente los partidos políticos como pilares de la democracia representativa. Una revolución no puede construirse sobre ese basamento institucional, aunque en un período de transición no tenga otra opción que utilizarlos; pero siempre se corre el riesgo de ceder a la fuerza de la tradición y la costumbre y creer que esas instituciones pueden ser soportes de la revolución. La necesidad de institucionalizar la revolución sólo puede profundizarse en la medida que el movimiento popular va avanzando en sus posibilidades de autogobierno y de control-supervisión de las instancias gubernamentales. De lo contrario, las instituciones estatales se van convirtiendo en órganos colocados por encima de la población, de supervisados en supervisores-dominadores.

Una primera conclusión que se puede establecer, es que la organización partidista surge en la sociedad moderna como un instrumento de la democracia representativa y de la dominación del capital ¿Puede esa vieja forma ser instrumento para los nuevos contenidos de la revolución del siglo XXI? El partido es una creación de la modernidad y forma parte de las instituciones propias de esa época. Como tal, el partido político no sólo emerge como un ente burocrático, sino como un ente expropiador del conocimiento, de las experiencias y de la voluntad de los militantes y de la población. Como un órgano elitesco asociado a las élites dominantes.

La política debe ser básicamente una acción-reflexión, una práctica social, donde la población y cada persona se descubren, se encuentran y reconocen como sujeto social, en relación con los otros y en correspondencia con eso van generando los medios para construir un camino de liberación, de autonomía que a la vez es interdependencia entre todos los seres humanos, que permita transitar hacia la desaparición de todas las formas de dominación del ser humano por el ser humano y por tanto, la construcción de una nueva sociedad, de una nueva civilización. Los medios no pueden estar en conflicto con los fines. Un fin noble supone medios nobles para alcanzarlo.
Una revolución debe, como parte del proceso para liberar a la sociedad, liberar al político y a la política de tanta ignominia, de tanto dolor y tanta ambición egoísta.
Se trata de construir una nueva cultura, una nueva civilización ¿Los partidos, así como los parlamentos y demás instrumentos de la democracia representativa, pueden ser parte de los fundamentos de esa nueva civilización? ¿Tienen un papel que jugar en los procesos de transición? Esta es parte de la discusión planteada y no se ha dicho la última palabra. Lo que no se puede es suponer a priori, es decir, sin debate, el papel que ellos van a jugar durante la transición, pues la transición como ya ha ocurrido, puede transformarse en la meta, que como tal, siempre estuvo colocada en el pasado, en ese pasado que somos nosotros mismos y que está petrificado en nuestro cerebro, nuestro corazón y nuestra alma y que nos convierte en los principales enemigos de cualquier proceso revolucionario. Esto no es para inhibirnos ni lamentarnos, es para saber, que a veces caminamos de espaldas y sin saber, nos estamos regresando. En ese caso, ni siquiera al punto de partida, sino más atrás, posiblemente después de mucha destrucción y diversas formas de muerte espiritual, moral y física. Pero la revolución venezolana, si se apoya con fuerza en sus especificidades, que en verdad son su real poder, podrá vencer hasta la contrarrevolución que siempre estaremos engendrando nosotros mismos.

De cómo el contexto social y cultural de la dominación ha determinado el curso del pensamiento y la práctica revolucionaria durante el siglo XX
Los partidos revolucionarios fueron reprimidos, tal como ha ocurrido en diversas experiencias vividas en Venezuela y América Latina; o cooptados por la dominación capitalista a través de las instituciones democrático-representativas, siendo un caso típico el de los partidos de la II Internacional Socialista tanto en el siglo XIX como en el siglo XX. En general, los partidos revolucionarios, no llegaron a establecer una propuesta que distinguiera claramente su estructura de las estructuras fundadas en el mandato libre.
