que sigue mandando a mujeres
“¡Tú eres mía y de nadie más!, ¡aquí mando yo!, ¡nadie te va a querer porque el único tonto que te aguanta soy yo!, ¡tú no provocas ni un mal pensamiento!”, ¿has escuchado expresiones como estas? Sin duda alguna, son tan populares que a lo largo de la historia se han ido naturalizando y modelando de una generación a otra, y detrás de ellas, millones de mujeres, niñas y adolescentes femeninas que han sido sacrificadas verbal, emocional, sexual, social, económicamente, es decir, en todas las esferas de la vida, generando traumas con los que muchas han tenido que lidiar hasta el final de sus días.
Esta realidad es la viva imagen de una sociedad que sigue en decadencia y que de una u otra forma invalida a la mujer y la culpa de agresiones que han llevado a la muerte a millones, frente a un sistema de justicia que sigue en avance, pero con limitaciones, y aunque la lucha por la reivindicación integral a la protección de las mujeres sigue en construcción y desarrollo, no podemos invisibilizar ni olvidar los logros obtenidos, que nos permiten en la actualidad dar voz y hacer justicia a muchas, siendo una realidad de un movimiento feminista que, como Indica Nubia Valera, en Feminismos para principiantes (2019), “nació hace 300 años cuando un grupo de mujeres se dio cuenta de la opresión que sufrían solo porque eran mujeres” . Aunque muchas se encargaron de crear un escenario para luchar por garantías y vidas dignas, la historia dominada por un patriarcado agresivo, como señala Valera, “ha desaparecido la mayoría de los textos que escribieron mujeres o que defienden a las mujeres”, por lo que seguimos frente a estadísticas y realidades que son “desconocidas” por las autoridades, pero que son vividas en los hogares y reproducidas por las nuevas generaciones como un modelo que genera traumas, pérdidas de vidas humanas y naturalización de hechos que no son naturales y que pueden ser transformados.
En esta necesidad urgente de atender al llamado de millones de niñas y mujeres, e incluso de niños y hombres que sufren los embates de los ciclos de violencia, donde si bien la figura atacada es la femenina las consecuencias son sufridas por toda la familia y se extiende a la sociedad que necesita la participación activa de la mujer como pionera en la construcción de ella y del hombre como integrador de tal contexto. De allí, surge el despertar social en respuesta al grito desesperado de una realidad que cobra vidas, que nos duelen, de madres, abuelas, hermanas, tías, hijas, amigas, mujeres maravillosas que dan el todo y que pierden todo, surgiendo la necesidad de las feministas de “seguir luchando para que los derechos de las mujeres sean derechos humanos en todas partes del mundo”, como reflexiona Valera. Pero, principalmente, en la mente de la niñez como base sólida del futuro de la sociedad y de la erradicación de patrones de conducta insanos, violentos, humillantes, castradores en pro de impulsar estilos de vida positivos, respetuoso e igualitario y que garanticen en el presente una verdadera transformación social y una vida libre de violencia, sin importar la edad, sexo, raza, condición sexual, económica o religiosa.
Ahora es el momento de que las voces sigan unidas en la difusión de la lucha que requiere la urgente transformación y la participación activa de la humanidad que sí incluye a mujeres y hombres.
Rubert Sánchez
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