José Sant Roz |
Pero resulta que ahora, María Corina, a todos nosotros en Estados Unidos nos identifican con los delincuentes del Tren de Aragua. Y no es por culpa de unos pocos estemos pagando todos, como se dice. No, querida líder, es un sentimiento que ellos llevan en la sangre desde que nacieron. ¡No nos quieren! Para ellos, como dijo un caraqueño profundamente decepcionado, todos nosotros, los venezolanos, somos para ellos simples mojones de perro. La purita verdad, María Corina. Lo venimos a descubrir ahora con toda su crudeza. Los quisimos imitar en todo, y como era tan bellos, hasta lucir esos tatuajes que en pechos, brazos y piernas los mariners impusieron hace décadas, y les quedaban tan chics y modernos, y entonces también nosotros pensamos que nos lo aplaudirían. !!!!NO!!!!! ¡Qué error!, ¡qué chasco!
Por más blanco que uno sea, querida María Corina, por más ojos azules o verdes que tengamos, por más cuerpazo que nos gastemos, para ellos no pasamos de ser blancos de orilla, monos horribles, mulatos, indios o zambos y que además, para completar, todo lo que ellos usan a nosotros nos queda feo. ¿Entonces María Corina, para qué luchamos nosotros, cuál fue el sentido de todos nuestros sacrificios montando guarimbas, cosiéndonos la boca, haciendo huelgas de hambre, marchando sin cesar por calles y avenidas con los símbolos de la libertad, la bandera de 50 estrellas, para alcanzar la gloria de parecernos a la democracia de George Washington y Thomas Jefferson, si a la larga para ellos todos somos como los haitianos o puertorriqueños, como los dominicanos o negros africanos? ¡Cómo nos arrechábamos cuando nos confundían con esos burdos panameños, cubanos o mejicanos! ¡Qué raya tan horrible!
Los venezolanos ahora somos los peores valorados y vistos por esa gente tan bella y buena, por esos catirazos de ojos azules. ¡Increíble! A lo que venimos a ser para ellos. Cuando nos creíamos otra cosa, y así lo sentimos tantos años. Cuando sentíamos que nos amaban por estar huyendo del comunismo, por haber luchado por los verdaderos principios de la libertad de sus padres fundadores. Qué triste, María Corina. Cómo duele, que nosotros los sigamos amando con locura pero que ellos nos desprecien, que sientan asco por nosotros. ¿Entonces, sobre qué ideales o valores vamos a construir nuestras luchas, nuestra democracia, si ellos nos rechazan? ¿Qué vamos a decirles a nuestros hijos, a los que te adoran y sostienen tus principios, en qué va a parar entonces tu programa del capitalismo popular? Nos quedamos sin camino qué seguir, María Corina, desamparados, en el estelero, sin rumbo, ya el Norte no está en nuestro norte.
Tú sabes María Corina, que nosotros los que te seguimos y amamos con locura nacimos en la libertad que nos enseñó el gran libertador de George Washington. Tú sabes que nosotros nacimos con un hombre araña o un Superman, o una Barbie en nuestros sueños. Que a todos desde niños nos animaron con la ilusión de un viaje a Disney, a Nueva York, a Washington o Miami. Tú sabes que nuestra libertad estaba unida al Pato Donald, a las bellas cheerleaders con sus falditas cortas en cada partido de futbol. Nuestros ideales de novios o novias siempre han sido Brad Pitt o Angelina Jolie. Y por eso, muchos nos fuimos en busca de ese sueño dorado, de esa libertad y de ese billete que tantos ansiamos.
Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.
jsantroz@gmail.com @jsantroz
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