Algo que debe ser tomado muy en cuenta en el desarrollo de los partidos revolucionarios del siglo XX, es que se desarrollaron en condiciones de intensa represión o guerras feroces, en condiciones de lucha clandestina. Obviamente, estas no fueron las condiciones para que prosperara el mandato imperativo y una amplia democracia. El partido leninista se desarrolla en esas condiciones: centralizado, vertical, con limitadas posibilidades para la discusión abierta, para la interacción de corrientes con diversidad de opiniones, por tanto, con un debate interno sometido a severas limitaciones. En esas circunstancias, fue difícil distinguir al disidente revolucionario del disidente contrarrevolucionario, lo que generó un ambiente asfixiante para el intercambio de opiniones y la crítica abierta. Con Stalin esto se exacerbó. Pero no creo que podamos resolver nuestros problemas teóricos y organizativos culpando a Lenin y Stalin. Nadie sabe qué hubiese propuesto Lenin para la sociedad venezolana y para una revolución inédita como la que se está desarrollando en Venezuela. Siempre defendió que la verdad era concreta y hasta donde sé, hizo una propuesta ajustada a las condiciones históricas y al marco teórico que le tocó vivir. Es verdad que no le hizo caso a sus opositores de izquierda, quienes supieron observar hechos que Lenin no tomó en cuenta y trataron de hacerle ver las limitaciones y peligros de la concepción leninista sobre el partido. Nosotros, revolucionarios venezolanos, tenemos el deber de crear una visión sobre nuestro proceso en correspondencia con los rasgos específicos del proceso venezolano.
Parece conveniente resumir, aun cuando no de manera exhaustiva, algunas ideas sobre el contexto dentro del cual se desarrollan los partidos revolucionarios del siglo XX. Algunos de los sucesos que determinan la conformación de esos partidos son los siguientes:
1. El triunfo de la revolución rusa y el ascenso del marxismo-leninismo como teoría de la revolución mundial, convierten esa experiencia y sus repercusiones en el pensamiento, como el paradigma a seguir con la seguridad de caminar hacia la victoria. No hubo que prefigurar la revolución, que soñarla, esta ya estaba hecha y avanzaba victoriosamente.
2. El triunfo de la revolución rusa y la derrota de la Comuna de Berlín, van a determinar la hegemonía del Leninismo sobre otras corrientes marxistas como la de Rosa Luxemburgo, quien fue asesinada. Después de su muerte, la muerte de Lenin y el fin de las polémicas de los años 20, el marxismo sufrirá una severa castración. Stalin resolverá las polémicas por la vía policial: Preobrajenski, Lunatcharski, Kamenev, Bujarin, Trotsky y muchísimos otros serán asesinados, desterrados o conducidos a prisión. Otros asesinados espiritualmente. En Occidente, el pensamiento relativamente independiente de Gramsci, se desarrollará en medio del acoso del fascismo y permanecerá sin difundirse durante un tiempo.
3. El desarrollo de dos guerras mundiales, el ascenso y derrota del nazi-fascismo, el vacío de investigación y creación teóricas, que tanto la guerra y la lucha antifascista como la hegemonía del marxismo soviético, provocaron.
4. Durante prácticamente tres décadas el movimiento comunista se ocupa principalmente de la guerra: años 20, años 30 y años 40: ascenso del fascismo , guerra de España, desarrollo de la II Guerra Mundial, la resistencia francesa, la resistencia italiana y en general, la resistencia europea contra la ocupación alemana; Revolución China, comienzo de la guerra de Vietnam, desarrollo del movimiento guerrillero griego, la ocupación japonesa de las islas del Pacífico, el movimiento guerrillero de Filipinas, etc. no fueron las mejores condiciones para el pensamiento crítico. Sin embargo, gracias al heroísmo de los comunistas, socialistas y patriotas de distintos países, el fascismo pudo ser derrotado y esta es una gran deuda que la humanidad tiene con los revolucionarios de aquellos tiempos.
5. Durante la década de los 50 estará dominado por la guerra fría, el maccartismo y los efectos castradores de la polarización de las luchas sociales y políticas entre EEUU y la URSS.
6. Generaciones tras generaciones de luchadores sociales, fueron diezmados por la represión, la guerra, los campos de concentración y los traumas psíquicos, espirituales y de todo orden ocasionados por varias décadas en las que la situación estuvo dominada por los enfrentamientos violentos, el terror policial y el terror ideológico. Gracias a esas generaciones revolucionarias, gracias a sus sacrificios y desvelos, hoy, en buena medida, tenemos un mundo mejor.
Sin embargo, pese a la severidad, virulencia y violencia de los enfrentamientos de esa época, socialismo y capitalismo estuvieron compartiendo un patrimonio cultural y civilizatorio común. Veamos:
1. La confianza generalizada en el progreso y en el desarrollo económico como fuente segura de bienestar y de liberación para la humanidad.
