Joanna Cadenas
Una pieza de cine 100% venezolano y de alta calidad visual es el documental del director Héctor Puche y su amigo Miguel Ángel Pérez, El maravilloso agave cocuy (2023). La obra se encuentra de estreno en circuitos de cine y ha logrado obtener el premio Mejor largo documental del Festival de Cine Independiente de Valencia 2023, entre otros.
El mejor reconocimiento ha sido la receptividad del mundo cocuyero para quienes significa una justa narrativa de reivindicación simbólica, luego de haber sido perseguidos durante siete décadas, y el interés del público, que posee hacia esta mágica planta una estima especial.
El film se maceró a lo largo de 9 años. Los cineastas se integraron con diferentes sectores cocuyeros a partir de exploraciones, invitaciones, hospitalidades, confesiones, luchas históricas, fiestas y canciones de golpe tocuyano entre sones de tamunangue. La musicalización a cargo de Javier Marín ofrece una acogida, ayuda a intimar y entender esa sencilla felicidad de vivir en los confines xerófitos y disfrutarlo. Los planos detalle de trabajo y lucha, contrastan con los grandes planos generales y drones que permiten entender las dimensiones de ese vasto territorio.
Para la gente que toma cocuy al calor de una grata conversa o entre un baile cadencioso y otro espirituoso, la explicación de la historia cultural que implica esta planta madre conecta conpueblos caquetíos, ayamanes, jirajaras, gayones y xaguas, según Ramón Querales, que se sirvieron de ella para establecerse por siglos y los alambiques que trajeron los españoles.
Sus herederos directos habitan esa franja entre Lara y Falcón con cujíes, cardones, chivos, cuentos del Caimán de Sanare, poemas de Luis Alberto Crespo, burritos que se adentran por la resolana,ríos secos, espantos y aparecidos, más allá de los poblados, donde crece esta planta que necesita entre 8 y 13 años para madurar. Su reproducción y cuidado estan en peligro.
Durante siglos, el agave cocuy fue alimento, medicina, fibra para la construcción, hamacas, tejidos, muñecos, utensilios y elemento chamánico para conectar con los espíritus. Esta última parte, la del elemento chamánico espirituoso que se bebe y es un arte reconocido entre los 3 mejores agaves del mundo: es la denominación de origen, el resto es industria popular. Para reconocer la escala cromática que va de la obra de arte a un producto industrial de cuestionable calidad, todos con apariencia de cocuy, no basta tomárselos todos y perderse en el camino; la película ofrece pautas para identificar y saber a qué atenerse.
Claro que es de interés de sommeliers, antropólogos o bebedores, pero lo más significativo es que cinematográficamente se abre a todo público porque los personajes relatan sus afectividades, la persecución, logros al alcanzar su legalización y la denominación de origen. Es emocionante el papel de las mujeres, de las maestras cocuyeras, de las esposas de los maestros cocuyeros y de las científicas que estan difundiendo sus beneficios medicinales y alimenticios.
El sabor con el que se sale de la película es el dulce frescor de beber algo más que un licor, más bien, bebemos nuestra cultura y el compromiso de cuidar la planta madre agave cocuy a ver si la aprovechamos en sus vertientes medicinales y como súper alimento.
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