sábado, 27 de diciembre de 2025

El Caribe como la “Sala Segura” del Titanic: El Corolario Trump y el Narcisismo Geopolítico

 Por Socióloga Kelly J. Pottella G.

A medida que 2025 llega a su fin, mientras el ecosistema global permanece distraído por la inercia del consumo durante las festividades, la arquitectura de seguridad en nuestra región no celebra la paz, sino más bien la institucionalización del absurdo legal. Si analizamos los movimientos de Washington desde la perspectiva de los sistemas complejos, lo que surge no es una estrategia de defensa, sino un trastorno de personalidad geopolítico elevado al estatus de doctrina. Es un ejercicio de humor negro observar cómo la administración Trump ha logrado la transmutación alquímica de un fallo en la salud pública interna en un Arma de Destrucción Masiva (ADM). Esta pirueta legal no está diseñada para mitigar las sobredosis en los Apalaches; su función es otorgar un "pase de batalla" ilimitado a la Cuarta Flota. Al calificar los productos sintéticos como amenazas de nivel nuclear, Washington ha evaporado la frontera entre el Derecho Penal y el Derecho de Guerra. Ahora, cualquier petrolero que se atreva a navegar por el Caribe es, por decreto transaccional, un vector del terrorismo global. La securitización total no es más que una pantalla para una logística de saqueo sobre el suministro energético regional.

El posicionamiento del portaaviones USS Gerald R. Ford frente a nuestras costas es el monumento definitivo a la "Doctrina del Personal". Washington persiste en la premisa lineal de que 13.000 millones de dólares en acero y posturas militares provocarán un colapso sistémico en Caracas. Sin embargo, en un sistema complejo, la presión externa no siempre fractura; a menudo se cristaliza.Mientras la armada estadounidense se jacta del radar AN/TPS-80 en Tobago—un artefacto diseñado para una paridad tecnológica con Rusia que Washington ya no posee—el “fulcro” venezolano opera en la periferia del dólar, utilizando sistemas de defensa ciberfísicos que el pensamiento analógico del Pentágono simplemente no logra comprender.

Es objetivamente hilarante que la misma administración que hace gestos sobre la "liberación" de Venezuela sea la que firma autorizaciones para que Chevron extraiga crudo sin interrupciones. El quid pro quo es uno de pragmatismo puro: asfixia mediática para el consumo interno y acuerdos de extracción para el equilibrio comercial. En este escenario, la oposición externa observa desde Noruega mientras los premios internacionales se devalúan frente a la Realpolitik de los barriles de petróleo. La gobernanza de la oposición se ha transformado en una oficina de relaciones públicas, operando en un vacío de representatividad que el sistema popular ha llenado con una resistencia termodinámica: el sistema disipa la agresión externa convirtiéndola en combustible para su propia cohesión.

El verdadero riesgo para 2026 no radica en una invasión cinematográfica, una inviabilidad táctica que el Pentágono admite en privado, sino en la implosión debido a la 'fatiga material' de la hegemonía estadounidense misma. Washington apuesta a que el asedio colapsará el nodo venezolano antes de que el ciudadano estadounidense promedio se dé cuenta de que su seguridad energética depende de la piratería institucionalizada en aguas internacionales. Detrás de la cortina de humo del fentanilo y la democracia yace la verdadera desesperación por el control de la tabla periódica: las reservas de torio, bauxita y elementos de tierras raras en la Guayana venezolana son hoy variables de supervivencia para una base industrial de defensa estadounidense que se asfixia bajo el embargo chino de disprosio y gadolinio. La resiliencia cultural y la diversificación de facto han respondido como mecanismos de autoorganización frente al caos inducido. El asedio a nuestro espacio vital no es un signo de fuerza incontestable, sino de desesperación estructural: un intento de cercar el entorno inmediato mientras los pilares de la "Pax Americana" arden simultáneamente en Europa y Asia. La autonomía no es un tema de debate en Washington, sino una condición de existencia ejercida con o sin una bota militar en el horizonte.

PD: Estoy compartiendo este análisis a través de un enfoque estrictamente sistémico y sociológico, centrándome en las variables de riesgo geopolítico y flujos de recursos que a menudo se pasan por alto en el discurso público convencional. Al aplicar un marco de Sistemas Complejos, mi objetivo es descubrir las dinámicas estructurales subyacentes que están moldeando la arquitectura actual de nuestra región.




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