2. La confianza en la ciencia y la tecnología como instrumentos capaces de dominar la naturaleza y explotarla, descubrir las leyes de universo, ponerlas al servicio de la humanidad y garantizar un progreso constante de las sociedades y los individuos.
3. El Estado como organizador de la sociedad y como palanca de transformación y cambio social.
4. La confianza en los partidos políticos, gremios y sindicatos, como centros de dirección del pueblo y en el caso de los gremios y sindicatos, correas de transmisión encargados de operacionalizar las verdades elaboradas por los centros de poder para orientar y conducir a “las masas”
5. El Estado y las instituciones estatales (en Occidente, la democracia representativa; en el Este, la dictadura del proletariado, de hecho, la dictadura del partido), como gestores de los cambios sociales. El mismo papel subordinado de la población, la misma visión paternalista de las luchas sociales.
6. Los movimientos armados, que se sublevaron contra la dominación del capital, compartían esas mismas creencias culturales. Incluso, en muchos casos, los movimientos armados fueron más paternalistas y conservadores en relación con la población, colocada principalmente como base logística y con muy poca o nula capacidad para decidir, que los mismos partidos democrático-representativos.
7. En general, la misma visión paternalista y providencial sobre el cambio social.
8. La misma visión desarrollista destructora de la naturaleza, que la reduce a materias primas o recursos naturales, en la misma medida que reduce al ser humano a recursos humanos, en fin de cuentas, a objetos mercantiles.
9. En consecuencia, la ruptura con el capitalismo sólo se dará en la medida que se dé una ruptura profunda con el mencionado patrimonio cultural. Por eso, la revolución del siglo XXI es una revolución cultural o no es más que una recuperación de la dominación capitalista en las nuevas condiciones. Entonces, ¿la revolución quedará para el siglo XXII? Tengo esperanzas en que no, pero para ello es necesario comprende que en verdad se trata de construir otra Humanidad, otro sociedad, otra cultura y seres humanos espirituales y éticos, con una verdadera condición humana

¿Partido Unido para Venezuela?
En todo caso será un partido unificado con aquellos que voluntariamente deseen unirse, lo que supone el diálogo, la unidad de acción y la discusión con aquellos revolucionarios que decidan no participar en la unidad orgánica, pero sí en la unidad de acción ¿O se dialogará con la oposición pero no con quienes estando en el campo revolucionario manifiesten diferencias?
Sé poco sobre cómo se esta implementando o se va a implementar este proceso. Diré, sin embargo, algunas cosas.
Entiendo las razones acerca de por qué se está tomando el camino de crear un partido. Entiendo que en un proceso de transición donde todo lo que se vaya creando puede ser, en consecuencia, transitorio, se utilice el recurso más operativo e inmediato. Ahora bien esto está vinculado con otras decisiones acerca la institucionalidad y las formas de organización en general que el proceso revolucionario vaya adoptando. Lo conveniente sería, digo yo, que la necesidad de darle estabilidad al proceso de cambios, no lo detenga sino que lo profundice. Cuando las revoluciones se van institucionalizando y las instituciones y formas que se crean están mirando hacia atrás, ese puede ser el principio del fin.
Hay varios asuntos trascendentales. Por ejemplo:
1. El proceso revolucionario venezolano ha ido hacia delante cuando se ha mantenido la movilización popular, la cual ha estado a la vanguardia y por delante de muchos dirigentes. Así ocurrió cuando el golpe de abril de 2002, cuando el paro petrolero, cuando el revocatorio de 2004 e incluso, en las recientes elecciones del 03 de diciembre. Especialmente cuando el golpe de Estado y el paro petrolero, fue notable la iniciativa popular. No fue una vanguardia portadora de la conciencia revolucionaria, quien la introdujo en la población para que esta se movilizara y tomara las iniciativas que tomó. Esto no debe olvidarse para no sobreestimar el papel de la organización partidista. El pueblo venezolano ha sabido responder a las agresiones y amenazas de manera ejemplar. Por ejemplo, en las elecciones de diciembre la campaña de la oposición en cadena permanente a través de los medios de comunicación privados, se apoyó en graves aspectos negativos del gobierno central y de los gobiernos regionales. Sin embargo, la gente entendió lo que estaba en juego, no se dejó manipular por los medios de comunicación y le concedió una victoria contundente al Presidente Chávez; pero mucha gente del pueblo votó por el candidato de la oposición. El mantenimiento de la movilización y la ebullición popular en todos los niveles y en todos los momentos, creo que es la clave para que el proceso pueda seguir adelante.
2. Lo que quiero subrayar es que la población venezolana ha dado pruebas importantes de madurez en circunstancias difíciles y ha sabido tomar iniciativas, profundizando el movimiento político en correspondencia con las demandas de la coyuntura. No fue necesaria una vanguardia que le introdujera la conciencia revolucionaria desde fuera, para enfrentarse audazmente con los adversarios. Incluso, cuando el golpe de abril el Presidente Chávez fue secuestrado y silenciado. Entonces, miles de liderazgos locales y regionales fueron capaces de llenar un vacío tan severo y derrotar la conspiración permitiendo que Chávez recuperara la Presidencia.
3. Esto no niega la importancia de una dirección estratégica, pero una dirección estratégica que no esté colocada por encima del movimiento espontáneo de los trabajadores, sino que es parte de él y se alimenta y fortalece caminando hombro con hombre con él y siendo producto de ese movimiento y no simplemente como producto del desarrollo de la ciencia y la filosofía, desarrollo que sería inútil desde el exterior del movimiento.
4. Lo que he llamado la Misión Robinson III, que estaría orientada eliminar el analfabetismo de nuestra conciencia y de nuestra alma y a sembrar y estimular valores altruistas, solidarios apoyados en una sólida visión de futuro, es vital. Los valores y la conciencia capitalistas, tan internalizados por la población y sobre todo por los círculos dirigentes deben ser eliminados progresivamente, pero no a través de reformas estatutarias o discursos, que tienen su importancia, sino principalmente a través de prácticas y con el ejemplo de los máximos dirigentes. Es decir, a través de hechos que hablen por sí mismos. Si no, parafraseando a Pérez Alfonso, nos estaríamos hundiendo en el excremento del diablo. La batalla por el cambio de la subjetividad y por el comportamiento objetivo de los seres humanos en la administración pública, en las empresas de producción social, en las cooperativas, en las mesas de agua, en los consejos comunales, en la Asamblea Nacional, en los concejos municipales, etc. es otra clave para que este proceso vaya hacia delante. Es la multiplicación de liderazgos que van surgiendo del propio movimiento, de la ebullición permanente de la población. De una vez aclaro que ebullición permanente no significa necesariamente, que la gente esté siempre en la calle, sino que en la fábrica, en el taller, en el aula, con la pluma en la mano, con la semilla en el surco, se mantenga un permanente fervor y entusiasmo revolucionario. Este fervor y entusiasmo es el que la burocracia partidista que suele tener otros intereses, va matando con la conciencia que se introduce desde fuera, para luego decir que la gente es apática, que no entiende, que sólo tiene conciencia gremial y hay que introducirle la conciencia política. Los comisarios políticos se convierten entonces en una necesidad, que complica más la situación, desmoviliza más, con lo que se confirma la necesidad de más comisarios políticos que terminan haciendo las cosas suplantando a la población que cada vez es “más apática”. Finalmente, la burocracia se impone y es ella la dueña de las iniciativas, pues es necesario espolear a los trabajadores para que puedan “entender” y “movilizarse”.
5. Luego, ¿quién dirige a quien? El partido unido ¿dirigirá a los consejos comunales, a los sindicatos, a las cooperativas, a las empresas de producción social, a los fundos zamoranos, etc.? ¿O estas serán organizaciones independientes, la organización popular diversa que en la medida que la Misión Robinson III vaya avanzando podrá ir prefigurando el futuro y echando las bases para una nueva institucionalidad, para nuevas formas de organización y participación como creación, como producción de la nueva vida social que paulatinamente debe ir superando al Estado y al partido? Durante todo el período de transición lo recomendable es la interacción y la complementariedad entre el partido y las instituciones gubernamentales, con el movimiento popular y las organizaciones populares. Una interacción donde todos seamos aprendices, pues los maestros irán surgiendo naturalmente en medio del proceso. Lo que no debe ocurrir es que el partido se asuma como maestro portador de la conciencia revolucionaria que debe ser introducida en los concejos comunales, en los sindicatos, cooperativas, etc. Eso mataría a la revolución y una capa de privilegiados se convertiría en nueva clase dominante que restablecería la explotación capitalista ¿Cómo será pues la relación entre las instituciones estatales y gubernamentales, el partido y el movimiento popular? Repito, es de interdependencia y complementariedad, donde todos aprenden de todos, todos van haciendo síntesis de la experiencia y sobre la base de esa síntesis de la experiencia inmediata, el conocimiento y estudio de experiencias pasadas, y el auxilio de la visión de futuro y los desafíos de la realidad, se vaya elaborando una política colectiva que es puesta a prueba y recreada una y otra vez.
6. Pensamiento y organización de vanguardia son necesarios, pero una cosa es afirmar que ellos son anteriores al movimiento mismo y que por tanto son el resultado de la evolución de la ciencia, la filosofía y la técnica, y otra cosa es comprobar que el pensamiento y las organizaciones revolucionarias sólo pueden constituirse como tales, dentro del desarrollo del movimiento, que este desarrollo es el principal maestro para la elaboración y la verificación de las políticas. Desde la gente, con la gente, por nosotros todos, para nosotros todos. Porque un proceso revolucionario irá sustituyendo el yo, el Uds., el ellos, por el nosotros que no niega la diversidad ni la individualidad.
7. ¿Cómo será la relación con la oposición? Pues existirá una oposición y ella nos permitirá ver muchas cosas que desde dentro del proceso suelen no verse fácilmente. Incluso, las críticas más perversas pueden contener alguna verdad. Es necesario entonces ver cómo se va a relacionar este partido con los partidos que representan otros intereses sociales, pero que no asuman una vía conspirativa y no se conviertan en aliados de agresiones extranjeras. Cómo en medio del proceso ampliando la base social de la revolución. La tentación de perseguirlos estará presente, pero esa raya no se debe cruzar, en la competencia por la educación y elevación espiritual de la población, el proceso revolucionario siempre tendrá ventaja. Sobre todo la ventaja de poder generar hechos que acompañen las palabras.
Otros Problemas sobre la Creación de este Partido
Lo que uno puede esperar cuando se trata de la formación de una organización revolucionaria, llámese como se llame, es que ella sea una producción de los trabajadores y de todo el pueblo, del cual también forman parte los intelectuales revolucionarios, en un proceso creador donde la experiencia de lucha en el día a día, sea lo decisivo. Es decir, esa organización no es resultado de negociaciones, de acuerdos entre cúpulas o cosas parecidas; de la redacción del programa mínimo y el programa máximo de la revolución, de la creación de tales o cuales estatutos, etc., pues una organización surgida así puede estar formada por personas altruistas, bien intencionadas, abnegadas y comprometidas, pero no es una organización revolucionaria surgida de las mismas luchas populares, por tanto, que no se ha deslastrado de los vicios democrático-burgueses y los puede reproducir paso a paso.
Entonces, lo primero que hay que establecer con claridad, es que esa no es una organización revolucionaria, que es una organización en transición, que es una organización para resolver urgencias que se le presentan a un proceso en un momento determinado, pero que no es definitiva, que está destinada a desaparecer, que está destinada a irse disolviendo en la medida que el proceso revolucionario avanza y van surgiendo organizaciones propias del pueblo con las características que ellas mismas se vayan dando en la medida que el propio proceso revolucionario se profundiza realmente y no según las expectativas de determinado grupos.
Si este proceso está claro y en consecuencia, también está claro que no se está creando la vanguardia de la revolución venezolana, entonces el partido unido podría surgir a través de los procedimientos que se acuerden y seguramente será de alguna ayuda para la coordinación, la unificación de iniciativas, la unificación de mensajes más coherentes; en fin para aquellas cosas que la realidad demande y que puedan desarrollarse evitando una de las mayores rémoras y obstáculos que pueden surgir: la formación de grupos de poder, fracciones personalistas orientadas a defender intereses egoístas, que reproducirían un panorama grupal a lo mejor peor que el que se está tratando de resolver.
La integración de los actuales partidos y grupos en uno solo, puede plantear problemas más graves que los de hoy; por separado, muchas apetencias burocráticas y de poder, se resuelven más fácilmente en la medida que cada partido prescinde del otro para impulsar sus iniciativas específicas, pero ahora están obligados a la disolución como partidos y a la concertación y unificación. Pero el comportamiento grupal no desaparece de un día para otro. Es un cáncer que carcome a todos los partidos, pues estos, por antonomasia, son grupos para el juego de poder. El Partido Comunista de la URSS (PCUS), abolió las fracciones, las tendencias e impuso un centralismo democrático severo. Sin embargo, los grupos y fracciones siguieron manifestándose y finalmente estas cosas fueron resueltas policial y judicialmente. Sería bueno verse una y otra vez en ese espejo.
Hay una diferencia entre las fracciones y grupos de poder y las corrientes y tendencias que representen diversas opiniones. Las fracciones son grupos de juramentados, que como tales devienen en alcahueterías y complicidades con los miembros de la fracción, pues funciona no la solidaridad, sino los compromisos grupales orientados a mantener una mayoría y una determinada cuota de poder. Las tendencias o corrientes son otra cosa, no se estructuran como grupos de poder, sino como difusores, defensores y propulsores de determinadas tesis, como tales, su existencia puede ser transitoria o su composición puede cambiar en la medida que el fluir de los debates, si es realmente libre, puede estar reubicando y reestructurando la pertenencia a una determinada corriente, modificando su membresía. Este juego de corrientes o tendencias, que no se estructuren como grupos de poder, es muy útil y de gran vitalidad para las organizaciones, pero las fracciones o grupos de poder, que llegan a tener sus direcciones propias, debe estar explícitamente prohibidos.
Por el contrario, debe distinguirse entre la unidad orgánica y la unidad de acción, que es una forma democrática para resolver las diferencias sobre la base de la acción conjunta y la reflexión-discusión, como aconsejaba Marx en los tiempos de la I Internacional. Ahora deben integrarse los que estén seriamente convencidos, que saben perfectamente que no se unen para reproducir un clima fraccional, peor que el que pueda existir en la actualidad.
Hay problemas bien serios cuya solución requerirá mucha sabiduría ¿Cómo se integrará la dirección? ¿Cómo se le dará base de legitimidad? ¿Qué papel jugarán los líderes sociales reales? ¿Qué lugar ocuparan los líderes políticos que no tienen base social específica, pero representan un espacio de opinión, una determinada autoridad? ¿Los funcionarios públicos formarán parte de los órganos de dirección? ¿Habrá en ella una representación proporcional de los grupos según los resultados de las últimas elecciones? ¿Se crearán mecanismos internos de revocación de aquellos que no cumplan cabalmente? ¿Se establecerá el centralismo democrático, con qué modalidad? ¿Si se establece el centralismo democrático cuáles serán los espacios y procedimientos que se utilizarán para que se exprese la minoría? ¿Tendrá la posibilidad legítima de transformarse en mayoría? ¿Se establecerán procesos electorales internos para la legitimación y relegitimación de todas las instancias, de las decisiones trascendentales? ¿Qué papel tendrá la población en dichos procesos?
Este partido deberá fomentar, me parece, una democratización interna cada vez mayor en la medida que se promueve la misión Robinson III y la democratización de la sociedad venezolana. Otras preguntas surgen ¿Los ministros y otros funcionarios que no son designados por elección popular, cómo van a rendir cuentas ante el pueblo? ¿Cómo se organizaría esa rendición de cuentas y qué efectos tendría? Pues no basta con las cuentas que presentan ante la Asamblea Nacional y otras instancias legislativas según el caso ¿Si las cuentas que se presenten ante el pueblo no son aprobados por este, qué pasaría? ¿Debe renunciar o no el funcionario respectivo? ¿Se va a establecer o no el mandato imperativo para los miembros de la Asamblea Nacional, de concejos municipales, etc.?
El surgimiento del partido unido debe estar acompañado por una clara y profunda democratización de la sociedad venezolana, como una medida que preserve de la burocratización, de la corrupción y la ineficacias sin castigo y de los liderazgos gubernamentales, gremiales o partidistas montados sobre intereses grupales.
Bueno, falta mucho por decir, pero creo que debo terminar por ahora. Voy a seguir escribiendo sobre este tema, que es inagotable, pero ya hay personas pidiéndome que entregue lo que está escrito, aún cuando no concluido.

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